✞ Capítulo 5.

25.5K 2.4K 1.2K
                                    

Aquella mañana, Daisy preparó un típico desayuno inglés para Thomas, consistente en panceta, huevos, salchichas y algunas tostadas acompañado de una taza de té y un juego de naranja

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Aquella mañana, Daisy preparó un típico desayuno inglés para Thomas, consistente en panceta, huevos, salchichas y algunas tostadas acompañado de una taza de té y un juego de naranja. Él estaba sentado en la mesa de la cocina, disfrutando de un cigarrillo mientras leía el periódico.

—¿Necesitas algo más? —le preguntó, luego de servir la comida en la mesa.

—No.

—De acuerdo. —Con un ligero asentimiento, la joven se dispuso a marcharse.

—¿No vas a desayunar? —La voz de su esposo la retuvo.

—No tengo hambre.

—No tendré que lidiar con esto todos los días, ¿verdad? —protestó—. Llevo exactamente veinticuatro horas contigo, y no te he visto probar un solo bocado. Así que coge un tenedor, siéntate conmigo, y come algo.

Daisy le obedeció sin titubear. Sentía nauseas de solo observar el plato que Thomas acercó a ella; no podía recordar la última vez que había ingerido algo, pero no podía seguir así.

—¿Te gustaría bendecir la mesa? —inquirió.

Él la observó como si hubiera dicho una locura.

—No.

—Lo haré yo, entonces. —Cerró los ojos, pero no se atrevió a coger las manos del contrario como era costumbre—. Señor, te damos las gracias por estos alimentos. Por favor, bendice nuestra mesa, nuestra familia y nuestro hogar. Amén.

Cuando abrió los ojos nuevamente, Thomas ya estaba devorando el desayuno como si sus palabras no hubieran tenido la menor importancia.

—Hoy es domingo, ¿podemos ir a la Iglesia?

—No —le respondió, y Daisy se preguntó si acaso era la única palabra que conocía—. Tengo otros planes para hoy.

—¿Esos planes me incluyen a mí?

—No.

—¿Entonces puedo ir a la Iglesia sola?

—No.

—¿Pero no temes que Dios se enoje con nosotros?

—Yo ni siquiera creo que Dios exista.

Daisy no dijo nada, demasiado compungida para pronunciar sonido alguno, y comieron en silencio durante lo que se sintió como una eternidad. Le dolía saber que aquella sería su vida ahora, ligada para siempre a un hombre que no la quería, y al que ni siquiera le agradaba. Largos años juntos desayunando, almorzando, merendando y cenando en silencio, con vacías palabras de cortesía y sarcásticos comentarios teñidos de desdén. Quizás debería colgarse en el ático, y acabar con ello de una vez por todas.

La frustración y la tristeza inundaban cada parte de su ser. Dos semanas atrás su vida era absolutamente perfecta, y ahora lo había perdido todo lo que alguna vez le había hecho tan feliz.

UNHOLY ✞ Thomas Shelby [Peaky Blinders] Where stories live. Discover now