Recuerdos

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- ¿ Que juraste qué ? - Dijo Fliss paseándose de un punto a otro en mi habitación mientras adelantaba mi trabajo de la introducción al urbanismo.

- He sustituido a mi abuelo - Repetí - Él ya no está en condiciones para cuidar del colgante...

- ¿ Pero sabes lo que significa eso ? - Dijo asustada - Muchos espíritus quieren ese colgante, porque puede darte la eternidad, lo que significa que puede resucitarte de entre los muertos - Me explicó.

- ¿ Qué ? - El nudo en mi garganta se hizo presente - Eso no lo sabía...

- Tienes que ir hablar con tu abuelo y que te explique todo - Dijo apuntando a la nada.

- Ahora no puedo ir, es muy tarde - Miré por la ventana las luces de las farolas.

- Llámalo - Insistió. Tomé mi móvil con inseguridad y marqué su número.

- Dime... - Dijo con un suspiro cansado.

- Siento molestarte, pero...

- Nunca me molestas, Agnes - Sonreí levemente - ¿ Qué sucede ? 

- Fliss me acaba de decir que seré el punto de mira, ya que ahora soy la encargada del colgante, pero no lo sabía - Se quedó unos segundos en silencio.

- Es cierto, por eso quería hablar contigo mañana, pero te lo explicaré ahora - Miré a Fliss, quien asintió, alentándome a que lo escuchará atentamente - Desde un principio no quería darte el colgante, porque sabía las consecuencias que tendría, pero también quería protegerte del más allá - Comenzó - El colgante tiene más poder del que podrías imaginarte. Puede resucitar a los muertos, concederte la inmortalidad, ser invisible para cualquiera; vivos o muertos. Puedes incluso ir al otro lado, pudiendo tocar a los espíritus como si estuvieran vivos - Fliss y yo nos sorprendimos - Pero todo tiene consecuencias... puede que mueras y desaparezcas si no lo haces bien. Puede que te roben el cuerpo y lo utilicen a su antojo. Incluso pueden robar el colgante y la muerte sería un simple juego - "Si la muerte desapareciera sería bueno ¿ no ?" - No, no es bueno, Agnes  - Contestó como si me hubiera leído la mente - La muerte es más importante de lo que crees. Si no hubieran muertos la población aumentaría. Las enfermedades. Los recursos escasearían...

- ¿ La inmortalidad no te salva del hambre, la sed y todo eso ? - Preguntó Fliss - Al menos los espíritus no hacemos nada de eso y tenemos la eternidad por la tierra, pero sin poder hacer nada que no sea observar o robar algún cuerpo que se deje...

- Sí, pero el cuerpo sigue necesitando energía, lo que significa que llegará un punto en el que te auto-destruyas por el hambre, la sed o por alguna herida grave que sea incurable - Explicó mi abuelo - La inmortalidad no existe en verdad, solo sería un tiempo determinado hasta que tu cuerpo ceda por algún suceso. Calix tiene la eternidad por delante, porque se ha quedado estancado en sus 21 años, hasta que suceda algo que no lo pueda salvar. La muerte es inevitable, Agnes... Aunque si tienen el colgante, sería un bucle sin fin. Que consistiría en morir y resucitar...

- ¿ Eso quiere decir que Calix y yo estamos en el punto de mira ? - Pregunté con miedo.

- Por eso no quería que juraras por tu vida cuidar del colgante, yo no lo hice, por eso pude pasártelo. Tú ahora no tienes esa oportunidad hasta tu muerte o hasta tu eternidad...

Me llevé las manos a la cabeza junto con Fliss, quien me miró con miedo; miedo a que me pasara algo. Cerré los ojos, intentando calmarme, sabía que lo haría bien, costara lo que costara. Por mi abuelo, que confiaba en mí y yo no le defraudaría. Soy una de las pocas personas que puede ver muertos e interactuar con ellos, tanto para bien, como para mal. 

Sin Palabras ||En Físico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora