Biblioteca: Parte 2

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Lan WangJi siempre había sido un alfa no...convencional.

La gente decía que era frío, callado, y que tenía una mirada que distanciaría a cualquiera.

Decían que él era el alfa perfecto...que equivocados estaban.

Era callado porque las reglas del clan lo imponían, además de que pensaba que no había ninguna necesidad de decir palabras de más.

Se aislaba de las personas no por ser orgullo y creerse más que ellos, sino que le incomodaban las multitudes.

Y sobre su mirada...quizá podía admitir que era muy directa, pero la mejor manera de conocer a alguien realmente era observar sus actitudes, leer sus acciones.

O al menos eso aprendió de su hermano, al cual solo le bastaba con mirarlo una vez para saber qué estaba pensando.

Los nuevos alumnos de su tío estaban llegando al Clan Lan, y si todo salía bien se quedarían durante 1 año. Por suerte él ya había terminado sus clases hace un par de años, por lo que no había necesidad de convivir con su compañeros.

Mientras caminaba por Gusu se dio cuenta de los rostros conmocionados de los discípulos, que parecían verdaderamente extrañados por algo, casi asustados. Por supuesto, algo que causara tanto escándalo haría a cualquiera curioso...pero las reglas especificaban que ser curioso estaba prohibido, así que siguió su camino...

O ese era su plan, hasta que escuchó la voz de su hermano llamándolo, y conversando con él, pero solo llegó a asentir distraidamente mientras centraba su mirada al portador de uno de los aromas más exquisitos que había sentido durante toda su vida, haciendo a su mente un caos.

La persona más hermosa que había visto estaba parada a tan solo unos metros de él. Tenía una sonrisa que seguro pondría celoso al mismo sol de lo brillante que era. 

Sus características y expresiones se quedaron clavados en su memoria, y hubiera seguido mirando al ser divino frente a él si no fuera porque volvieron a mencionar su nombre.

Se obligó a concentrarse y escuchar al heredero de la secta Wen hablar. Su mente, todavía saliendo de la bruma en la que estuvo hace un momento, solo repitió una de las reglas que se habían establecido en su cabeza durante tantos años.

Supo inmediatamente que lo que dijo no fue acertado, ya que el aroma que antes lo volvía loco, se volvió agrio, mostrando que al joven no solo le había incomodado su respuesta, sino que lo había molestado en gran medida.

Sintió la mirada de reprimenda de su hermano, pero él todavía mantuvo su atención en el desconocido.

La bella sonrisa de antes desapareció, y una expresión de ira enmarcó sus facciones.

Escuchó a su hermano disculparse por su comportamiento, y aunque no fue confusión suya (aquella regla existía, inclusive si molestaba al omega) todavía deseó hablar para disculparse.

Estuvieron bastantes minutos discutiendo el tema, y aunque había resultado agridulce para todos, al menos Lan WangJi descubrió el nombre del sirviente.

-Wen Wuxian.-El nombre se repetía en su mente, y le dejaba una sensación de escalofríos. Siguió mirando al chico hasta que el grupo se desvaneció...y se las pasó las siguientes 3 horas dentro de la biblioteca repitiéndose las reglas una y otra vez para calmar su mente.

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Ya habían pasado bastantes horas, y aunque normalmente se iba a acostar a las 9, su tío le pidió que durante las primeras semanas de estadía de los discípulos invitados durante la noche vigilase que nadie rompiese el toque de queda.

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