10. si no te despiertas te sigo besando

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Ana estaba dormida, con los labios entreabiertos y boca arriba. La cara un poco girada hacia la rubia, que la miraba tumbada a su lado. Se había dormido hacía, probablemente, una media hora y una vez dormida se había retirado de encima de Mimi rodando sobre su cuerpo.

Desde entonces Mimi observaba su rostro, aquella mujer morena era realmente preciosa. Su expresión relajada y calmada al descansar no la dejaba pestañear. Recorría con la poca luz que entraba por la ventana el contorno de su rostro y contaba sus pestañas. Había algo en ella que nunca le dejaba apartar la vista.No sabía que era pero la mantenía atenta a cada mínimo gesto.

Con bastante valor reunido alzó uno de sus dedos para acariciarle el contorno de la mejilla. Pasando su mano por la mandíbula hacia la barbilla y luego subiendo hacia los labios. Los acarició con su dedo índice y los recorrió haciendo que Ana se moviese un poco. Pensó que la habría despertado pero al sentir un suspiro en su mano inmóvil se relajó.

Continuó el recorrido subiendo por la nariz de Ana pero en seguida sus labios volvieron a atraer toda la atención de los ojos de Mimi y la morena ya empezaba a ser consciente de las caricias que recibía aunque no se moviese, no quería que parasen.

La rubia dudó pero finalmente cerró los ojos y acercó sus labios a los de Ana. En un primer momento sólo fue un roce. Solo los tocó como había hecho con sus dedos. Solo notó la suavidad de aquella piel y la calidez del aliento de Ana contra el suyo. Apenas se movió, apenas respiró en ese instante.

Tardó unos segundos en decidir moverse. En volver a hacer por sentir de nuevo un beso de Ana, o al menos una versión descafeinada porque la creía dormida. Sin embargo, la morena estaba despierta, la estaba dejando hacer pero era muy consciente de como los labios de Mimi la acariciaban despacio y al final no pudo contener una sonrisa que la rubia le besó antes de apartarse, justo cuando Ana iba a responder a aquel beso.

- Lo siento - apretó mucho los ojos hablando a apenas un centímetro de ella y agachando la cabeza.

- ¿Por qué? - Ana le cogió la cara acariciando su mandíbula y obligandola a levantarle la mirada.

- Por... eh... tu... es... estabas dormida.

- No ha sido una mala forma de despertarme - le sonrió acariciando su nariz con la propia pero sin atreverse a besarla, al fin y al cabo Mimi había marcado esa distancia de unos pocos centímetros y si quería mantenerla y dejarlo ahí Ana pensaba dejarlo ahí sin duda.

- Pero... - la rubia se puso roja, Ana no lo supo viéndola pero si que sintió su mejilla más caliente mientras le acariciaba la mandíbula.

- Pero nada, no te disculpes - suspiró muy suave contra la boca de Mimi sin atreverse y la rubia miró los labios de Ana queriendo besarlos de nuevo - hazlo por favor.

Mimi levantó la mirada desde los labios a los ojos de Ana y malamente por la falta de luz vió aquellas esferas color café brillandole y dudando volvió a acortar la distancia entre sus labios besándose. Esa vez ambas, y esa vez con todo. Al principio con un deje de timidez pero también necesidad hasta que el beso empezó a ser todo necesidad. Necesidad de sentirse, de reconocerse en aquel beso y de dejarse llevar.

Ana no estaba dispuesta a soltar su mano del cuello de Mimi, la sostenía con la intención de tener la absoluta seguridad de que estaba besando a la mujer que a menudo la visitaba en sueños y de que en aquella ocasión aquel beso no era un sueño.

Necesitaba saber que de verdad estaba ocurriendo de nuevo. Que de verdad las manos de Mimi estaban acariciando su cintura y sus labios la estaban devorando sin tregua ni permiso, que de verdad la estaba empujando para sentarse sobre su cuerpo.

En un punto de aquel beso continuo Ana se separó sólo un instante y miró a Mimi a los ojos, aparte de sentir que era real necesitaba ver que la rubia estaba segura de aquello.

Necesitaba ver en los ojos de Mimi un reflejo de la misma pasión que acababa de notar con sus manos entorno a su culo cuando Ana había llegado allí.

Jadeó un segundo al tomar cierta distancia Mimi. La rubia se detuvo y la miró a los ojos mordiendose el labio y aunque era quien estaba llevando la batuta de aquel beso infinito y quien estaba poniendo a Ana contra la cuerdas todo el rato en ese momento pareció decidir un cambio de actitud.

Cogió la cara de la morena con sus manos y tumbándose del todo boca arriba tiró de ella para, primero besarla de nuevo, y luego que se colocase sobre su cuerpo.

- Pensaba que no me dejarías hacer nada a mi - la rubia se rió y se incorporó levemente para morderle el labio a Ana y volver a tumbarse moviéndose bajo su cuerpo. Mirándola y moviéndose juguetona.

- ¿Qué quieres hacer? - preguntó con voz inocente mientras Ana le besaba la zona del cuello a la clavícula arañandole la piel con los dientes al pasar.

Ana abandonó su cuello para rozar sus labios de nuevo, para tenerla más cerca y poder mirarla. Le molestó horrores la falta de luz y bufó apartándose bruscamente para encender la tenue luz de la mesilla. Quería poder memorizar cada leve gesto de Mimi mientras la besaba, detallar cada peca de su cara aquella vez al menos.

Lo primero que vió fue la cara de la rubia al reírse, sus ojos achinandose y su sonrisa presente al igual que su pequeño hoyuelo que no pudo evitar tocar al acacriciarle el contorno de la mejilla.

Luego la miró a los ojos mientras su manos le acariciaban la cintura hacia arriba y Ana vio en ellos la coquetería más pura. Mimi sabía cómo mirarte para ponerte a cien pero sin perder esa carita dulce y desde luego con Ana lo conseguía.

Rodeó los brazos de la morena con los suyos y la pegó a su cuerpo, cuando la risa de Mimi cesó se hizo un silencio pesado entre ellas. Se miraban a los ojos y se devoraban pero no se movían.

El arrebato de Ana de encender la luz había hecho que todo fuese real. La intimidad de la habitación, de estar bajo la misma colcha y estar piel con piel parecía haber desaparecido.

Parecía que la luz había dado visión a la imagen y aunque sus cuerpos seguían pegados no se atrevían a moverse más allá de sus respiraciones chocando aceleradas.

Mimi se mojó el labio de abajo y se lo mordió sin separar la vista de los ojos de Ana.

- Tienes unos destellos en los ojos como... no sé, son preciosos - dijo sin darse cuenta.

- Si me... me lo habían dicho - en una situación algo distinta pero la misma persona.

Mimi suspiró y soltó su labio y a la vez el agarre que tenía entorno a los brazos de Ana lo relajó. Desvió la mirada y Ana lo entendió y suspiró casi sin quererlo. No hacía falta que dijesen nada si se entendían a la perfección sin palabras.

Sabía que Mimi no le pondría los cuernos a su chico por muy mal que estuvieran, por mucho que hubieran discutido o muy enfadada que estuviera, aunque de haber sabido que encender la luz la pararía no tenía claro si lo haría de nuevo. Porque verla era un privilegio pero besarla...

- Son como... cálidos, creo que podría perderme en ellos y no volver. Me dan paz - le dijo muy bajito alzando su cuerpo levemente para besarle la mejilla a Ana despacio.

La morena cerró los ojos ante el contacto y después se quitó de encima de Mimi poniéndose al lado, aunque muy cerca aún así. No sabía si la rubia la apartaría pero le acarició el brazo al estar tumbada a su lado mientras seguían mirándose a los ojos sin hacer comentarios al respecto.

- Si veo que te estás yendo a otra galaxia cierro los ojos, tranquila - Mimi sonrió y se giró de lado aunque poniendo su brazo hacia delante para que Ana pudiera seguir acariciandoselo.

- Mi siguiente disco tendrá que ser de extraterrestres entonces - bromeó acurrucándose de espaldas a la suave luz de la mesilla con la vista fija en la mujer que tenía enfrente.

- No creo que tu mánager se sorprenda, brujita - Mimi le dió la razón con un gesto y cerró los ojos casi ronroneando por las caricias en su brazo.

- No eres la única a la que le gustan los mimitos - bostezó unos minutos después casi ya dormida tan cerca del cuerpo de Ana.

- Ya se que no, rubia. Ya se que no...

que lo que un cabritillo ha unido no lo separe el hombreWhere stories live. Discover now