Cap. 09

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Luciana tiene 08 años...

-Ven para acá pequeña, no te haré nada cosita linda- decía mientras caminaba entre unos arbustos- ¿Luciana?- llamé a mi Lucy pero no respondía, por fin hacía lo que quise desde un principio con Luciana, pero ella escapó antes de que pudiera...

Un crujido llamó repentinamente mi atención, ella pisó una rama, solté una leve risa maligna, ella no se encontraba tan lejos, corrí hacía donde creía haber escuchado ese crujido, sentí su leve presencia, su olor y escuché su respiración agitada- Oh... ¿Donde estará Luciana?- dije mientras daba unos pasos hacia un árbol, y de reojo vi que ella se asomó un segundo, una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en mi rostro, y en un parpadeo estaba detrás de ella.

Inmediatamente me vio y gritó, intentó escapar de nuevo pero la sujeté de sus antebrazos, ¡No papá! ¡No! Gritaba una y otra vez, pero hice caso omiso a sus súplicas, la puse contra el árbol, subí nuestros brazos y lentamente acerqué mi boca a su cuello y... La besé repetidas veces, haciéndole cosquillas con mis colmillos, ella reía a carcajadas, solté sus antebrazos y puse mis manos en su cintura, ella paso sus brazos por mis hombros, y me repetía una y otra vez que parara pero no estaba dispuesto a hacerlo, la levanté, ella se aferró mas a mi con sus piernas, dejé de besarla, alcé la vista y comencé a caminar, lentamente Luciana se calmó.

-¿Y como me encontraste papá?- me preguntó.

-Escuché tus torpes pasos- respondí.

-¿Torpes?- comenzó a hacer un puchero.

-Lo que quise decir es que tienes que cuidar por donde pisas, si haces lo que digo, la próxima vez te aseguro a que ganarás- dije alentándola.

-¿Y por qué siempre jugamos de noche? Opino que sería mejor- preguntó curiosa Luciana.

Ella estaba inerte de lo que yo era, pero confiaba en que llegaría un día en el que estaría lista para saber la verdad, pero faltaba mucho para eso por mientras tenía que evadir el tema o poner una excusa absurda- Porque de día visito el palacio de la Luna y las estrellas-

Noté como sus ojos brillaron- ¡Wow! ¿Enserio papá?- yo hice un gesto afirmativo- ¿Y que hay en ese lugar?-

-Luciérnagas, estrellas, lunas y soles- contesté sencillamente.

-Maravilloso... ¿Puedo ir?- Volvió a preguntar.

-Solo las personas de puro corazón pueden visitar ese sitio Luciana- Seguí mintiendo

-¿Y como puedo tener un corazón puro?- le besé la nariz.

¿Qué le digo ahora? Pensé- Haciendo buenas acciones pequeña-

-¿Papi?- preguntó, y yo la miré- ¿Tu crees que yo tenga un corazón puro?- paré de caminar.

-Claro que si, pequeña, tu tienes el corazón mas puro que he visto ¿Sabes por qué?- pregunté.

-¿Por qué?- respondió atenta.

-Porque puedo ver y sentir cuando alguien es bueno de verdad, y tu chiquita- le hice cosquillas con una de mis uñas en el estómago- Eres apta para visitar ese lugar-

Ella completamente entusiasmada me abrazó con fuerza y me dio un par de besos en la mejilla, yo la consentí también y luego de todo ese cariño, retomé mi rumbo.

(10 minutos después...)

Dejé a Luciana en el suelo, y le tomé la mano-¿Papi dónde estamos?- preguntó con inocencia.

Dimos unos pasos, y yo con un movimiento de mi muñeca hice que un soplara un ventarrón el cual azotaba contra las ramas de los árboles haciendo que millones de luciérnagas volaran a nuestro alrededor, la luz de la Luna llena y las estrellas alumbrando el escenario, el dulce frío de la noche, la mirada alegre de Luciana al ver volar a esos pequeños animalitos, sus ojos se iluminaban como dos luceros, fue tan especial esa noche para mi, que desearía repetirla una y otra vez.

-¿Qué te parece si atrapamos unas luciérnagas?- pregunté mirando a Luciana, ella hiso un gesto afirmativo y ambos corrimos en direcciones opuestas para atrapar a esos insectos.

Un rato después de pasarla bien con risas y juegos, volvimos a mi castillo agotados, deseando un trago de agua y sangre.

Deje a mi pequeña en su habitación, y yo me dirigí a la mía, mientras caminaba pensaba "¿Cómo es que alguna vez pude haber querido morder a Luciana?" sabia que desde hace tiempo había desechado esa idea, Luciana ya era parte de mi rutina, parte de mis deberes y parte de mi marchito corazón, ella era la única persona logró ganarse mi afecto y deseaba estar con ella para el resto de la eternidad.

Entre a mi habitación, me bañé, me vestí y me dormí inmediatamente.

Tú eres mi única debilidadWhere stories live. Discover now