Tsukino Ruri no puede aceptar los finales dados por la escritora Koyoharu Gotouge, expresando siempre su descontento. Un día normal de feria, un idiota grosero, todo parece estar bien más terminan envueltos en un gran accidente
El despertar en un m...
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Luego de dos días de viaje, Heika arribó en el pueblo en donde se casaría con su futuro esposo, normalmente una joven novia de solo dieciséis años se esforzaría en verse digna y presentable, pero si hablamos de la verdadera Heika todos esos extravagantes detalles se iban por el traste. La jovencita había decidido ser ella misma desde ese día en que dejó su hogar
Su pobre doncella había pegado el grito al cielo al ver a su señorita montar a caballo aquella tarde, andar descalza por el lodo y manchando su traje ceremonial en el camino, mismo que luego se quitó y reemplazó por un kimono y hakama sencillo para luego atar su largo cabello castaño oscuro en una coleta alta
— Señorita... —susurró la doncella al ver que estaban pasando por un pequeño mercado— ¿no deberíamos hacer una parada para adquirir una mejor vestimenta? —inquirió esperando a que su señorita recapacitara
— ¿Por qué debería comprar ropa? —le cuestionó Heika con una sonrisa— ¡Tengo tanta en aquellas valijas que podría venderlas...! —exclamó mientras una idea divertida se cruzaba por su mente— ¡si, eso sería lo mejor! —añadió pidiendo a la comitiva detenerse y sin ayuda alguna se bajó del palanquín de un salto
— ¡¡Señorita!! —exclamó la pobre doncella sin creer lo que sus ojos veían— ¡espere! ¡¿a dónde piensa ir?!
— ¡No voy a esperar a llegar con las manos vacías y que mi "esposo" me mantenga! —negó la castaña sacando sin demora varias de sus valijas ante un grupo de personas curiosas— ¡Muy buenas tardes a todos ustedes! —añadió ejerciendo una reverencia— he de decir que provengo de otro poblado y traigo conmigo muchos artículos finos y de buena calidad —declaró sacando varios de sus kimonos caros—— ¡acérquense, cuento con muy buenos precios!
"¡Oh, mi señorita Heika...!"
La gente lucia complacida con los precios y la expresión llena de confianza que les profesaba su joven anfitriona. Muchas jovencitas se lanzaron para poder adquirir los hermosos kimonos bajo la atenta mirada de los guardias que les acompañaban junto a la doncella que sentía que podría llegar a desmayarse en cualquier momento
Ya al atardecer y una vez el negocio improvisado de Heika terminó, la jovencito recaudó todo su dinero y aprovechó en comprar algunas telas, mismas que subió al palanquín sin ayuda alguna para ahora si dirigirse hacia la residencia "Tsukino". La hermosa hija de la familia Tsugikuni llegó a su nuevo hogar únicamente con la ropa que llevaba puesta y sus telas
— Señorita ¿cómo pudo hacer eso? —se lamentó la doncella
— ¡Oh, pero si fue muy interesante hacerlo! —rió Heika inocentemente— gracias a eso pude ver que este pueblo es un lugar próspero y tranquilo —añadió soltando un suspiro— puedo decir que su señor maneja muy bien este lugar, ya que su gente luce complacida. Los campos son amplios y fértiles, tanto que los caballos pueden pastar libremente
