Octavo capitulo.

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Estaba caminando por uno de los largos pasillos de mi castillo, en dirección a la habitación de Luciana, recién había llegado de comer, pero obviamente primero pase por mi cuarto y me cepille, no quería tener el aliento con olor a sangre, también me cambié de ropa y me puse algo más cómodo, cuando llegue al cuarto de la pequeña, suspiré antes de entrar, abrí la puerta y no vi a nadie, la cerré detrás de mí-¿Luciana?- dije, pero no escuché la voz de la pequeña, revisé debajo de las almohadas, abrí el closet y no estaba, "Lo mas seguro es que esté debajo de la cama" pensé, me arrodillé y con una de mis manos retiré un poco de la cobija que estaba colgando ¡Y no estaba!

-¿Qué rayos?- pregunté confundido-¿Dónde esta?-

-¡Boo!- Dijo de repente Luciana que estaba sentada en la cama, yo inmediatamente la miré, ella reía a carcajadas-¡Te asusté!- decía la pequeña.

-¿Dónde estabas escondida?- le pregunté confundido.

-Debajo de mi cama, pero cuando tu revisaste yo me salí y me subí aquí- me levanté y me senté a la orilla de la cama, la pequeña me abrazó, le di unos besos y le hice cosquillas, leímos un cuento y conversamos un rato-Estoy aburrida... ¿Qué te parece si jugamos un rato papá?- me preguntó.

-Claro- respondí- ¿A qué quieres jugar?- levanté una ceja.

-Al escondite- contestó la pequeña con una sonrisa- A ver, levántate y te explico- me levante y ella aun sentada en la orilla de la cama me dijo como se jugaba, para ser sincero me parecía bastante simple; ella se levantó de la cama me agarró de la mano y me llevo a uno de los rincones de su cuarto- te vas a cubrir los ojos con una de tus manos y cuanta hasta 20- me dijo-Bueno empecemos- puse mi brazo a la altura de mis ojos, apoyado en la pared y con la cara interna del codo cubrí mis ojos, comencé a contar y oía los pasos de la pequeña de aquí para allá, era obvio que no sabia donde esconderse.

Cuando llegue al número 20, pude destapar mis ojos y comencé a buscar, primero probé debajo de la cama y ella no estaba ahí- ¿Dónde estará Luciana?- pregunté juguetonamente luego me acerqué al baño, abrí la puerta miré para todas partes ella no estaba, escuché con atención y pude oír su respiración estaba dentro del closet- No la encuentro, ¿Estará aquí?- crucé por la habitación y llegue a la cama y revolví las almohadas- Entre las almohadas no está- con pasos extremadamente silenciosos me acerqué al closet y abrí de golpe la puerta y ahí estaba ella- ¡Te encontré!- le dije y ella reía, la agarre rápidamente y la cargue, ambos reíamos, me senté en la cama y la pequeña estaba sobre mi regazo-Me gusto este juego, ¡sigamos jugando!- le di un beso en la nariz a la niña.

-Tu turno, Te toca esconderte- dijo con tono juguetón, "Va a ser muy fácil" pensé.

-Claro, ahora ve y cuenta... Sabes solo hasta 10- soy muy rápido y además ya había pensado mi escondite; Luciana hiso un gesto afirmativo, se levantó y fue a la esquina, cuando comenzó a contar me levanté y corrí hacía la puerta del baño, y la empujé levemente ya que no la había cerrado, apagué la luz, me transformé en un murciélago y me escondí detrás de la cortina de una pequeña ventana, oí cuando Luciana dejó de contar y comenzó a buscar primero acomodó sus almohadas, revisó debajo de la cama, podía verla por la pequeña hendidura de la puerta; luego ella se acercó a la puerta y la abrió, encendió la luz, sonriendo y con pasos desconfiados se acercó a la cortina de la regadera, la agarró y la apartó "¿Papá?" preguntó confundida, suspiró. Yo con una de mis alas aparté un poco la cortina y me tiré al suelo cuando casi iba a llegar aletee un poco para no golpearme y me convertí en un vampiro de nuevo- ¡Boo!- le dije ella inmediatamente volteo "¡Te encontré!" exclamó, ella corrió hacia mí y me abrazo, yo me agaché, la rodee con mis brazos y la cargue hacia su cama, la deje ahí acostada y yo a su lado, le di un beso en la frente, la pequeña bostezó, sabia que ya se estaba cansando, me levanté y busque un cuento en la estantería, se lo leí, cuando terminé, le hice cosquillas ella reía a carcajadas y me suplicaba que parara pero no le hice caso a sus suplicas y seguí, le besé la nariz, las mejillas que ya estaban rojas como tomates y lentamente baje hacia su cuello había notado que también tenía cosquillas ahí pero tenía que ser muy cuidadoso ya que podía lastimarla... O incluso morderla.

Tú eres mi única debilidadWhere stories live. Discover now