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Capítulo dos.

Valentín;

Abrí una lata de red bull y la tomé completa, para luego estrujar la misma y tirarla. Caminé de un lado a otro, tomando la última lata que quedaba de la bebida energizante, hasta que por fin, la puerta de este descuidado departamento que había alquilado por algunas horas, comenzó a sonar.

Manuel, Mauro, Nicolás y Daniel entraron al mismo, golpeando la puerta antes para verificar que todo esté bien.

— ¿Dónde están? — Preguntó Nicolás. Señalé la primera puerta del pasillo, sin siquiera hablar. Los cuatro que acababan de entrar fueron hacia la habitación, encontrándose con las cinco pibas que nos habían encargado. — A la mierda. — Rió Daniel, al observar las cinco minas en el suelo. Lindas, sensuales, jodidamente buenas. Sobre todo una de ellas que le llamó la atención. — ¿A cuál me llevo? — Preguntó riendo de nuevo, y el sollozo de una de ellas se escuchó fuertemente por toda la habitación. — Sh... — Puso su dedo índice sobre sus labios.

— Vos elegís. — Dije sin expresión alguna.

— La quiero a ella. — Señaló con el dedo a una de las dos rubias que sobresalían entre las cinco. Todas comenzaron a llorar, completamente asustadas. Ayudé a la elegida por Dani a pararse y la entregué a él.

— Yo quiero a ella... — Dijo Mauro, señalando a la morocha del medio. Nuevamente, imité mi acción anterior.

— Yo quiero a la última. — Habló Marcos, hice lo mismo que antes. Ya ayudé a ponerse de pie y la llevé al lado de mi amigo, quedándome entre dos mujeres.

— Yo a ella. — Por último, habló Nicolás. Señalando con la punta del dedo índice a Lucía, fijándose minuciosamente en el lindo escote que tenía en su remera.

— No. — Negué de inmediato. — Ella es mía.

— ¿Y desde cuándo vos elegís? — Habló uno de ellos, haciendo un gesto con las manos, como queriendo decir que no me correspondía.

— La parte más jodida de la "misión" la hice yo. Lo más justo sería que yo me la quede. — Hice una especie de comillas con mis dedos cuando dije la palabra misión. Elegía a ella porque de las otras cuatro pibas que estaban presentes, Lucía era quien manejaba más cuentas bancarias.

— Como digas. — Respondió Nicolás fastidiado. — Me llevo a la otra.

Y al cabo de dos minutos, cinco tipos tenían a cinco mujeres junto a ellos. Cinco secuestradas.
¿Cuál era nuestro objetivo? Hacer que cada una de ellas le roben a su propia familia, accediendo a las cuentas bancarias de las mencionadas. Cada uno de nosotros, se iría con una de ellas a diferentes puntos del país, para no ser encontrados jamás, volver con las manos llenas de plata, y las secuestradas... muertas.

Cerré la puerta del departamento. Mi destino, era Tierra del Fuego. Me iría de Buenos Aires esta misma noche, antes de que los padres de Lucía la den como desaparecida y los medios hicieran público su caso y el de las demás.

Me giré, ahora sólo se escuchaba el agradable, para mi, silencio entre los dos. Sentía sus lindos y cálidos ojos sobre mi. Me observaba, me observaba muchísimo. 《¿Qué más querés mirar, nena?》— Tal vez más abajo. — Sonreí solo por mis propios pensamientos.

— ¿Qué miras? — Le pregunté. No obtendría respuesta, ya que tenía la boca tapada. Me acerqué a ella a paso lento pero firme, y ahí fue cuando me di cuenta de lo asustada que estaba, había comenzado a temblar, y cada vez se la notaba más nerviosa, a causa de que estaba muy cerca suyo. — ¿Por qué el miedo? — Pregunté suavemente, y le saqué el pañuelo que tapaba su boca. Ella soltó un respiro.

— ¡Dejame salir de acá hijo d...— La interrumpí. Voy a tener que aclararle los tantos, pensé. Llevé mis manos hacia su boca ahogando ese grito que estaba a punto de terminar, pero no la dejé.

— Ey, calmate. — Ella al no poder defenderse sólo se quedó callada. — Al jefe no se lo insulta, bonita.

— No me digas bonita. — Me pidió enojada. Yo sonreí. Lindo carácter, pensé.

— ¿Y cómo querés que te diga? — Aproveché que aún se encontraba atada de manos y pies. — ¿Fea?

— Me van a encontrar. — Habló, y posta que me jodió ese comentario pelotudo. Me cambió por completo el ánimo.

— ¿Te pensas que es fácil, bonita? — Mi tono de voz había subido un poco, ella parecía asustada, pero igual, seguía desafiandome.

— NO ME DIGAS AS... — La interrumpí. Era brava, pero no me ganaba.

— Te estoy hablando. — Hablé firmemente. Ella sólo se quedó callada. — Conmigo no va a ser fácil, ¿estamos? Acostumbrate. Ningún policía estúpido te va a encontrar mientras estés conmigo. Estás con el mejor. — Sonreí irónico, y de repente en su mirada se notó algo que yo no había visto aún desde que la tenía conmigo. La observé bien, sus ojos eran hermosos. Sus labios carnosos y rosados, deliciosos con sólo verlos. — ¿Entendiste? — La miré a los ojos. — Así que te conviene no hacer nada estúpido, primero porque va a ser al pedo, segundo porque me voy a dar cuenta y ahí me vas a conocer realmente. — La advertí señalandola con mi dedo índice, su mirada me intimidaba, no me demostraba temor. Me encantaría saber qué carajos está pensando. — Preparate, nos vamos a Tierra del Fuego. — Hablé por último y salí de la habitación.

💥💥💥
Buen diaaaa, se que x el momento son cortitos estos capítulos pero de a poco a medida que vaya tomando forma van a ser mucho mejor.
Por favor comenten a ver qué les parece y si les interesa que siga, gracias a todxs 💞

Secuestrada.- WosWhere stories live. Discover now