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| • Capítulo 10 • |

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Intento no pensar en Daniel Adacher detrás de mí, intento caminar como si mis piernas no estuvieran temblando y como si mi cabeza no estuviera a punto de estallar de puro miedo

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Intento no pensar en Daniel Adacher detrás de mí, intento caminar como si mis piernas no estuvieran temblando y como si mi cabeza no estuviera a punto de estallar de puro miedo. Invitar a Daniel había sido un impulso como método de evasión a una situación que, en realidad, pudo haber terminado de una forma sencilla.

Me detengo frente a la puerta y giro hacia él. Me alegra ver que luce casi tan incómodo como yo y que quizá eso de actuar por instinto no había sido solo mi problema, después de todo; él había aceptado.

—Beca y Kleyton son... Entusiastas —Siento que debo advertirle—. Y pueden ser un poco intensos, pero son buenas personas.

Daniel arquea una ceja.

—¿Tanto como Dakota?

—Casi.

Daniel saca aire de golpe y asiente, preparado para lo que viene. Quiero decirle que ni rezando siete aves Marías sería capaz de soportar un encerrón con Beca y Kleyton, pero prefiero que lo descubra por sí mismo.

Cruzo los dedos porque Beca contenga su odio hasta que Daniel vuelva a cruzar la puerta esta noche.

—¡Dany! ¡¿Quieres explicarme por qué rayos no contestas el celular?! ¡La función de un teléfono móvil es mantener la comunicación! ¡Se suponía que...!

Pero a pesar de todos mis esfuerzos por silenciarla no lo hace hasta que se percata del imponente Daniel Adacher detrás de mí.

—¿Eres el imbécil que le ofreció dinero gratis por largarse?

Bueno, que Beca no era la mayor fan de Daniel Adacher no era ninguna novedad, pero, a decir verdad, esperaba que pudiera mantener la raya frente a él.

Es evidente que me falta conocer un poco más a Beca.

—Bex, no es necesario...

—Daniel Adacher. —Daniel le tiende la mano, pero Beca solo arquea la ceja y sus manos forman pequeños y graciosos, para nada temibles, puños a los costados.

—Sé bien quién eres. —Beca me mira furiosa—. ¿Qué hace aquí?

Dios, ¿puede abrirse la tierra y engullirme lentamente? Si me escupe en las islas Marías con un mojito y un salvavidas sexy, mejor.

El Café Moka de ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora