Capítulo Veintinueve

250 28 26
                                    

CAPÍTULO VEINTINUEVE

MORGAN

    Nunca había visto a Ivy sentir vergüenza. Ni una sola vez. Pude imaginarla cuando a principios de curso me contó lo que le pasó con el yogur caducado y sus tripas, pero nunca la había visto en vivo y en directo morirse de la vergüenza como hoy lo ha hecho. Me alegro de que, al menos, haya tenido la decencia de ponerse colorada y bajar la mirada ante Connie y yo. No sé a quién de las dos le tendría que dar más vergüenza mirar a la cara.

    Cuando Connie quería hablar conmigo a solas, lo que me ha dicho lleva repitiéndose en mi cabeza toda la noche:

    —Escucha, lo siento. Siento no haberte creído, tenía sus manos en mis ojos y no podía ver más allá de lo que él quería que viera. No me estoy excusando, no me estoy justificando, he sido una amiga de mierda, he metido a ese loco en nuestras vidas, y no me lo voy a perdonar jamás, pero no quiero perderte, Morgan. Me siento fatal al pensar en todo lo que ha pasado, y que todo haya sido por mi culpa... Lo siento, de verdad. Me gustaría que... Que volviéramos a ser tú y yo aquí, como al principio. Yo ahora me voy a ir unos días con mi hermano, pero voy a volver, y entiendo que no quieras volver a verme en toda tu vida, pero de verdad que lo siento, y quiero demostrarte que me importas, que te quiero, y que nunca habría dejado que te pasara nada...

    Bueno, Connie no tiene la culpa de fijarse en un acosador y un perturbado mental, eso es cosa de él, pero entendí su punto: se siente culpable por haberlo introducido en mi vida, y todo el daño que me ha hecho, y supongo que intenta compensármelo con una buena amistad. No me vale, la verdad. No me compensa el trauma, pero igualmente, le dije que sí. No quería irme de mi casa, y aunque me fuera a costar mucho volver a confiar en ella, o verla como una buena amiga, no podía privarme tampoco de contar con otro apoyo, a parte del de Mason.

    Mason... Giro mi cabeza para verlo dormir plácidamente, con su brazo abrazándome la cintura. Me cago en la hostia, que este hombre es mi novio. ¡Mi novio! Me encojo de la emoción, y me hago una bolita contra su pecho. Se mueve y me abraza más fuerte. Eso no me lo esperaba, la verdad. No pensaba que nunca me pidiera eso, no pensaba tampoco que yo le diría que sí tan fácilmente, no pensaba que estaría a punto de llorar, mientras él duerme a mi lado, por el hecho de pensar en cuánto lo quiero, porque lo hago. Es simplemente que no puedo decirlo... Lo he intentado, hoy mismo en medio de mi ataque de ansiedad, o no sé qué ha sido eso, he querido decirle treinta mil veces que lo quería, porque la forma que tenía de sostenerme y aguantarme no me ha dado más que seguridad. Lo quiero, y se lo pienso decir todos los días desde la primera vez que lo haga, pero antes necesito prepararme mentalmente.

    —¿Qué te pasa?—me sobresalto con su susurro.

    —¿Estás despierto?

    —Me has despertado al moverte.

    —Ow—hago una mueca con los labios y le doy un pico—, lo siento.

    —No pasa nada—se remueve—. ¿Estás bien?

    Cuántas veces me habré preguntado eso a mí misma... No las puedo contar, son demasiadas.

¿Estoy bien? Estoy viva, eso es lo que más cuenta. Estoy con Mason, eso me hace feliz. Estoy bien, aunque podría estar mejor. Soy consciente de que lo que he vivido es muy difícil que lo supere sola, que necesito ayuda, ya no solo de Mason y mis amigos —que no tengo y debería preocuparme por buscar, por cierto—, sino de una profesional. Quiero que sea una mujer, creo que me sentiré más cómoda contándole todo esto a ella, que a otro hombre. Yo solo... Espero no trabarme en el camino. Espero no encontrarme con piedras demasiado grandes, no querer tirarme al suelo por no poder más. Quizás suena raro que ahora mismo esté bien, después de lo que ha pasado hoy, pero no estoy mal. No intervenir en nada de lo que ha ocurrido me ha hecho bien, porque si llego a hablar más de lo que he hecho, creo que me habría vuelto a dar otro ataque. No quería volver a sentir lo que he sentido cuando he visto a Kirk e Ivy juntos... Una furia que me ha taponado el riego de la sangre, que me ha hecho pausar mi vida un segundo. Más de un segundo. Durante todo el tiempo, he sentido que yo estaba en stand by, pero todo seguía sucediendo a mi alrededor: ellos seguían gritando, llorando, intentando correr. Pero yo seguía quieta, atinando solo a decir varios comentarios, porque callada del todo no podía estar.

Derecho a másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora