Recuerdos

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- Te quedarás ciega leyendo de noche - Dijo Murray entrando con su pijama ya puesto.

- Ya, pero está interesante y no tengo otra cosa que hacer - Contesté sin despegar la mirada del libro que reposaba en mis piernas.

- ¿ Fliss no ha aparecido todavía ? - Preguntó sentándose a mi lado para quitarse el reloj y ponerlo sobre su mesilla.

- No, estará investigando por su cuenta - Me encogí de hombros - ¿ Todavía la llevas ? - Sonreí al ver la pulsera, negra y azul, que le hice en una clase de manualidades cuando era pequeña.

- Seguirá puesta hasta que se rompa y no tenga solución - Se metió dentro de las sabanas revisándola - En verdad está durando mucho - Se rió.

- Y tanto, te lo regalé el día del padre hace...

- 8 años - Finalizó por mi - Alguna que otra vez la he tenido que coser o rehacerla, pero aguanta - Se tumbó relajándose - Es mi amuleto de la suerte - Me sonrió.

Sonreí agradecida por todo lo que había hecho por mí y mi abuelo, desde que murieron mis padres. A veces me retenía por no llamarle padre, porque me parecía fuera de lugar, pero él sabe que para mí es como tal. Seguramente mi padre biológico estaría muy orgulloso de su amigo por cómo hizo las cosas. Por cuidarme. Por tenerme paciencia en muchas ocasiones. Por mis silencios sin respuestas a los sucesos que vivía con algunos espíritus. Por sus relaciones fallidas por su trabajo y por mi culpa...

- ¿ Cuándo conociste a mis padres ? - Pregunté de repente.

- Fui con tu padre a la universidad, y nos hicimos amigos - Miró el techo, como si lo estuviera recordando, hasta que se empezó a reír - Lo conocí de una forma muy ridícula... - Dejé el libro a un lado y puse toda mi atención en él - Le habían robado la ropa de los vestidores y lo pillé intentando robar la mía. Parecía muy arrepentido, así que no me cabreé con él y le ayudé a robar la ropa de otra persona para que pudiera irse a casa - Me explicó haciéndome reír - Desde entonces hablábamos a menudo; su grupo de amigos y el mio se juntó, aunque la mayoría se acabaron peleando y dejaron de hablarse - Se encogió de hombros.

- ¿ Fue cuando decidisteis ser policías ? - Negó con la cabeza.

- Él me presionó para que lo hiciera con él, ya que no me gustaba nada y mis notas en esa época eran decadentes - Frunció la nariz, haciéndome sonreír - Así que lo ayudé a estudiar durante unos meses; nos presentamos ambos y aprobamos. Poco a poco, me empezó a gustar esto de ayudar y resolver casos - Me sonrió - Después, apareció tú madre por la comisaria y se enamoraron, aunque necesitaron un empujón, porque los dos nos se atrevían a dar el paso - Negó la cabeza - Muy lamentable...

- ¿ Cómo eran en el trabajo ? - Se quedó pensativo.

- Tu madre era muy cabezota - Dijo convencido - Cuando le entraba algo en la cabeza, nadie se lo quitaba, aunque muy pocas veces se equivocaba, eso había que dárselo. En cambio, tu padre era todo lo contrario. Analizaba las cosas antes de actuar, se tomaba su tiempo para cada cosa y tenía que tener una idea muy sólida para que actuara - Me miró de reojo - Eran muy inteligentes; los mejores en todo el cuartel de policía - Asentí apenada por no haberles conocido más. Casi ni recordaba sus caras - Seguramente estén muy orgullosos de ti, casi tanto como lo estoy yo - Sonreí por su comparación.

- Lo sé, pero me alegra mucho haberte tenido a mi lado - Me tumbé a su lado abrazándolo, igual que las noches que me colaba en su habitación, de pequeña, por miedo a que algún espíritu me hiera daño, o cuando tenía pesadillas con los recuerdos de algún espíritu asesinado.

Sin Palabras ||En Físico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora