Capítulo 24: Tiempo juntos

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Suspiró, soltando la lapicera y hoja en el escritorio. - Ay wey...

Estaba exhausto, faltaba menos de un mes para ascender a potencia y faltaban dos días para ir a la casa de su amado después de años. Lo estaba haciendo bien, demasiado para ser él y le sorprendía, pero sabía porqué lo hacía: su hijo.

- Jalisco - Dijo al ser atendido por el celular. - ¿Te falta? Neta quiero que esté para el nueve... Si si, Ariquito se queda con Chihua y Yucatán - Sólo oyó quejas. - Ya Jalisco, neta me pones de los nervios. Si ya, adiós - Y colgó.

Miró su pequeña oficina en casa, se levantó (dejando todo desordenado en la mesa de madera) y salió de allí. Caminó poco hasta llegar a la sala y ver a su hijo con la tv encendida y haciendo sus dibujos de siempre.

- Chamaco, ya terminó la tarea? - Preguntó "serio", haciendo que su niño voltee y asienta dos veces. - Lavese las manos, vamos por unas enchiladas va? - Le sonrió.

- ¡Sí! - Dijo animado, dejando su desorden en la mesa ratona, así como lo hizo México con anterioridad. - ¡Y unos tacos picosos picosos! - Pidió animado, corriendo hasta el baño.

- Si si, pero no me hago responsable si te enfermas, a rezarle a Guadalupe eh! - Tomó el control del sofá, vió lo que estaba oyendo su hijo: una película Disney, para terminar apagando la televisión. - ¡Apurate o me voy Arico! - Gritó, apenas tomando su chaqueta gris del respaldo del sofá y sus llaves de casa.

- ¡Ya voy! - Alargó la última palabra, hasta llegar donde su padre y tomar su mano. - ¿Vamos con doña Lupe? Sabes que sus tacos son los mejores, no lo niegues! - Lo señaló con una sonrisa.

México amaba demasiado a su hijo, estaba haciendo todo para que él estuviera bien y que puedan pasar tiempo juntos. Era complicado siendo que Argentina no tenía contacto alguno con ellos, tenía apoyo, bastante! Pero se sentía solo por no tener cerca a su solcito.

- Papi~ otra vez te fuiste a la luna - Sacó Arico a su padre de la laguna en la que se encontraba. - ¿En qué pensabas? - Lo miró con sus ojitos.

Para México, los ojos de Arico eran tan grandes como los de él, pero tenían algo... Algo que le hacía verse como Argentina. Una llama, una que podía descifrar hasta tu más oscuro secreto. Era como si supiera lo que pasaba por tu mente al instante, algo aterrador al pensarlo demasiado.

- Nada, sólo una sorpresa para cuando sea el evento - Dijo animado, aún caminando de la mano con su pequeño.

- ¡Una pista! - Sabía que si insistía no conseguiría nada.

- Te vas a poner a llorar como nena, así como Finia, o Baja Austria - Bromeó, haciendo un momento divertido.

- Finia se pone muy roja cuando se acerca Runia, la ví en las clases conjuntas del señor ONU - Habló el niño recordando la reacción de la jovencita.

- Estoy seguro que le gusta - Dijo viendo a los lados de la calle para cruzar. - Runia es un muchacho muy lindo para su edad, y sé perfectamente que las niñas, que son muy jovencitas aún, están muertas por él - Afirmó, haciendo pensar al menor.

- ¿Tú dices que a Runia le guste? Son lindos juntos - Sonrió animado.

- Chamaco otaku me salió - Pensó México al ver de reojo a su hijo. - A ver... ¿Y por qué tanta charla sobre Runia eh? ¿Qué pasó en casa de Alemania? - Preguntó, deteniendo su caminata en medio de la vereda.

- Nos hicimos amigos - Sonrió feliz Arico. - Incluso quiere ayudarme con lo del señor Unidos - Señaló a su parche, sorprendido al país. - Pero le dije que no, que todo es asunto nuestro - Habló de forma firme, inflando levemente sus mejillas.

Amor a la... [Countryhumans]Where stories live. Discover now