Capitulo Uno...

74 3 4
                                    

Estaba caminando por ese largo pasillo, dirigiéndome a los calabozos, tenía una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro, en mi mente solo pensaba en matar, torturar, y empalar, en mi mano derecha sostenía un largo palo con la punta bastante afilada, para atravesar los órganos de mis próximas victimas, hace apenas unas horas me había llegado la noticia de que tenia un nuevo prisionero, por eso me sentía un poco inquieto.

Baje las largas escaleras en forma de caracol, y por fin llegue- ¿Dónde está el nuevo prisionero?- pregunte con un tono entusiasta, pero solo logré escuchar gemidos de dolor, sollozos, y quejas, había un olor putrefacto en aquel sitio, todo estaba sucio, y había sangre por todas partes- ¿Díganme dónde está el nuevo prisionero?- repetí, caminando y a la vez mirando en todas las jaulas, hasta que lo vi, no era nada extraordinario, solo un hombre, no muy alto, entre los 35 o 40 años, pero lo reconocí por que estaba rozagante, todos mis prisioneros están desnutridos, apuñalados, empalados o simplemente muertos.

Apoye el gran palo en una pared, y de mi bolcillo saqué mis llaves, abrí la puerta, agarré mi palo y la volví a cerrar, en la cara de ese hombre se podía notar que estaba muy nervioso, con una expresión de terror tartamudeo- Co-conde Drá-drácula- yo sonreí aun más, el miedo que daba mi presencia era mi mayor orgullo.

-El único- dije, di unos pasos más, acercándome a el, me agaché para quedar a su altura- ¿Y tú quién eres?- pregunte, realmente no tenia interés.

-Por favor no me haga daño, te-tengo una familia- dijo entre sollozos- soy carpintero, y el dinero no me alcanza para mantenerlos, y si a mi no me alcanza a mi esposa menos, se morirían de hambre-

-¿Y tienes hijas?- pregunté

-Si, dos- dijo el señor, me levanté

Serio dije-Vamos a hacer un trato, yo te dejo libre si tu me traes a tus dos hijas ¿Te parece?- el señor aceptó, seguro estaba muy desesperado para aceptar un trato así.

Lo saque del calabozo y le di tres días para traerme a sus hijas, si pasaban esos tres días y no había vuelto yo mataría a sangre fría toda su familia.

Al segundo día...

Yo estaba sentado en mi balcón esperando, de repente la puerta que estaba detrás de mi se abrió, voltee y lo vi, con sus dos hijas, inmediatamente me levante y una sonrisa se dibujó en mi rostro- Pasen- dije con "Amabilidad"- ¿Y como se llaman preciosas?-

-Amelia- dijo una con timidez.

-Anastasia- dijo la otra.

-Hijas, ustedes se van a quedar con el Conde Drácula- dijo empezando a llorar- Yo ya me tengo que ir- ellas comenzaron a llorar también y lo abrazaron, el no paraba de decir "Lo lamento" Y ellas no lo soltaban.

-Papá no te vayas- dijo Amelia

-Si papá- decía Anastasia, entre sollozos- no te vayas, no nos dejes aquí-

-No hijas yo me tengo que ir- dijo el señor, limpiándose las lagrimas, y cuando se iba a dar vuelta para irse le dije-Tienen razón sus hijas- trague saliva- no se vaya aun- dije pasando poco a poco mi mano por la cintura de una de las chicas- Vengan y siéntense aquí-

El señor y Amelia se sentaron, pero solamente habían dos sillas y le ofrecí a Anastasia que se sentara en mi regazo, que ingenua era, con una de mis manos la agarre de sus muñecas y con la otra halé su cabello hacia atrás causando que dejara su cuello descubierto e inmediatamente la mordí, ella dio un grito de dolor y sus ultimas palabras fueron ¡¡¡PAPÁ AYÚDAME!!!Y finalmente murió, cuando extraje la ultima gota de sangre saque mis colmillos de su cuello y tiré ese cadáver al suelo- Ahora vienes tú- dije mirando a Amelia, me levante de mi silla y comencé a caminar en dirección hacia ella.

Unos minutos después...

-Listo ya tienes lo que querías- dijo el señor limpiándose las lagrimas- Yo ya me tengo que ir- El se levanto.

-Tus hijas sabían horrible- dije asqueado, limpiándome la sangre que estaba en mis labios y barbilla- Bueno trato es un trato, vete y no quiero volver a verte- dije serio.

El se fue y yo quede solo, mirando las montañas, la luz plateada de la luna iluminaba todo, parecía como si el tiempo se detuviera, la leve briza me movía el cabello, escuchaba los aullidos de los lobos, mis fieles aliados, pero a pesar de todo no era feliz, algo faltaba, tenia ansiedad de saber ¿Qué era? En todo ese tiempo no me había llegado ninguna respuesta ¿Por qué habría de llegar ahora?

Tú eres mi única debilidadWhere stories live. Discover now