Capítulo 20

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- Oculto Tras un Velo -

Artemiz miró a su madre con incertidumbre y un leve llanto que corría por sus ojos. - Y... ¿moriste?... - Preguntó.

- Para mi desgracia, sí... - Legyona levantó su puño bajando la mirada con resignación. Mas abrió los ojos con una sonrisa extasiada. - Pero sobreviví a eso... -

- Pero, ¿qué pasó con el resto?, la historia no puede terminar ahí así como así... - Reclamó el pequeño haciendo un puchero.

- Bueno, en que la historia sigue aún, sí, ahí tienes razón... pero relatar sobre eso me trae malos recuerdos... - Dijo con cierta angustia y dolor en la voz. - Perdí muy buenos hombres en ése día... fue la segunda vez que me sentí inferior a algo; la primera fue con Artoreiz... - Aclaró.

Artemiz bostezó y Legyona pudo notar su falta de atención debido al cabeceo.

- Ven, mi retoño, vamos a dormir. - Sin consentimiento del pequeño, los levanta del suelo y se lo llevó en brazos rumbo a su habitación. Verlo medio dormido en sus brazos llenó a la mujer de mucha alegría.

- ¿Mamá?... - Dijo el pequeño cayendo en sueño poco a poco.

- ¿Mm?... - Respondió la mujer que lo cargaba.

- ¿Estarás siempre conmigo? - Preguntó el pequeño.

- Claro, ¿recuerdas mi promesa?, te aclaré que jamás te dejaría... aunque la Ley diga lo contrario... - Respondió servicial, sonriendo aunque el pequeño estaba ya casi dormido.

- Y siempre seremos amigos, ¿no?... - Preguntó.

La mujer se detuvo en seco. Se mantuvo en silencio, cómo si tuviera un nudo en la garganta. - Sí... - Respondió. Como si le costara.

Finalmente lo llevó a su habitación donde le dio un beso de buenas noches.

- Descansa, hijo... hasta pronto. - Pensó antes de dejar la habitación.

***

Al próximo día, Artemiz se levantó eufórico. Fue al gran salón donde se encontró con el gran monarca y el Alto Mando.

- ¡Buenos días, a todos! - Exclamó alegre.

- Joven Shulvix, buenos días. - Respondió el monarca con sublimación. - Llegas justo a tiempo. -

- ¿A tiempo?, ¿de qué? - Preguntó el pequeño.

- La despedida de tu madre... dijo que fue a vestirse para el frente, no volverá en un tiempo. - Informó Ghatt.

- ¡¿Qué?!, ¿se va? - Exclamó con su felicidad reemplazada por gestos de desesperación.

- Sí, ¿algún problema con ello?... - Dijo Legyona con desdén tras el pequeño.

Legyona ya no llevaba su armadura imperial, llevaba puesta una armadura imperiosa color negro y plata; las placas de la armadura estaban infestadas de pinchos cursivos, sobretodo en los guanteletes que albergaban garras en la punta y cuchillas en los antebrazos; las grebas tenían masas pesadas y las espuelas eran hachas acerradas; las hombreras con forma de cabeza de dragón y la capa negra que colgaba de una de estas, con un monograma que entrelazaba una S con una Z.

El Ende Of Eternity: El Linaje Perdido [©]Where stories live. Discover now