✞ Capítulo 14.

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Batalló un largo rato para abrir los ojos; los párpados le pesaban tanto como si fuesen bloques de cemento, y sus pestañas estuviesen bañadas en plomo

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Batalló un largo rato para abrir los ojos; los párpados le pesaban tanto como si fuesen bloques de cemento, y sus pestañas estuviesen bañadas en plomo. La luz de la habitación era tenue, pero su repentinidad le lastimó la vista de igual manera, obligándola a pestañear repetidas veces durante unos minutos hasta acostumbrarse a ella.

Intentó moverse, pero no pudo; su cuerpo se sentía rígido, y le tomó un momento notar la razón. Una venda cubría su brazo izquierdo, y otra su mano. Vestía un camisón blanco, pero igual vio las vendas que envolvían su pecho. Levantó las mantas que la cubrían, y notó una cuarta venda en torno a la parte superior de su pierna.

La confusión inundó sus sentidos conforme observaba alrededor, y no fue hasta algunos segundos después que los recuerdos de la fatídica noche de Año Nuevo acudieron a ella, quitándole el aliento y erizándole la piel, haciéndole entender qué hacía en aquella habitación de hospital.

Le alegró notar que no se encontraba sola. Thomas estaba sentado en una silla junto a la cama, durmiendo con parte de su cuerpo apoyado en el colchón, a su lado. Vestía una camisa blanca arrugada, y su corbata colgaba junto a su chaqueta en el respaldo de su asiento.

Tenía el cabello despeinado, y Daisy llevó una mano a él, hundiendo los dedos entre su mata castaña y acariciándole lentamente, peinándole algunos mechones rebeldes con delicadeza. No fue su intención despertarlo, pero lo hizo de igual manera. El azul de sus ojos pareció iluminar la habitación entera conforme le correspondía la mirada en silencio por un momento, sacudiéndose la somnolencia de encima y volviendo a la realidad.

—Despertaste —le dijo, y lo hizo sonar como si tal cosa hubiera sido un milagro, una pequeña sonrisa pendiendo en la comisura de sus labios. Daisy estaba segura de que era la primera vez que su esposo le sonreía genuinamente—. ¿Cómo te sientes?

—Adolorida —respondió, mordiéndose el labio inferior—. Y... un poco ebria, extrañamente.

—Son los medicamentos —aclaró Thomas—. Te dieron un montón. Estás drogada.

—¿Qué sucedió? —preguntó, aun intentando armar el rompecabezas de aquella noche con tan solo la mitad de las piezas—. Lo último que recuerdo es que el coche se averió, y quedamos varados a mitad del camino.

—Perdiste el conocimiento después de eso. Polly, Ada y tu madre nos encontraron, y nos trajeron al hospital.

—¿Y luego?

—Los doctores removieron las balas, y pudieron detener la hemorragia, pero perdiste mucha sangre, y no estábamos seguros de que fueses a despertar.

Daisy dirigió la vista hacia el gran ventanal a su izquierda, la amarillenta luz artificial de los faroles de la calle atravesaba la fina tela de la cortina, y se filtraba en la habitación.

—Aún es de noche —comentó—. Solo pasaron un par de horas.

—¿Un par de horas? Estuviste inconsciente durante cuatro días enteros.

UNHOLY ✞ Thomas Shelby [Peaky Blinders] Where stories live. Discover now