Capítulo Siete (Parte 1)

320 30 4
                                    

CAPÍTULO SIETE

MORGAN

El vídeo me ha dejado mucho más cachonda de lo que nunca voy a admitir. Siento el insoportable dolor placentero que hay en mis bragas; las siento mojadas, porque así de rápido mojo yo, ¿algún problema? Pues sí, el problema es que no puedo simplemente meterme la mano y masturbarme tranquilamente, porque hay un semental con dos neuronas tirado a mi lado en la cama de matrimonio. Y ese estúpido hombre es Mason Dwin. 

No puedo masturbarme delante de Mason Dwin. Más que nada porque se pondría cachondo él y entonces a mí no me sobraría el autocontrol ni la autocrítica para animarle a que me follara sin miramientos. Joder, ¿por qué he dicho eso? ¿Por qué estoy pensando en nosotros dos haciéndolo? ¿Por qué en mi imaginación estoy disfrutando como nunca? Es verdad que tiene pinta de follar como un puto dios, pero no pienso perder mi dignidad para salvar el calentón. Pero, joder, pensar en él solo está haciendo que me ponga más; mi respiración se va haciendo cada vez más pesada y a cada segundo tiendo a apretar las piernas para intentar calmar la pulsación ahí abajo.

Me paralizo cuando noto cómo se mueve sobre el colchón. Escucho cómo aclara su garganta y habla con la voz ronca:

—No puedo dormir.

—Ya. Yo tampoco consigo conciliar el sueño —digo, mientras me coloco mirando al techo, con las manos sobre mi estómago.

Me mira. Lo odio. No hay persona a la que le tenga más aversión que Mason Dwin. Me vuelve loca en el peor de los sentidos, juega con mis nervios y me hace perder una paciencia que no sabía que tenía. Y tanto como lo odio, me siento increíblemente atraída hacia él.

—La verdad es que me ha afectado un poco el vídeo ese de tu amiga.

—No es mi amiga —Que se refiera a esa chica como mi amiga me molesta. Ni siquiera sé quién es. ¿Cómo carajos habrá llegado ese vídeo a mi cámara? Era para Ivy, pero Ivy no me mencionó nada... Sé de alguien que no va a volver a ver nada mío el resto de su vida—. Y me parece de muy mal gusto que me digas que estás palote, eres un guarro.

—¿Me vas a decir que no te ha encendido ni un poquito? —Lo escucho reírse— Por Dios, Strevens, me hago la idea de que no ves porno, pero joder, eso ha sido una buena escena. Te lo digo yo, con mis 9 años de experiencia pornográfica.

—Cállate —suelto un bufido y vuelvo a darle la espalda—. No me interesa saber con qué contenido sexual machista y trillado te la has cascado durante tus años de pubertad.

—De años de pubertad nada, que sigo cascándomela, pero evito el contenido machista y me voy a las escenas de sexo intenso y, sobre todo, consensuado —El silencio se hace. El saber que le pone el sexo con intensidad me hace imaginarle haciéndolo. Haciéndomelo. A mí. Lento, suave, apasionado y muy entregado. Suspiro y trato de olvidarlo todo para intentar dormir. Aunque cualquiera duerme ahora con la imagen de un tío de al menos 1,90 con los músculos marcados, el pelo negro desordenado y los ojos marrones y brillantes viéndote toda entera y desnuda... Al cerrar los ojos, mi fantasía ha cambiado: lo único que veo es a Mason, tocándose a sí mismo. Mirándome—. Aunque dejé de ser aficionado fiel al porno hace un tiempo... Prefiero imaginarme las escenas yo mismo. Me las invento. Soy muy creativo, ¿sabes? Normalmente recurro siempre a la misma, pero a partir de hoy voy a cambiar un poco mi repertorio... ¿Te importaría ponerte en algún momento un disfraz de colegiala para que pueda avivar mi fantasía?

—Oh dios mío, Mason, te odio —Me levanto con prisa, cogiendo la manta que hay en el brazo del sofá. Traslado las maletas y la ropa que hay encima al suelo, y me tumbo en él, mirando por un momento la sonrisa burlona que el idiota me está ofreciendo—. Voy a dormir aquí porque no aguanto estar cerca tuya. Mañana te tocará a ti.

Derecho a másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora