El trato

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Sentí como mi cuerpo pesaba, aunque estuviera tumbada en mi cama. Observé mi alrededor, viendo que era de noche, aunque la luz de mi mesita estaba encendida; el despertador marcaba las cuatro y media de la mañana. Noté a Brock tumbado junto a mí, me llevé mi mano derecha a mi rostro al notarlo mojado; estaba llorando. Vi la palma de mi mano, haciendo que el alma se me cayera a los pies, no había sido un sueño, seguía teniendo la marca negra, lo que significaba...

He perdido a Fliss...

Me llevé las manos a mi rostro ocultando las lágrimas que no paraban de empapar mi rostro. A los seis años no entendía lo que había sucedido con mis padres, fueron días después cuando me di cuenta que ninguno de los dos cruzaría la puerta de nuestra casa, por mas que esperara sentada en las escaleras de la entrada; no aparecerían en su coche para cenar ni volverían nunca de trabajar para arroparme en la cama. Ahora era muy diferente, estaba consciente de la perdida de Fliss en el mismo instante, sabía que no volvería a verla por casa, que no me contaría sus dramas con algún chico que le gustase, su risa, su largas conversaciones mientras yo simplemente la escuchaba... Ya no habría nada de eso.

Me habían arrebatado una parte de mí...

Alguien apartó mis manos de mi cara, visualizando a Calix sentado a un lateral de mi cama; estaba serio. Tiró de mi brazo suavemente para que me sentara y así poder abrazarme, lo que agradecí mentalmente porque lo necesitaba. Pasé uno de mis brazos por su nuca, mientras que el otro, bajo su brazo, aferrándome a él como si también fuera a desaparecer en cualquier momento. Lloré en su hombro como nunca lo había hecho con nadie, salvo con mi abuelo. No pude evitar llorar en alto, haciendo que se tensara, pero enseguida se relajó y me abrazó con aun más fuerza. Uno de sus brazos reposaba en mi cintura, mientras que el otro pasaba por toda mi espalda hasta posar su mano en mi nuca.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero pude observar como el amanecer se colaba por la ventana, aun estando con la cabeza apoyada en el hombro de Calix mirando hacia la puerta de mi habitación. Al menos ahora que había sacado todo, me encontraba un poco mejor. Fliss estaría bien en el otro lado, estaba acompañada de mis padres y podría hacerse amiga de Arielle, no podía haberla condenado a estar junto a mí hasta mi muerte, no podía ser egoísta, era algo que tenía que pasar tarde o temprano, y más cuando se trataba de su bienestar y el del resto.

- ¿ Qué ha sucedido ? - Se atrevió a preguntar después de un rato.

- Fliss se fue... - Susurré.

- ¿ Cómo cruzó si la puerta está sellada ? - Me separé con sorpresa.

- ¿ Cómo lo sabes ? - Fruncí el ceño.

- Cuando fui a por ti estuve hablando con dos espíritus y me contaron que estaba buscando mi colgante para que así "alguien" les dejara cruzar al otro lado - Asentí saliendo de la cama.

- He estado con ese tal "alguien", y antes de que me preguntes; no, no sé como se llama, ni si quiera pude ver bien su rostro porque iba con una túnica negra, pero lo que sí vi es que tiene lo mismo que tú en el brazo - Apunté mi cuello, haciendo que inconscientemente se llevara la mano al suyo. Miré la camiseta que llevaba, una negra de Murray, que me llegaba hasta la mitad de los muslos, haciendo que frunciera el ceño confundida.

- Yo te cambié de ropa, pero no vi nada - Dijo incorporándose - Lo que me hace pensar, que sigues en invisible, así que vuelve a la normalidad para que tu abuelo pueda ver que estás bien - Dijo cruzándose de brazos. Llevé una mano a mi colgante viendo que ahora sí que lo llevaba, mientras que en el encuentro con el "desconocido", no. Me concentré y le pedí que me volviera visible.

Sin Palabras ||En Físico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora