Capítulo 31: Ira

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Al día siguiente, las clases se llevarían a cabo en el mismísimo México, por lo que Arico se encontraba caminando junto con Morelos y DF hacia la cede. El niño estaba en frente de ambos Estados, serio, pensativo...

- Oiga Ariquito - Llamó Morelos. - ¿Emocionado por el evento de papá? - Preguntó sonriendo, pues todo México estaba preparandose para las celebraciones de agosto.

Arico no respondió, causando que ambos muchachos se dieran una mirada y se acerquen para tomarle sus manitas.

- Arico, sabemos cómo te sientes - Comenzó hablando México DF. - México nos ocultó por mucho tiempo que Texas se fue con el gringo - Confesó, mirando el camino. - Nos lo ocultó para que no lloremos, pues en esos tiempos eramos muy unidos...

- Cuando lo supimos, las gemelas, Sonora, Sinaloa e incluso Chihuahua lloraron por... ¿Cuánto DF? - Lo miró, sin recordar cuántos días habrían llorado por su hermano.

- Dos semanas y tres días - Respondió con un suspiro. - Se encerraron, y Chihua fue la que más sufrió... Durango fue el único que se comunicaba con ella, porque a los demás no nos pelaba - Soltó una pequeña risa, una algo decaída.

- Lo que queremos decir - "Interrumpió" Morelos, tratando de alejar la tristeza del momento, pues lo que menos querían eran un Arico llorando. - México no ocultó las cosas por malo, está pendejo, sí, pero nos quiere a todos y sólo quiere lo mejor para nosotros - Finalizó, o quiso hacerlo.

Arico simplemente los ignoró. No había dormido bien, oyó a México llorar al ver vídeos antiguos y comenzó a sentirse molesto con él.
Tiempo después, llegaron a la cede, donde Ecuador esperaba al niño junto con sus demás compañeros.

- Buenas tardes - Saludó sonriente el tricolor.

- Qué pedo Ecu - Saludaron a la vez los Estados.

- ¡Hola Arico! - Saludó Boguay abrazandolo.

- ¿Cómo anda parna? - Le siguió Venebia.

Arico no respondió, ni siquiera los miró. Boguay y Venebia se extrañaron, pues al irse los Estados su amigo comenzó a caminar en dirección al salón, y detrás de él toda la clase.
Ecuador era el profesor "perfecto", pues trataba a los más jóvenes con cariño y tenía una calma que era transmitida a los pequeños. Cuando alguno tenía un problema al entender, se acercaba y le repetía todo hasta que entienda.

- ¡Perfecto Manesia! - Felicitó a la jovencita, quien sonrió. Se giró a su compañero de banco; su mellizo. - Indosia, creo que... Te has equivocado - Dijo mirando la terrible cuenta del niño, pues "confundió" números al hacer las cuentas.

- Oiga profesor - Llamó Finia, volteandose pues estaba sentada al frente.

- ¿Sí Finia? - Se enderezó, giró en 180° y miró a la niña, quien señalaba al asiento donde estaban Venebia y Arico, o más bien Venebia. - ¿Y Arico? - Preguntó, acercándose al asiento, comenzando a asustarse.

Miró a todos los niños, temiendo que haya huido, pero la puerta se abrió dejando ver al del parche secando sus manos con su remera. Levantó la cabeza, mirando con confusión al adulto.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó confundido y serio. Ecuador lo abrazó fuerte. - ¿Qué pasó? Ya terminé mis ejercicios - Dijo, siendo dejado por el adulto.

- ¡No vuelvas a irte así Arico! Me diste un gran susto - Soltó aire, calmando su acelerado corazón. - A la próxima me avisas, está bien? - Ordenó un poco serio.

Amor a la... [Countryhumans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora