Fase #1 || Lucía

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Mala Sangre

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Mala Sangre

¡Corre Samara!

Ese era el único pensamiento que pasaba por mi cabeza, pero no podía parar, no, no podía. Estaba cansada pero no me rendiría ¡Jamás!, después de cinco años de violencia y de un amor totalmente tóxico logré escapar.

—Samara... —Canturreaba lentamente mientras cargaba su escopeta, mi corazón comenzó a latir aún más rápido de lo que ya hacia.—Ven preciosa, nadie te hará daño.

Logré esconderme en una casa abandonada, la misma en la que se cometió el asesinato más espantoso y aterrador. El sudor corría por mi frente ante los sonoros paso de Isaac.

—Sami, querida. Ven conmigo, sabes que me enojaré sino sales y el castigo será muy grave —pateó una puerta en donde creyó que me esconderia, se estaba enfureciendo y su rostro tomó un semblante sombrío.—. Amor vamos a casa, las chicas te esperan.

Las chicas, ese monstruo las tiene encerradas, pensé recordando el lúgubre lugar que el llamaba "la cueva".

Mi idea original era golpearlo, dejarlo inconsciente y liberar a las demás pero no pude, golpearlo con una botella no funcionó.

Vi una puerta entreabierta y corrí hacia ella, entré silenciosamente.

Cálmate Samara, tu puedes lograrlo.

Debo buscar un teléfono, debo llamar a la policía.

—Oh dulce Sami, tenía grandes planes para nosotros pero decidiste traicionarme y huir —comentó con tono de decepción y arrogancia, su tono de voz era gruesa y daba la sensación de siempre estar enojado.

Miré mis manos, estaban llenas cristales por haber roto un vidrio para escapar. Mi visión era casi nula ya que no había mas luz que la de la luna que entraba por pequeños huecos en la pared debido al deterioramiento.

—¡Vete de aquí maldito! —cometí el error de gritar, él oyó mi voz y encontró mi ubicación.

Atiné a esconderme debajo de una cama polvorienta, sus pasos se hacían cada vez más cercanos, recé para que no me encontrara pero nadie me escuchó.

Levantó el colchón lleno de insectos y miró a través de las tablas de la cama, me observó con hipocresía y me jalo de la pierna.

—¡Te advertí que no huyeras! —seguía arrastrándome escaleras abajo golpeando mi cabeza en cada escalón, sentí la sangre correr por mi nunca.—. Deberás atenerte a las consecuencias. Eras mi favorita, tenía una vida planeada contigo, nos íbamos a casar y tendrías el privilegio de ser la madre de mis hijos.

—No... Por favor... No —murmuré en tono de súplica pero el no me oía, dejó de arrastarme y me obligó a sentarme en el suelo contra la pared.

—Reza mi niña, reza —su mirada era umbría, su ser era de maldad.

Las lágrimas no tardaron en aparecer, lo único que me quedaba era pensar que ya no sufriría sus abusos, que sus marcas sólo serían eso; marcas. Mi corazón se detuvo al verlo cargar el arma.

Sexy LoveWhere stories live. Discover now