Capítulo seis.

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Autora POV.


Al día siguiente, los rayos de sol chocaban contra la cara del menor. Wei WuXian rodó por la cama buscando la fuente de calor que lo había acompañado durante toda la noche y al no encontrarla despertó frustrado.

Una vez sus ojos se acostumbraron a la luz observó su alrededor y no encontró a nadie. 

Sintió una punzada en su corazón.

¿Por qué...?

No esperaba que el soldado se quedara por mucho tiempo, habían pasado tres días desde que lo encontró y justo cuando podían haber conversado un poco, la broma de Wei WuXian fue demasiado lejos y tuvo que usar un último hechizo que hizo que su cuerpo no pudiera resistirlo más.

Quería preguntarle muchas cosas, sobre todo la más obvia, pero ya no tendría la oportunidad...

De repente, escuchó el sonido de la yegua y se asomó rápidamente por la ventana.

Sus ojos se agrandaron por la sorpresa y al sentir un extraño sentimiento cálido en su pecho no pudo evitar sonreír. Rápidamente se dirigió a la puerta y una vez fuera caminó animado hacia el soldado que estaba al lado de su caballo.

—¡Lan WangJi!

El mayor lo miró y asintió devolviéndole el saludo.

—¿Ya puedes moverte? ¿Estás mejor? —se acercó hasta llegar a la yegua y acarició su cabeza.

—Mn.

—Ya veo...

Lan WangJi no había apartado su mirada de él desde que se había despertado. Su pequeño cuerpo se había aferrado a él durante toda la noche y a pesar de que al soldado no le gustaba el contacto físico, por algún motivo se sentía cómodo con el tacto del cultivador.

Había estado observándolo durante una hora y su mente se había vuelto a llenar de preguntas sin respuestas. Al ver que el menor no tenía intención de despertar lo alejó suavemente de él y salió para encontrarse con su yegua blanca.

Mientras la acariciaba no pudo evitar recordar las palabras del rey y cuál era su misión.

"Todo cultivador o practicante de la nigromancia será ejecutado por orden del rey".

Cada vez que lo pensaba más y más la respuesta era menos clara.

"Se creen demasiado poderosos..." "Sus corazones están manchados de maldad..." 

Absortó en sus pensamientos, se giró al escuchar la voz del menor llamarle.

—Ya veo... Me alegra oír eso. —sonrió.

Otra vez, esa sonrisa provocaba que el corazón del soldado se acelerara y a la vez hacía que su cuerpo se relajara. El menor al sentir la mirada del Lan WangJi en él no pudo evitar sonrojarse y jugó con la yegua disimuladamente para evitar que el mayor lo notara.

—¿Quieres un poco de té? Puedo prepararlo si quieres...

—No hace falta. —se apresuró a decir.

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