21. comiendo pero a la hora de merendar

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Ana esperaba en la mesa del pequeño restaurante mexicano en que que había quedado para comer con Mimi. Estaba mirando su móvil cuando vió la foto que la rubia acababa de subir a la historia de Instagram y sonrió.

En la foto Mimi estaba en un taxi, apenas era una historia de su cara, muy guapa y sonriente pero había escrito un "estoy nerviosa" con el que Ana se sentía muy identificada.

Después de tanto tiempo iban a verse fisicamente de nuevo y Ana no dejaba de mover los cubiertos, cuadrarlos y volver a moverlos. Su pierna se movía frenética aunque ella trataba de estarse quieta.

Por detrás, tratando de no hacer ningún ruido que hiciese a Ana girarse Mimi se acercaba. El restaurante apenas tenía otro par de mesas en servicio, eran casi las cuatro de la tarde pero Mimi no había podido acabar antes.

Desde atrás vió a la morena tan nerviosa como internamente estaba ella y aunque su intención fue asustarla un poco al sorprenderla cambió de idea y la abrazó por detrás con una mano mientras con la otra le detuvo el movimiento nervioso de la pierna.

- ¿Hago la broma de que adivines quien soy o nos la saltamos? - le dijo divertida, sintiéndose algo menos nerviosa y dándole un beso en la mejilla a la morena.

- Ay, que susto Mimi - la rubia deslizó sus manos en retirada, acariciando un poco la pierna de Ana y luego se sentó frente a ella en el banco de la pared.

- No ha sido para tanto. Has saltado porque estabas nerviosita perdida.

- Pues como tú - Mimi se hizo la tonta negando - he visto tu storie.

- A ver un poco nerviosa si estoy - le confesó poniéndose roja y mordiéndose el labio.

- Bueno al menos tu no tiemblas - bromeó sonriendo de lado también con algo de vergüenza.

- Eso es cierto, ¿me das un poco de agua? He venido un poco corriendo - Ana le tendió su copa y Mimi se la acabo y luego puso cara de sentirlo.

- Es igual.

- Oye y ¿estas segura de que nos van a dar de comer? son las cuatro menos cuarto - le enseñó la pantalla del móvil antes de guardarlo en el bolso y dejarlo a un lado - ¿no habrán cerrado la cocina?

- Pues espero que no porque de tanto esperarte ya tengo hambre.

- Jo, lo siento Ana. Si es que tenía que probarme todo el vestuario, todas las opciones, de todas las actuaciones y es que en la cuarentena hice mil bocetos que le mandé a Cristo, más todo lo que ya preparaba él. Y que si capas, que si las plumas, que es un coñazo que queden bien, pero ya me dirás que hacemos si no en Santeria. Hemos estado media hora solo para ver que hacíamos con ese traje porque según me muevo se van las plumas al traste y claro, tengo que hacer la coreo. No puedo quedarme quieta toda la canción y no puedo acabar como un periquito desplumado - Mimi gesticulaba mucho y se dio cuenta de que Ana la miraba algo pillada - perdón, me he emocionado un poco. Llevamos mucho sin vernos como para hablar de plumas.

- Es igual, ¿al final que habéis hecho con las plumas?

- ¿Si? - Ana asintió muy convencida y muy interesada en lo que la rubia le contaba - pues... em vamos a coserlas una a una. Cristo está harto de mi pero dijo que las remataba y mañana me llevaba el conjunto a casa y probábamos - se miró un poco las manos sobre la mesa y a Ana alternativamente - ¿quieres ver como es el traje?

Mimi sacó su movil que acababa de guardar en el bolso y le enseñaba las fotos que se había hecho y después empezaba a hablar del show y a enseñarle mil fotos más, de la buena acogida del single y de todo el trabajo que estaba teniendo mientras Ana la escuchaba interesada y entre bocado y bocado le iba haciendo algunas preguntas a medida que la conversación avanzaba. Para cuando pidieron los postres Ana sabía ya como se llamaban todos los bailarines y todos los detalles de iluminación a tener cuenta para ir al hormiguero la semana siguiente y estaba encantada.

- Ana es que si me das cuerda no me cayo, solo he hablado yo en toda la comida - agachó la mirada a la tarta de mango que estaban compartiendo.

- Me gusta, es que... se te nota la pasión por lo que haces y es... embriagador - le sonrió justo para cuando Mimi volvió a alzar la cabeza - tu eres embriagadora.

La rubia sonrió muy enternecida y se le subieron los colores a la cara bajo la mirada de Ana.

- Cuéntame tu algo, ¿cuando empezáis en el cole?

- Se nos ha acabado la tarta - Mimi miró hacia abajo y vió a la morena coger el ultimo cacho y llevarselo a la boca divertida mientras Mimi ponía un leve puchero.

- Jo, Banana que el ultimo cacho es el más rico.

- Hay que estar más atenta rubia. ¿Quieres un café? podemos tomarlo dando un paseo y hablo yo de lo que quieras un rato.

Salieron de allí y Ana la condujo por las calles de Madrid hasta una cafetería muy pequeña que les puso un par de cafés para llevar. Lo que Mimi no sabía es que estaban al lado de la casa de Ana mientras paseaban y que allí era donde ella pedía cada mañana un café solo mientras se iba al colegio.

- Estuve ayer todo el día preparando el aula y no sabes que lio es... los niños tienen que estar tan separados que en una clase pueden estar como diez pero lo que más coraje me da es que no puedan jugar juntos porque tengo la clase de tres años y de normal siempre se pasarían el día jugando menos algunos ratitos no se como voy a enseñarles algo así.

- Fijo que eres de esas profes a las que luego los niños abrazan siempre que ven y te llevan muchos dibujos.

- Tengo muchos dibujos, eso es cierto - dijo Ana bebiendo de su café - no en todos tengo piernas - Mimi y ella rieron aunque la rubia tuvo que tragar primero y tosió un poco - pero de normal suelen no faltarme extremidades.

- Bueno pero en todos seguro que sales preciosa.

- No te creas - Ana se rió pensando en una niña en concreto que queriendola hacer sirena terminó por hacerle tentáculos y un pelo verde que no era muy favorecedor.

- Ana a ti es imposible dibujarte fea - Mimi la miró con cierta intensidad pero Ana no quiso hacerle mucho caso, al igual que no se lo había querido hacer en otro par de ocasiones.

- Eres más tonta...

- No te da tanta vergüenza cuando te lo digo por teléfono - Mimi se sentaba en un banco que le pillaba cerca con su café esperando a que Ana hiciera lo mismo - en persona siempre me bajas la mirada.

Ana se sentó a su lado aunque muy recta y bastante comedida y Mimi la observó con detalle.

- ¿Por qué?

- ¿Por qué qué?

- Que porqué me bajas la mirada siempre que me pides con los ojos que te bese - Ana hizo eso mismo en aquel momento pero sin embargo Mimi la cogió de la mejilla levantando su cara y juntó sus labios con los de la morena con mucha ternura. Apenas posándolos ahí, rozándolos pero sin profundizar antes de retirarse con una sonrisa - creo que me había contenido ya siete veces, no podía más.

Ana la miró y sonrió como una adolescente a la que acaban de dar su primer beso y luego le dio un trago a su café sin decir nada haciendo que Mimi pensase que podía haberla molestado. Hasta que Ana la miró y riéndose de nuevo volvió a besarla aunque con más esmero en hacerlo bien.

- Me has dicho mil veces que te apetecía verme pero no tenía tan claro que quieras besarme - le confesó Ana a escasísimos milímetros de su boca. Rozando sus labios al hablar.

- Pero Ana... - Mimi se mordió el labio dándole un pico y no alargándolo pues quería hablar - me he pasado noches enteras hablando contigo, te he mandado mensajitos con doble sentido como una cría durante meses y hace tres días quise calentar la videollamada en la bañera pero no me salió bien - Ana se apoyó en su hombro riendo pegada a ella - ¿y tu dudando si querría besarte?

- Ya, no sé. Llevamos tonteando tanto tiempo que... no sé - besó los labios de la rubia con vergüenza y ganas y le acarició la mejilla mientras la besaba.

que lo que un cabritillo ha unido no lo separe el hombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora