Fase #2 || Laura

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Dos contra uno

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Dos contra uno

Avanzo en el pasillo acompañada por la voz de Brendon Urie saliendo por mi manos-libres.

Siento el familiar cosquilleo en la nuca y mis manos se enfrían; sé que es ella antes de escucharla, pero saber que me hablará no disminuye el malestar que me produce su voz.

– Todo está demasiado quieto, ¿no crees? –

– No. Creo que deberías dejarme en paz, hoy no quiero ser tu marioneta –

Algunas personas voltean a mirar cuando respondo en voz alta pero no dicen nada, con los auriculares puestos parece que estoy hablando por teléfono. Por eso nunca los olvido.

– Es tierno que creas que tienes opción... ¿Recuerdas ese profesor de Didáctica General que nos bajó puntos el otro día? Creo que se merece una bromita inofensiva... –

– Tus bromas nunca son inofensivas... – llego al salón y me ubico al fondo, un chico con capucha se sienta a mi lado en silencio.

– Eres una aguafiestas... La última vez fue divertida, no puedes negarlo –

– La última vez me enviaste a la decanatura y casi le causas un ataque a mi madre. Ya dije que no, no molestes –

Por el rabillo del ojo capto movimiento de mi compañero de escritorio. Volteo a verlo y me encuentro con un par de ojos castaños que me observan con curiosidad, algunos mechones de cabello oscuro escapan de su capucha y caen desordenadamente sobre su frente.

Me acomodo en mi asiento y veo al maestro entrar al aula.

– Ugh, es un perdedor, no quiero escuchar sus tonterías... Vamos, hagamos algo divertido –

– No. No quiero problemas, detente –

Respondo tan firme como puedo y saco mi libreta para tomar apuntes.

Pasan los minutos mientras el maestro habla sin cansancio sobre las mallas curriculares y ella continúa presionándome. La ignoro hasta que siento claramente cómo va adueñándose de mis movimientos, desde la más simple flexión del dedo índice, hasta que me hace levantar del asiento con un estruendo.

Las palabras del profesor se detienen y sus ojos me examinan, mis compañeros voltean sus cabezas en mi dirección y el chico a mi lado clava sus ojos en los míos. Mis palmas comienzan a sudar, mi respiración se acelera y siento debilidad muscular, como si mis piernas fallaran; ella está ganando fuerza.

Tengo el impulso de caminar hacia el frente del salón y avergonzar al maestro exponiendo las diversas manchas de sudor que inundan su camisa, junto con la tira de papel higiénico que se aferra a su zapato. Odio que suceda porque ésta no soy yo y, aunque he aprendido a controlarlo, aún me cuesta detenerme cuando ella se alimenta de mi creciente ansiedad.

Sexy LoveWhere stories live. Discover now