☆Epílogo.

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Epílogo.


Las sirenas de las ambulancias era todo lo que Eli escuchaba a su alrededor mientras, parada en la congelada nieve y sosteniendo el saco de Alex sobre sus hombros, observaba como los paramédicos subían la camilla con el cuerpo de James a la rapa en la parte trasera de la ambulancia. Su corazón latía a mil por segundo y observaba que todo pasaba en cuestión de largos fotogramas frente a sus ojos. La gente iba de aquí para allá a su alrededor, todos gritando y haciendo preguntas. Los guardias del internado trataban de calmar a los internos pero era imposible. Mientras tanto, la policía investigaba a su grupo.

Reaccionó sobresaltándose al sentir una mano en su hombro. Levantó la mirada, encontrando las dos grandes esferas color avellana empapadas por las lágrimas que Alex retenía en sus ojos. Acababa de venir de hablar con los paramédicos.

—Dicen que está bien, va a sobrevivir pero… —bajó la mirada suspirando entristecido—… el disparo dio en su cadera… posiblemente quede paralítico de las piernas para abajo.

—Dios… ¡No! —jadeó apenada. Sabía en el momento que los vio correr hacia la escena que uno de ellos iba a salir lastimado, y lamentablemente le había tocado a James.

—Tendrá que usar silla de ruedas por el resto… por el resto de su vida.

Alexander trató de reprimir las lágrimas, apretando los labios que le titubeaban inquietos, formando una extraña mueca y obligándolo a girar la cabeza.

—Alex…

—Es mi único amigo, Eli —dijo ahogadamente—. No quiero que esté toda su vida condenado a eso.

Al ver que ya las lágrimas se abrían paso en los ojos del chico, se conmovió tanto que olvidó cualquier problema que ambos tuvieran; abrió los brazos y lo atrapó entre ellos, apretándolo en un fuerte abrazo que duró unos cuantos segundos en los que el lloraba con la cabeza metida en su cuello. Era una cómoda posición ya que ambos eran de más o menos la misma estatura.

—Hey, estará bien. Seacostumbrará a esto. Él es fuerte y podrá adaptarse. Lo importante es que sigue con nosotros… con vida —trató de calmarlo, tomando su rostro en sus manos y mirándolo fijamente a los ojos, transmitiéndole toda la confianza y seguridad en esos cortos segundos que se miraron.

Carraspeó soltándolo y dándose la vuelta para monitorear a los demás en el grupo. Benjamín sostenía en sus flácidos brazos a Sheyla. Había dejado de llorar, pero aún se mantenía caliente pegada al pecho de Ben. Él por su parte, se mantenía extremadamente derecho y serio, con los ojos bien abiertos. Pero esto claramente no evitaba que estuviera temblando. Podrían decir que era por el frío, pero Eli sabía que era más que eso.

Jennifer disimulaba para tratar de escuchar el interrogatorio de los investigadores al decano. Eli no se había dado cuenta, pero cuando lo hizo, se dirigió a ellos rápidamente. Un investigador la detuvo colocándose frente a ella.

—Hola, Srta. Evans. Somos del departamento de policía de Maine y queremos hacerle unas cuantas preguntas. ¿Nos permite? —se presentó el fornido hombre.

—Las que quiera.

—Bien, estoy bastante interesado en saber, ¿Cómo llegaron la Srta. Di-Leneed y usted a esos términos?

—Estaba escapando del E.D.T.I nivel 2 cuando me encontró. Sara… o bueno, Samanta —corrigió—, llevaba meses acosándonos y extorsionando a todos los internos del edificio principal. Cuando me perseguía, corrí hasta dar por accidente con el lugar que usaba para esconderse, donde me contó todas las crueldades que había hecho y su próximo plan. Estaba loca. Al ver que ella tenía un arma, tuve que arreglarmelas para huir —trató de que la historia se escuchara lo menos descabellada posible. Contar lo del laboratorio, pasillos secretos y lo de la guarida de un solo golpe la haría parecer una loca.

Enfermos Mentales: Edificio del terror. [Libro 2]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt