Cap. 18: Kioto

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Parte 4/4

Narra Karma

La mayor—quien iba frente a nosotros—abrió una puerta corrediza, haciéndonos un ademán para que entrásemos tras ella.

Al entrar, nos encontramos con una habitación algo pequeña de un estilo japones antiguo, sus paredes eran de un claro color beige, tenía un tatami de color verde y una mesa de té la cual era de madera. Era simple, pero no estaba mal.

La chica en mi espalda me susurró que la dejara en el piso, a lo que la bajé. Se sentó aun cubriéndose con mi chaqueta y con la cabeza baja, imité su acción y me senté como un indio.

Nuestra profesora se sentó frente a nosotros, para dar comienzo a la conversación.

—Seré franca, Hikari, y no me importa que Karma esté aquí. ¿Acaso sabes las consecuencias de lo que acaba de ocurrir? ¿qué hubiera pasado si el pulpo no hubiera llegado? —Calló unos momentos, esperando a que la menos contestara—¿Sabes cómo se pondrá tu padre cuando se entere?

La albina susurró—No es como si le importase.

Me quedé en blanco. ¿QUÉ DIJO?

Se quedaron en un incómodo silencio por varios minutos en los que la profesora no le quitaba los ojos de encima a Hikari mientras ella miraba el tatami como si fuese lo más interesante del mundo.

Suspiró—Mira, Hikari, sé que tu relación con tu padre no es la mejor, pero--

—¿Qué no es la mejor? —Interrumpió, sus ojos estaban oscuros, carentes de ese brillo que tanto los caracterizaba. Prosiguió—Tía Irina, la aprecio y respeto, pero sabe que eso no es ni la milésima parte de lo que de verdad sucede. Mi padre me mandó lejos en el momento que más lo necesité, esperó que fuese la estudiante perfecta aun cuando carezco de apoyo familiar, sabe de mi condición de salud y parece no importarle en lo más mínimo, ¿qué no es la mejor? El me odia, y sé que si no fuera porque arruinaría su "linda y maldita reputación" ya se hubiera desecho de mi hace mucho tiempo.

Mi mente quedó en blanco, y sé que mi expresión me delataba. Cuando Hikari me dijo que sufría, ¿se refería a eso y no a las medicinas? ¿acaso su padre la maltrataba?

Mi mirada estaba fija en mi compañera, atento a sus acciones y palabras.

La rubia frunció el ceño suavemente—De acuerdo, si es así como piensas no puedo hacer mucho—Suspiró nuevamente—, pero, sólo recuerda que en el momento que necesites hablarlo, estaré contigo. Somos familia, después de todo. —Y sin más que agregar, se levantó y se fue, dejándonos solos.

El silencio reinaba en la habitación, la menor no había despegado su mirada del piso y yo no lo había hecho de ella. Suspiró y me volteó a ver.

𝐎𝐭𝐫𝐚 𝐯𝐞𝐳 | Akabane KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora