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☆ -'𝐨𝐦𝐧𝐢𝐬𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞'-
—Hazlo.
—No.
—Hazlo.
—No.
—¡Hazlo!
—¡Que no!
—¡Admítelo! Siempre que vienes a mi casa alguna camisa o sudadera mía desaparece, ¡eres tú, ¿no?! —le apuntó.
—¡¿Y cuales son tus pruebas?! —contraataco—Kioko-san dijo que eras muy descuidado, debe ser eso. ¡Eres tan distraído que pierdes ropa en tu propia casa!
—¡Esa eres tú!
—¡Claro que no!
—¡Claro que sí!
—¡¿Entonces se los llevaron los duendes?!
—¡Tú sola te estás llamando duende!
—¡Serás...!
Se miraron desafiantes por varios segundos y luego apartaron la mirada.
Esto es una pérdida de tiempo... -pensaron.
—Entonces... ¿podemos irnos ya? Se nos hará tarde a los tres. Hikari-nee no vino para que llegáramos tarde a nuestras escuelas, ¿no? —preguntó la Akabane menor, intentando que el par de adolescentes entrara en razón.
—Ah, es verdad.
—Olvidé que era lunes.
Y se supone que ellos deben cuidarme. -pensó.
Después de una mini pelea de miradas más, los tres salieron de la residencia Akabane rumbo a la escuela primaria y la secundaria.
El fin de semana habían decidido que intentarían irse juntos a la escuela mientras los adultos de la casa estaban en su viaje de trabajo, algo que a ninguno le molestó.
Por lo que, si todo salía bien ese día, posiblemente seguirían mientras el par se encontraba fuera.
Y quizá algún tiempo más.
Pero, como fue evidente, no comenzaron precisamente bien.
El trayecto fue rápido, pues la escuela de la niña estaba cerca del Kunugigaoka, la cual quedaba a no más de diez minutos a pie de la casa, por lo que entre plática y plática -al igual que pequeñas discusiones-, el camino se hizo más corto de lo habitual, cosa que agradecían.
Cuando la menor desapareció por el portón de la primaria, ambos chicos siguieron caminando por la acera a la par del otro.
Pensando en el bien de sus gargantas, el tiempo que disponían y en el hecho de que estaban en la calle, decidieron dejar el tema de la ropa desaparecida para otro momento.
