Capítulo 7

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- Encierro y Libertad Divergentes

- ¿Traición? ¿Cómo siquiera? - Indagó Artemiz intentando defender su madre.

- Es obvio que estaba tras todo esto, hasta tiene que ver con los seres más temidos de todos los tiempos... los dragones... - Respondió Momon al pequeño viéndole, haciendo señal a sus soldados de arrestarla, apuntando con la barbilla.

Cuando estos iban a encadenar a Legyona, ésta había entrado en un estado de pánico total, lo que hizo que reaccionara de forma agresiva e impredecible. Cuando le iban a poner el grillete esta somete al templario tumbándolo. Estaba inmersa en pánico, era la primera vez que la veían tener tanto miedo después de tanto tiempo, su respiración y rostro mostraban un horror que le desgarraba el alma y su mirar era inerte sin color, como si estuviese muriendo por dentro.

-¡Alejense de mí! ¡¡Todos!! - Legyona tomó sus armas y se puso en guardia dispuesta a matar lo primero que llegara a poco de 3 metros.

- ¡Legyona! ¡Estas infligiendo la ley imperial de subordinación! - Exclamó el mismo Momon, furioso e impacientado, tomaba el mandoble monárquico.

La mujer al verle dicho acto, negó con su cabeza empeorando su estado de pánico-furia. - ¡No se atrevan! ¡¡Los mataré de ser necesario!! ¡¡Dejenme en paz!! - Dijo en guardia, lista para matar presionando su dentadura.

Obviamente, ella no pensaba claramente, como siervo siendo cazado por leones, no sabía lo que hacía, solo quería sobrevivir, quería salir de esa mala pasada, solo deseaba calmarse en paz, y esa situación no ayudaba en nada, al contrario, hacia que en su mente todo se viera como un enemigo, hasta Artemiz, cualquier movimiento brusco sería el disparador de, quizás, un sangriento desenlace.

- Como te atrevas a atacar... tendrás pena de muerte... arrestenla... - Dijo Momon chocando la punta del mandoble contra el suelo , viendo las acciones que hacia Legyona como "pretexto" para evadir la ley hasta que fue interrumpido.

- Alteza por favor... permítale calmarse primero, es obvio que ella está totalmente nerviosa... no estoy en contra que la arreste, pero si que puedan haber bajas innecesarias... me ofrezco como voluntario. - Dijo Artemiz  metiéndose en medio, intentando ser valiente mirando al Rey, estaba muy impactado, hasta a él le costaba creer que su madre tenía un "ataque de pánico".

El Rey lo pensó cuidadosamente, pero finalmente decide. - Aunque tengas razón... no me puedo permitir que evada la ley con estos jueguitos de "estoy asustada"... si te ofreces, es tu problema, no mio... pero esperaré lo mejor. - La situación era tensa, así que con disgusto acepto la propuesta de Artemiz, pero no sería responsable de lo que pasara.

- Entiendo... - El joven asintió, miró el tembloroso cuerpo ahogado en pánico de su madre y se acercó con cautela.

Legyona al darse cuenta, afianza el escudo frente ella con el espadón en mano, lista para matar. - ¡Alejate! ¡¡Alejate de mí!! - Bramó advirtiendo a todos a su alrededor.

- Mamá... soy yo, Artemiz, tu hijo... no sé y ni entiendo lo que te ocurre... pero para ayudarte debes calmarte... - Dijo Artemiz, dando paso sumamente lento, con sudor brotándole por los nervios, escondiendo los nervios bajo una sonrisa seca.

- ¡No te me acerques! ¡¿Si?!... ¡No deseo hacer daño! ¡Pero si me obligas te voy a herir!... - Legyona retrocedía cuidadosamente, con miedo y la desesperación en su cuerpo, mantenía una posición torpe y temblorosa.

- ¿Qué debo hacer para que confíes en mí?... - Indagó el joven para tratar de acercarse, tragando saliva.

- Solo vayanse... dejenme en paz... solo quieres "eso" de mi... - Respondió la mujer cada vez más lamentada, empezando a soltar lágrimas.

El Ende Of Eternity: El Linaje Perdido [©]Where stories live. Discover now