Ojitos Bonitos

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- ¿ Quieres comer o beber algo ? - Pregunté con inseguridad. 

Arielle llevaba en nuestra casa tres días y no había probado bocado ni salido de mi cama. No me importaba dormir en el sofá, pero me preocupaba que ni si quiera bebiera. Lo entiendo, estaba en shock y había visto a sus padres morir. Era difícil animarla, por decir que era imposible. Intentábamos no dejarla sola, o estaba Murray y mi abuelo cuando iba a clase, o estamos Fliss y yo. No hablaba, ni hacia ningún gesto para expresarse, simplemente se quedaba mirando a la nada, perdida en sus pensamientos.

- Yo me quedo con ella mientras Murray está abajo - Dijo Fliss sentándose a los pies de la cama.

Asentí levemente, dejando la puerta de mi habitación semiabierta. Brock estaba sentado en el último escalón mirando algo con mucha atención. Murray se movía de aquí para allá mientras mi abuelo desayunaba tranquilamente en la isleta leyendo su periódico con mucha atención. Le di un beso en la mejilla y le robé una tostada de su plato.

- ¿ No quiere comer nada ? - Preguntó. Negué con la cabeza con un pequeño suspiro - Pobre chica... ¿ Fliss está con ella ? - Asentí.

- ¿ Quién es Fliss ? - Me atraganté con mi café.

- Una amiga de su clase - Mintió mi abuelo.

- ¿ La conozco ? - Preguntó extrañado, frunciendo el ceño.

- Es un poco imposible que conozcas a todos los alumnos de la universidad...

- Tú ponme a prueba... - Ambos se miraron, Garret negando con la cabeza y Murray con una sonrisa.

- Me marcho - Dije tomando mi mochila.

- Recuerda que estás castigada, así que directa a casa - El tono cabreado de Murray me hizo poner los ojos en blanco antes de cerrar la puerta tras de mí.

El camino a clase se hace largo y solitario, por no decir que incómodo. Había demasiados espíritus por mi zona. Admiraba a la gente normal, que los atravesaba o desconocían la existencia del más allá...

Me fije en un hombre frente a mí, llevaba de la mano a su hijo, que iba cantando alguna canción infantil; me hizo sonreír un poco, al recordar a mi padre. Un chico apareció frente a él con una sonrisa de medio lado. De repente se hizo con su cuerpo, haciendo que el hombre se tensará y no pudiera moverse. Paré en seco unos metros atrás, sin saber qué hacer o cómo ayudarlo. Su hijo lo miró extrañado y empezó a preguntar qué pasaba. El hombre se inclinó llevándose una mano al pecho, como si sufriera un ataque al corazón; soltó a su hijo y cayó de rodillas con una mano apoyada en el suelo.

¿ Qué hago ? 

Toqué mi colgante con nerviosismo y me acerqué al hombre, posando una mano en su espalda. El niño se puso a llorar y a gritar, llamando a su padre, mientras tiraba de su brazo sin saber qué hacer; estaba asustado. Me puse frente al hombre incorporándolo un poco, sus ojos se habían vuelto blancos y notaba su corazón a mil por hora, apunto de ceder.

Tengo que sacarlo...

Acerqué mi mano por inercia a su pecho. Lo podía atravesar... Toqué algo en su interior, lo agarré y tiré de él con todas mis fuerzas. El chico salió de su interior, cayendo al suelo sin energías. Ni si quiera podía mantener la cabeza en alto. Me centré en el hombre desmayado en el suelo, tomé su pulso; suspiré aliviada al ver que seguía vivo. Llamé a una ambulancia y tomé al niño en brazos al ver que estaba muy asustado, intentando reconfortarle y calmarle. Miré al chico, que aun, se encontraba en el suelo, pero esta vez me miraba. Sus ojos color ámbar, me estaban analizando desde el suelo.

Sin Palabras ||En Físico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora