Capitulo 93

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José Miguel: que haces bonita? alguien puede vernos.

Valentina: no hay nadie, y los pocos turistas están lejos de aquí, ven conmigo, acaso no te gustaría pasar un buen rato aquí?

José Miguel: y si alguien viene?

Valentina: no lo creo, el guía me comentó que este Cenote es muy solitario,  ven.

José Miguel le sonrió y nadó hacia ella, la tomó por la cintura y la subió sobre si para besarla mientras ella lo abrazó  y acarició su ancha espalda.

José Miguel no pudo resistirse a Valentina y la llevó a una de las orillas para besar su cuello, su pecho, acariciar sus pubis.

Los gemelos seguían durmiendo al igual que Isabella mientras Horacio le ponía a Gabriela un poco de bronceador, Isabel y Leonor llegaron con una Margarita cada una, estaban muy animadas de ver tanta belleza a su alrededor, se sentaron a platicar mientras esperaban que Valentina y José Miguel se unieran a ellos para dar un paseo.

Martina seguía sorprendida viendo desde el vestíbulo de la mansión.

Muchacha: la patrona ya viene a atenderla.

Martina: gracias.

Martina sacó de su bolsa unas tijeras con una muy mala intensión.

Buenos días!! se escuchó una voz a su espalda.

Martina se quedó pasmada al ver una mujer de unos 70 años:; disimuladamente puso las tijeras en su lugar.

Martina: pensé que hablaría con la dueña de la casa.

Y lo soy, mi nombre es Leticia Gonzales de Romero.

La mujer extendió su mano amablemente  a lo que Martina se vio obligada responder.

Martina: esta propiedad no le pertenece a Valentina Villalba?

Leticia: si! hasta hace un par de años, la heredó de sus padres unos viejos amigos y aunque dudó un poco en venderla finalmente acepto una de nuestras propuestas de compra, es usted su amiga?

Martina: más o menos, es que tenemos un asunto pendiente y quise buscarla para tratarlo.

Leticia: bueno, ella vive en la hacienda más grande de San Pedro de las Peñas, en el estado de Hidalgo con su esposo e hijos.

Martina: entiendo, bueno algo supe, pero hace unos días me enteré que estaban en la capital.

Leticia: así es, vinieron a despedir un buen amigo, justo hace un par de días estuvimos en su funeral.

Martina: entonces usted la vio?

Leticia: si! la verdad es una mujer encantadora.

Martina: me imagino, oiga y sabe en dónde puedo encontrarla? es que de verdad me urge.

Leticia era una mujer noble y la insistencia de Martina no le estaba dando buena espina, pensó rápido para no comprometer a Valentina.

Martina: señora!! Donde puedo encontrar a Valentina?

Leticia: bueno debe estar en uno de los hoteles de la ciudad, escuché que se quedarían una temporada , pero la verdad no tengo idea, la capital es enorme.

Martina: y no tiene idea de algún lugar en particular?

Leticia: no! lo siento.

Martina: entonces me voy, gracias.

Martina salió algo disgustada por no conseguir información.

El esposo de aquella mujer se acercó a ella.

Leticia: esa mujer no me gustó nada, tengo que llamar a Valentina, fue lo único que dijo antes de regresar con él al comedor.

Mientras tanto en el Cenote...

Valentina y José Miguel ardían de pasión, y aunque al principio él temía que alguien los descubriera, ahora temía que ese momento llegara a su fin, estaban dentro del agua envueltos entre besos y caricias, sus prensas flotaban muy cerca de ellos, pero era lo que menos les importaba, al igual que su temperatura, el agua era realmente helada;  su calor corporal subía cada segundo al igual que su agitada respiración, si bien llevaban un buen rato frente a frente, Valentina se dio la espalda y apoyarse en la orilla mientras su esposo acariciaba todo su cuerpo y seguía adherido a su cuello rodeándola con sus brazos por la cintura.

Los niños despertaron de su siesta y al no ver cerca a sus padres empezaron a buscarlos.

Leonor: quieren una soda?

Los niños asintieron.

Gabriela: yo voy con usted, tengo mucha sed.

Horacio: donde andaran esos dos?

Isabel: seguro se fueron a caminar.

Horacio: pos si pero hace un buen rato.

Cecilia Benita: y si se perdieron?

Horacio: no lo creo, ambos son muy listos, seguro no tardan.

Isabel: vengan, les pongo un poco más de protector solar, no quiero que ese el fuerte sol les haga daño.

Los gemelos hicieron caso a las indicaciones de su abuela.

Martina decidió seguir con su búsqueda, al guiarse por el navegador pudo notar que había varias propiedades podían pertenecer a Valentina, sabía que su apellido no era muy común, estaba dispuesta indagar hasta el último rincón.

Mientras se ponían de nuevo sus trajes de baño Valentina y José Miguel conversaban.

José Miguel: esto fue una locura bonita.

Valentina: lo sé, no sé porque tuve ese arranque, pero estuvo bastante bien no crees?

José Miguel: por su puesto, me encantaría quedarme el resto del día aquí contigo.

Valentina: a mi también, pero ya deben de haber despertado los niños.

José Miguel besó a Valentina dejándola sin aire, cuando se escucharon unas voces muy cerca.

Perdón no sabía que había personas aquí, dijo una mujer de unos 50 años que entraba con su esposo y sus 4 hijos.

Valentina: no se preocupe, el lugar es hermoso, a pesar de mantener tan solo, espero que lo disfruten.

José Miguel salió del agua y tomó la mano de su esposa para ayudarla a salir, se alejaron de los demás con el objetivo de reencontrase con sus hijos.

Gabriela y Leonor regresaron con las sodas.

Gabriela: aún no regresan?

Horacio: no.

Isabel: y se habrán llevados sus teléfonos?

Leonor sacó el suyo para llamar a su hijo, pero este sonó  cerca de ellos.

Leonor: definidamente tendremos que esperar que regresen.

José Federico: ahi vienen!

Cecilia Benita: es cierto.

Isabel: niños, niños, a donde van???

Los gemelos salieron corriendo hacia sus padres que se encontraban unos 100 metros de ellos.

Mamá... papá...

Valentina y José Miguel se miraron entre sí y se dijeron entre dientes.

Valentina: te dije, que ya estaban despiertos.

José Miguel: que bueno que aprovechamos nuestro rato a solas.

Cecilia Benita corrió hacia Valentina y su hermano hacia su papá.

Valentina: ay mi amor!!

José Miguel: hola campeón!!

Cecilia Benita: dónde andaban?

Valentina y José Miguel intentaron pensar en una respuesta convincente para sus hijos, ya que sabía que no iban a quedarse tranquilos hasta que les dijeran algo.

SOY TU DUEÑA 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora