Cap. 18

14 3 0
                                    

-¡¿COMO QUE LAS MANADAS SE UNIERON Y AHORA ESTAN CONTRA MI?!- Grité, la rabia me consumía, estaba de pie, agarré a Yovany del cuello de su camisa y hice que me mirara a los ojos- Eso significa que ustedes están contra mi ¿No?-

-No, no Co- conde, noso-nosotros no-nos opusimos- tartamudeó, lo dejé en el suelo, di media vuelta.

-No puede ser- agarré mi cabeza- No puede ser- repetí esta vez más fuerte- ¡NO PUEDE SER!- grité y empujé una mesa contra la pared destrozándola en pedazos y haciendo volar por los aires los objetos que estaban sobre ella- ¿Y ustedes qué se creen lobos insignificantes? ¿Piensan que van a poder contra mí?- pregunté mirándolos, ellos negaron con la cabeza mirando al suelo, suspiré tratando de calmarme- Dijiste- apunté con el dedo índice a Yovany- que ustedes se opusieron ¿No?- ellos hicieron un gesto afirmativo- Eso quiere decir que... Aun me apoyan pero... ¿Nadie más? ¿Todos ahora están contra mí?-

-Si, Conde- confirmó José mirando al suelo.

-¿Y ustedes que hacen aquí?- pregunté.

-Al oponernos nos desterraron y no tenemos a donde ir, por eso...- lo interrumpí.

-¿Y ustedes piensan que esto es un hotel? ¡JA! ¡Que bonito el hotel Transilvania!- dije sarcásticamente, luego un pensamiento llegó a mi mente, "Lo único que estás haciendo es demostrarles que el resto del grupo tiene razón ¿Quieres ganarte más enemigos?" me pregunté a mi mismo, "Ellos son los que quedan de tus licántropos aliados, no querrás que te den la espalda, los necesitas para muchas cosas..."- Bueno, los dejaré quedarse- ellos se miraron entre si con una leve sonrisa- solo no me molesten mucho- dije sonriendo también.

-¡Gracias Conde!- exclamó alegre Santiago.

Me retiré de la habitación y fui a des estresarme un poco, llegaron prisioneros nuevos, era fantástico ya que vería nuevos rostros sufrir.

Bajé las escaleras de caracol, tomé las llaves que estaban colgando de un clavo, abrí una de las celdas, entré, las paredes estaban limpias al igual que el suelo, amaba cuando llegaban prisioneros ya que los sirvientes limpiaban el calabozo- Buenas Noches...- saludé al entrar, los dos hombres que estaban amarrados a las paredes, temblaban, sabían que su fin estaba cerca, me carcajee, me sentía feliz, pero todavía había rabia en mi interior.

(10 minutos después...)

-¡25 hombres y que siga la fiesta!- exclamé tirando un cadáver al suelo, reía a carcajadas, me fascinaba matar, el día que Luciana volvió a mis brazos sentí que el alma me volvió al cuerpo, ya disfrutaba lo que hacía y lo seguiría haciendo por siglos y siglos.

Tú eres mi única debilidadWhere stories live. Discover now