Capítulo 5

7 1 0
                                    

- El Titiritero y la Parlamentaria -

La resistencia del enemigo era grande, y como tenían rehenes, hacia complicada la recuperación del distrito, más no imposible, la operación se tornaba laboriosa y difícil conforme avanzó, poco a poco fue teniendo éxito, los barcos del Almirantazgo, flotaban con corrientes de agua debajo para su control, estaban obligados a sitiar la ciudad, pero asegurándose que no había gente en fuego cruzado, apoyados por la Suprema Corte, que se encargaban de repeler todo daño dirigido a los barcos que daban apoyo de artillería aérea a los soldados del Cuerpo Policial y guerreros del Ejército Imperial.

La gente corría despavorida, el terror dominaba las carreteras imperiales, sin embargo, el Cuerpo Policial, por falta de experiencia en combate contra otras razas, daba el soporte a los aldeanos mientras los guerreros de Legyona del Ejército Imperial, dirigidos por la misma, se abrían paso por la sed de sangre y gloria de su líder, imponentes e imparables tal estampida, arrollando toda fuerza enemiga como un maremoto, por alguna razón los templarios avanzaban un poco más lento, para ir al paso del rey, sin embargo, quienes si cumplían su deber eran los ángeles que generaban escudos en los barcos y evitar el daño producido por las centellas.

Los Templarios en sí, tienen por misión y visión cuidar del rey, nada más ni menos, no son humanos como tal, sino armaduras poseídas por los espíritus de caballeros que murieron por el rey y que su labor les impide el descanso, estos obedecen ordenes por medio del Paladín Templario, aunque lo mismo no pasa con los ángeles, estos son más libres y pensantes, permitiéndose acatar ordenes del rey directamente. De ahí viene su ineficacia en esta operación.

Por más acciones que se tomaran, la resistencia enemiga caía sin oportunidad, rodeados en totalidad. A poco minutos de perder en su incursión, o eso pensaban.

Mientras, en el otro bando... tomamos la carne de la responsable de este desastre imperial.

- Lady Nylf, los cuerpos de Ryhonell están acercándose... llegarán dentro de poco.... - Dijo una elfa cazadora a su señora.

Esta señora de la guerra élfica, rió casi a carcajadas. - Ellos no saben que ellos mismos nos traen a la Parlamentaria... el Dios Dragón les dará una muestra de su poder cuando finalice la invocación... y les dirá a cada quien su destino. - Dijo mientras observaba como se realizaban sacrificios en la plaza central.

Nylf, es una combatiente de las líneas élficas, la mejor de su tipo entre los enemigos de Ryhonell, ha estado tras la cabeza de Legyona durante años, además de la del rey, pero deseaba con un deseo irracional, enfermizo y obsesivo la cabeza de Legyona. Era de ojos y cabellera suelta celeste, piel nevada y orejas largas, además de una peca debajo de un ojo. Portaba armadura de placas celestes y blancas, con algunos ropajes de piel de lobo negro, una armadura sorprendente en combate, hecha de Titacero, tan duro como marfil, pero sumamente ligero con respecto a peso. Llevaba reposando en la espalda una lanza de tres puntas de brillo independiente cada una (blanca, azul y negro con oro) que se entrelazaban.

Nylf era la rival más temida, una estratega apta, combatiente experta y hechicera nata, cualquiera que la enfrentase debía ser prudente.

- Es obvio que ella no viene por mí... sino por él... ¡Tráiganlo! - Exclamó Nylf, y unos enanos traían al pequeño Artemiz ante ella, poniéndolo de rodillas.

Artemiz estaba golpeado y herido, pero no de gravedad al menos, aun así, el joven tenía fuerzas para dar resistencia.

- ¡¿Qué ocurre?! ¡¿Qué quieren de mí?! - Decía Artemiz aterrorizado, viendo como decapitaban a su gente.

El Ende Of Eternity: El Linaje Perdido [©]Where stories live. Discover now