Capítulo Dieciocho

255 25 17
                                    

CAPÍTULO DIECIOCHO

MASON

    —Let's fall in love for the night and forget in the mornin'...

    —¿De quién es?—pregunta, con los ojos a media asta.

    —Finneas—susurro.

    Sigo rasgando la guitarra y cantando en voz baja, en cierto modo solo queriendo que ella me escuche, pero sabiendo que Cara se está quedando dormida también con mi voz, y que Carson estará soñando con ella —con mi voz y con mi hermana—. Robb aún come de la comida que ha sobrado, sentado en la arena mirando a la luna. Melancólico. Si estuviera pensando en su novia, sería hasta romántico. Pero romántico de los del romanticismo del sigo XVIII, no de los de ahora.

    —Es muy bonita.

    Tú más.

    —¿Te gusta?—asiente.

    Quiero parar y dejar la guitarra a un lado para acariciarle el pelo y abrazarla hasta que se duerma, pero algo me dice que, si corto el hilo de música que los tiene tan calmados a todos, me van a acribillar para que siga. Y no querría quitarle el sueño a Lantana de esa forma. Pero no te gusta.

    —No sabía que cantabas—Yo no sabía que tardaba tanto en dormirse, cuando he dormido con ella ha caído como un tronco. Su voz es somnolienta, está luchando contra el sueño.

    —Pues ya lo sabes—le sonrío.

    —¿Puedo poner en mi parte de la apuesta que me cantes todos los días antes de dormir?

    —Y al despertar, si quieres.

    Una sonrisa dulce antes de que cierre sus ojos y, por fin, se duerma. Sigo tocando las cuerdas unos minutos más, y termino bajando el volumen y la fuerza gradualmente. La dejo a un lado y me quedo viéndola dormir; pero qué guapa es. Lleva puesto el gorro de la sudadera, y tapada con una manta hasta el cuello, por lo que lo único que se ve es su rostro, en medio de la oscuridad. Acaricio su mentón con cuidado de no despertarla.

    —Y tienes la cara de hablar de mí.

    Me vuelvo hacia la voz de Robb. Sonrío, porque tiene una expresión de acusación en la que junta las cejas y entrecierra los ojos.

    —¿Qué dices?—Me levanto y me siento a su lado, un tanto alejados del resto, que duermen.

    —Que yo tampoco pensaba llegar vivo a este momento.

    —¿Qué momento?

    —¿Estás de coña? ¿Tú y Morgan? Se ve clarísimo. La miras de una forma muy bonita.

    Mi sonrisa vacila ante sus palabras.

    —No es... —aclaro mi garganta—. No es lo que crees, no estamos...

    —Sé que no estáis saliendo, pero sientes algo por ella—frunzo el ceño de inmediato, casi que ofendido—. No me mires así, imbécil, solo digo la verdad.

    —¿De dónde te has sacado eso?

    —De la forma en la que la miras y la quieres tocar todo el rato, la cuidas, quizás sin darte cuenta, pero lo haces.

    Miro a la arena, aún con la expresión de inconformidad. ¿Yo hago eso? Es decir, sí que quiero tocarla todo el rato, me atrae, y la miraré pues... con hambre, supongo, y la cuido porque... No sé, Robb está empezando a meterme ideas en la cabeza que yo no quería tener presentes, no me gusta agobiarme, y menos por cosas que sé que no puedo controlar, por mucho que me empeñe en hacerlo, como los sentimientos. Yo lo intento: ponerme trabas para no caer, pero al final me caigo por ellas mismas.

Derecho a másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora