Demasiado Tarde

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Por fin, estábamos de vuelta en casa; dos días después de lo planeado, ya que tuvimos que quedarnos por retrasos en el avión, lo que fue bastante incómodo, porque Calix estaba evitándome en todo momento y ni si quiera me miraba a los ojos o me dirigía la palabra. El camino a casa fue en completo silencio, el cual evite romper, aunque tenía muchas ganas de preguntarle si se encontraba bien o necesitaba algo.

- Tengo que ir a un sitio - Dijo después de que saliera del taxi. No me dio tiempo a preguntarle a dónde, ya que le ordenó al conductor que se pusiera en marcha de nuevo. Vi al coche desaparecer a lo lejos, haciendo que una pequeña presión se instalara en mi pecho.

Estará bien, Agnes. Tienes que dejarle su espacio por unas horas más.

Abrí la puerta de casa con un suspiro pesado, pero en seguida se transformó en una gran sonrisa al estar de nuevo con mi familia. Esa sensación de confortabilidad y seguridad me inundó, dejando de lado las miles de preguntas que rondaban mi cabeza, junto con el miedo y la inseguridad que había sentido en Dinamarca. Entré al salón, viendo a mi abuelo salir con el ceño fruncido de la cocina, pero al verme sonrió y se acercó para abrazarme con fuerza.

- Por fin estas en casa - Susurró; parecía haberse quitado un peso de encima - ¿ Cómo fue todo ? - Preguntó separándose.

- Tengo muchas cosas que contarte... - Asintió, dándome paso libre para contarle todo - ¿ Conoces a un tal Egan ? - Frunció levemente el ceño, antes de negar con la cabeza.

- ¿ Es quien te hizo ir allí ? - Asentí desplomándome en el sillón, mientras que él se sentaba en el sofá, quedando de frente.

- Es el hermano de Calix... - Hice una pequeña mueca - Lo había visto con anterioridad un día que iba para la universidad, choqué contra él, pero de primeras me pareció una persona normal - Le expliqué - Fue él quien ha sellado la puerta para recolectar almas y subsistir hasta que Calix deje libre el colgante - Tomó su taza de café y se la llevó a los labios para beber un sorbo.

- Con que hizo un pacto con el colgante... - Pensó en alto, haciendo que lo mirara con el ceño levemente fruncido, a la espera de una explicación - Aun sin el colgante puede tener inmortalidad, pero a cambio tiene que recolectar almas y hacerlas pasar al otro lado a cambio de estar unos días más con vida - Me explicó - Un alma. Un día más.

- Pero había un... - No sabía describirlo con exactitud, pero lo intente - Creo que era un espíritu, pero uno que nunca había visto antes. Era enorme, parecía tener miles de voces y no tenía un cuerpo o cara, sino que consistía en humo negro haciendo una silueta - Garret se levantó con brusquedad, haciendo que su café cayera al suelo; manchándose.

- ¿ Qué... ? - Cuando hice el amago de levantarme, mi abuelo se acercó a mí.

- ¡ No te acerques a ellos nunca, Agnes ! - Dijo con enfado, aunque la preocupación brillaba en sus ojos - No son cualquier espíritu, son muy peligrosos y pueden hacer que te suicides o tengas un accidente, para así quedarse con el alma y hacerse cada vez más fuerte. Nadie puede tocarles, en cambio ellos a ti sí, e incluso pueden cambiar de forma para parecerse a un conocido y así serles más fácil engañar a sus presas - Tomó mis manos con delicadeza - Por favor, Agnes - Su voz se entrecortó por un segundo - Nunca hables, te acerques o sigas a uno, ¿ está bien ? - Asentí levemente, ocultando el hecho de que Calix tiene otras dos junto a él.

- Egan llamó Asesino a Calix... - Cambié de tema.

- ¿ Asesino ? - Preguntó para asegurarse de que lo había escuchado bien; asentí rodeando mis piernas con mis brazos y pegando las rodillas a mi pecho.

Sin Palabras ||En Físico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora