16. te he guardado la ropa pero lo del estudio no lo he tocado

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Era ya de noche, Mimi llevaba horas sentada en una piedra en medio d ela nada dándole mil vueltas a la cabeza. Ignorando llamadas de todo el mundo, de Patricio, de su mánager y hasta de su madre.

Cuando ya no hubo luz salvo la de la luna menguante que día tras día observaba se encaminó hacia su casa y en cuanto cruzó la puerta sin encender la luz se tropezó con una maleta y se cayó al suelo de bruces.

- Hostia, pero ¿¡que coño hace esto aquí!? - protestó desde el suelo encogia agarrándose la rodilla - ¡Au, que daño Joder!

- ¿Qué pasó? - preguntó el canario encendiendo la luz y al verla en el suelo yendo a ayudarla - ¿Estas bien?

- No, joder. ¿Por qué dejas eso ahi? - se apoyó en el para ponerse de pie y apoyar la pierna muy despacio.

- Porque ya guardé toda la ropa y para que no estuviera en medio.

- ¿Qué ropa... que? ¡Joder! Que daño - se tocaba la rodilla muy roja y ponía pucheros mientras Patricio sacaba de la nevera el tarro de mayonesa y la ayudaba a ir hasta el sofá sin apoyar la pierna que le dolía.

Le ponía el tarro frío en la zona roja y la miraba preocupado mordiendose el labio mientras Mimi tenía los ojos cerrados, con la pierna levantada en la mesita de café y se sujetaba la cabeza con el brazo agarrándose la frente.

- ¿Mejor? - se lo movía un poco hacia abajo para cubrir toda la zona y Mimi asentía suspirando - vas a ir amoratada a la tele.

- ¿Qué tele? - le preguntó sin abrir los ojos.

- A la resistencia, tienes la entrevista con Broncano ¿Te acuerdas?

Mimi abrió los ojos en el acto y le miró cayendo en la cuenta. Habían ido recogiendo progresivamente durante esos días porque iban a marcharse a la mañana siguiente aprovechando el cambio de fase y para que ella pudiera ir a la entrevista y él a grabar unas cosas al estudio.

- Joder, ni me acordaba.

- Si esta mañana no me dejaste comprar el salmón para que no se pusiera malo si no lo comíamos - Mimi asentía volviendo a cerrar los ojos.

- Se me ha ido totalmente, perdona.

- ¿Estuviste en casa de Ana? - asintió sin querer hablarle de eso y cogiendo ella misma el tarro moviendolo a donde más veía que se le iba a hinchar la pierna si no se ponía frío aunque el canario se la sujetaba de nuevo igualmente - lo supuse, te estuve llamando pero como no me hacías caso. Fijo estabas jugando con esa cabrita loca.

- Si em... como subí a llevarle la cesta...

- He guardado todo el gazpacho como he podido en esa garrafa de agua pero vas a reventar Mimi, son seis litros.

- Bueno, repartimos mitad y mitad.

- Si sabes que a mi no me gusta - la rubia chascó la lengua y miró hacia otro lado - cualquier día me dejas por esto.

Bromeó riéndose y Mimi le sonrió forzada volviendo a mover el tarro en su rodilla sólo para no mirarle a los ojos porque en ese momento no se veía capaz.

- ¿Y ya guardaste la ropa?

- Si, la de los dos, sólo nos quedan las cosas de tu estudio que no quise tocarte nada.

- Pues voy a... - el canario la sujetó y no la dejó levantarse.

- Ni te mueves, con su permiso yo le recojo sus cosas, señorita - se levantó y le hizo una revencia poniendo cara sería y Mimi esa vez sí se rió de verdad - usted descanse.

- ¡¡Pero ten cuidado con las hojas que tu lo metes todo a montón y me arrugas los dibujos y las partituras!! - le gritó desde el sofá colocándose otra vez el tarro y bufándo fastidiada cogió el móvil y vio los mensajes que tenía pendientes de su madre diciéndole que a que hora iban a acercarse a casa antes de ir a Madrid para hacer comida también para ellos o no.

que lo que un cabritillo ha unido no lo separe el hombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora