Capitulo 83

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José Miguel intento arreglar el lio de las ventanas en las habitaciones de sus hijos, pero el ruido provocado por los fuertes vientos azotaba muy fuerte y era casi imposible detenerlo.

Valentina: y si vemos en la sala de televisión?

José Miguel: es buena idea.

Los 4 caminaron hacia aquel lugar, que parecía ser más tranquilo.

Valentina: creo que aquí podrán dormir muy bien.

José Miguel: pueden ver tv.

José Federico: pero siempre nos dicen que no es bueno ver tv a la hora de dormir.

Valentina: esta noche será la excepción, podrán ver una buena película, será como una pijamada entre hermanos, les late?

Los pequeños asintieron emocionados.

José miguel: mañana me encargaré de arreglar esos detalles de las ventanas, algo debe haber para silenciarlas.

Cecilia benita: y nuestro cuento?

Valentina acomodó a los Gemelos en el enorme sofá y los arropó con una sábana muy suavecita

José Miguel: cual quiere escuchar?

Cecilia Benita: los 3 cerditos?

José Federico: ese es buenísimo.

José Miguel empezó a leer mientras los demás abrían fuerte sus ojos para poner a juego su imaginación mientras escuchaban aquella tradicional historia.

Martina sentía que podía tocar el cielo con sus manos.

Martina: todo el mundo tiene un precio, y el tuyo querida Analia es la salud de tu madre, que sólo podrás pagar con este dinero; ni modo cuando José Miguel sea mío recuperaré cada centavo invertido.

El teléfono de Valentina sonó, así que salió a contestar silenciosamente, después de darles un beso en la frente a cada uno.

José Miguel siguió leyendo la historia y no quiso detenerse hasta estar seguro que sus traviesos hijos se quedarían estáticos.

Después de la llamada de su tía que como siempre quería escuchar el reporte del día, Valentina entró a la regadera, pensando que quizá ya sus hijos estarían dormidos, tenía mucho calor y necesitaba tomar un baño, se quitó cada prenda que llevaba sobre si, se soltó el cabello y se sumergió en sus propios pensamientos.

Analia no podía dormir esperaba que su plan de acercarse a quien por años consideró su amiga funcionara, jamás había sido hipócrita pero esta vez no tenia de otra, sabia a cuál bando defender y esta vez iba a ser justa.

Alonso y Santiago veían la tv.

Santiago: te pasa algo? Andas muy pensativo papá.

Alonso: ay hijo, ya sabes que los problemas para Valentina nunca faltan.

Santiago: todavía la quieres verdad?

Alonso: es imposible olvidar una mujer como ella.

Santiago: y Analia? Porque es tu novia si todavía tienes a Valentina en tu corazón.

Alonso: no te parece muy prematuro hablar de estas cosas?

Santiago: papá tengo 13 y ya entiendo muchas cosas de la vida.

Alonso: pero todavía no tienes tu primera novia, como quieres hablar de mi vida amorosa?

Santiago: bueno, no tendré novia pero soy muy observador.

Alonso: ah si? A ver, dime que tanto has observado?

Santiago: Aunque quieres a Valentina todavía, igual algo sientes por Analia, sino pues no le hubieras pedido que fuera tu novia.

Alonso: eso es cierto.

Santiago: Valentina es muy feliz con José Miguel y es tan buena como tú, si ella se dio una oportunidad de amar otra vez después de que la lastimaste, tu puedes hacer lo mismo y conservar su amistad, así igual y te enamoras de a deberás de Analia y empiezas a querer a Valentina como amiga.

Alonso: ojala hijo, ojala.

Santiago: Analia es buena, no la lastimes como a las otras novias que has tenido.

Alonso: no lo haré, te lo prometo, Analia será la excepción, pondré todo mi empeño.

Santiago abrazó fuertemente a su padre.

Los gemelos dormían profundamente, pero antes de retirarse José Miguel quiso verificarlo, encendió las luces, hizo un poco de ruido y no hubo respuesta, les dio su beso de buenas noches y salió.

Después de acostar a Isabella Gabriela entró a la cama con Horacio.

Horacio: gabi, tienes que saber algo.

Gabriela: me asustas mi amor, que pasa?

Horacio: José Miguel ya sabe que Martina esta en San Pedro.

Gabriela. Se lo dijiste? En qué quedamos? No puedo creerlo...

Horacio: perame, yo no fui, esta tarde hablamos y me cuestionó por no avisarle.

Gabriela: quien pudo decirle?

Horacio: pues Analia, quien más? O quizás Iluminada.

Gabriela: quien haya sido, se apresuró, no van a tener unas vacaciones tranquilas después de todo lo que han pasado.

Horacio: no se van a regresar, es más, no le dirá nada a Valentina. por ahora., pero si me pidió que tengamos vigilada a esa loca y que por nada del mundo entre a la hacienda.

José Miguel entró a la habitación, puso el seguro a la puerta, se escuchó el ruido del agua al caer, pudo ver en uno de los muebles la ropa que minutos antes llevaba Valentina, la olió y sin dudarlo un instante siguió hacia el baño; allí estaba ella, completamente desnuda dando la espalda y el agua cayendo sobre todo su esbelto cuerpo, José Miguel sintió que veía un ángel, era cierto que conocía cada centímetro de ella pero no podía dejar de admirarla.

Se quitó rápidamente su ropa, tirándola al suelo, tenía mucha prisa por sentirla una vez más, era una necesidad que a gritos le pedía su cuerpo, Valentina era como una droga para él.

Su parte más vulnerable empezaba a aumentar su tamaño, corrió la puerta sin hacer mucho ruido, la cerró, Valentina se dio la vuelta, él la besó sorpresivamente; la apretó fuertemente a su cuerpo como si nunca quisiera soltarla.

Sus besos eran apurados, sus enormes brazos la rodeaban, en un parpadeo la cargó y puso sus piernas sobre su cintura, seguían de frente sin separar sus labios; en esta posición el placer era bastante profundo

José Miguel inicio movimientos leves pero intensos dentro de Valentina y para mayor comodidad la llevó hacia una de las paredes para que le sirviera un poco de apoyo, el agua seguía cayendo sobre ellos.

Sus respiraciones eran muy agitadas y la cercanía de sus corazones latiendo en la misma sintonía era a 1000 por hora, sus cuerpos unas vez más se convirtieron en uno solo y sus almas se entrelazaron, el placer mutuo continuó por un buen rato.

Al día siguiente Horacio dejó a Gabriela y a su hija en la escuela y siguió para la hacienda "El Milagro" en la entrada se encontró con Alonso y Santiago que al igual que él venían llegando.

Buenos días Horacio.... Dijo Alonso en voz alta desde su auto.

Horacio: buenos días Alonso, Valentina no está.

Alonso: lo sé, vine a ver a Analia.

Horacio: qué casualidad! igual yo.

Los autos marcharon y llegaron hasta la entrada.

Alonso: y se puede saber para qué quieres ver a Analia?

Horacio: ya sé que es tu novia, pero no te preocupes, sólo quiero tratar un asunto referente a Valentina.

Alonso: hablas del regreso de Martina a San Pedro de las Peñas??

Horacio: entonces fuiste tú?.

Últimas semanas....

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