Capitulo 2

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Viaje cerca de 6 horas junto con un agradable y patetico sujeto llamado Steve. Debo aceptar que no todas las chicas perdidas y desamparadas tienen la suerte de encontrarse con tipos de modales europeos y personalidades caricaturescas. Era pelado, bastante gordo, y lucia un bigote prolijo y rubio. Steve tenia esposa y tres hijos, y al parecer no estaba en sus mejores dias ya que hacia poco se habian mudado aqui desde Inglaterra, debido a su sopresivo despido como vendedor de autos. Y como aqui te venden el tipico "Sueño americano" no dudaron en dejar su pais natal. Aunque admitio que extrañaba varias cosas de el, sobretodo la puntualidad. 

No menciono ninguna palabra sobre mi desastroso aspecto, por eso supuse que como parte de sus buenas acciones les daba transporte gratis a indigentes con sus mascotas. 

Al llegar a Hamilton (Indiana) se detuvo en una estacion de servicio y alli nos bajamos con Adonis. Intente ofrecerle algo de dinero, pero se nego rotundamente. "Lo necesitas mas que yo" me dijo con un tono de voz condescendiente. En cualquier otra situacion me hubiese sentido un poco ofedida, pero no podia culparlo por prejuiciar. Yo tambien hubiera pensado y hecho lo mismo si me encontrara con alguien vistiendo harapos sucios y cuya unica compañia es un perro. 

Me organice mentalmente para jerarquizar mis prioridades: primero que nada debia ir a alguna lavanderia a lavar y recomponer mi ropa. No me importara como me vieran en el motel en el que me quedara, pero a plena luz del dia mi aspecto seguramente me jugaria en contra.

Luego de preguntarle a un chico, que por cierto me miro de arriba abajo y de forma despectiva, en donde habia una lavanderia remotamente cercana, camine rengueando  con Adonis  hasta que la encontre.  

De afuera solo se veia un tipo de unos 30 y tantos, al cual no le preste mucha atencion. Pero al pasar junto a el me di cuenta que algo andaba mal. Vestia una gabardina con manchones de sangre, y su rostro permanecia inexpresivo mientras observaba detenidamente todas las lavadoras. Estuvo asi durante varios minutos hasta que, al parecer, se dio cuenta de mi mirada insquisidora y volteo su cabeza hacia mi. 

Debo admitir que nunca en mi vida habia conocido a alguien con una mirada azul tan intensa y profunda. Se veia bastante tranquilo, pero a la vez confundido, como si no supiera por qué mantenia contacto visual con una vagabunda. Aparte el rostro de inmediato, porque en cierto modo me incomodaba. Me acerque a la lavadora mas cercana y me dispuse a desvestirme, y aunque sabia que no tenia otra opcion y que todo el que pasara por la vereda me veria en paños menores, no queria que aquel tipo ensangrentado siguiera con su escrutinio hacia mi persona. Finalmente me rendi y un poco enfadada le dije:

-¿Te puedo ayudar en algo?

Adonis paro las orejas al escucharme y se levanto a olfatear al extraño de ojos azules y pelo rebuelto. El tipo inclino un poco su cabeza, como si mi pregunta lo hubiese sorprendido, y luego de bajar la mirada respondio:

-No no. Esta bien.

-¿Seguro?

-Si.

Al parecer era un hombre de pocas palabras. Me desvesti y eche mis harapos en la lavadora junto con un poco de jabon. El tipo me seguia observando, pero mas disimuladamente. Pude notar que no me miraba a mi, sino a lo que yo hacia. Me acerque a la maquina de sodas, mientras el contaba las pocas monedas que tenia en su mano. 

"Tal vez es extranjero" pense. Y a pesar que se habia negado a aceptar mi ayuda compre una soda extra, me coloque a su lado y se la di. No me haria mal conversar con alguien que se veia tan perdido como yo. 

-Bien, ¿no quieres lavar esa gabardina?

El hombre volvio a penetrarme con la mirada y luego de unos segundos se lo quito y me lo dio. Le saque de su mano unas monedas y puse la lavdora en marcha. 

-Nada de otro mundo- conclui con una sonrisa, pero el no me la devolvio. Seguia observandome mas confundido que antes. 

-¿Por qué me ayudas?

-Tal vez porque te veias como Alicia entrando al pais de las maravillas- acompañe la estupides que acababa de decir con una carcajada un tanto exagerada, pero el seguia inmutable.

-Lo siento, no soy muy bueno con las referencias.

-Y yo definitivamente no soy buena con los chistes- extendi mi mano hacia el-Rebecca Maddison, un placer. 

Estrecho la mia luego de dudar un poco, y dijo:

-Castiel.

Y me congele. Literalmente, todo mi cuerpo se volvio rigido e inmovil. No podia creerlo, pero todo en el concordaba: su falta de experiencia en acciones humanas simples, su incapacidad comunicacional, toda esa sangre. El era el angel Castiel. 

Aunque sabia que no debia llegar a conclusiones apresuradas, no pude evitar soltar su mano con brusquedad y romper el contacto visual. El no parecio darse cuenta, y si lo hizo no dijo nada. Se bebio la soda de un solo trago y yo aproveche a sacar mi ropa. Debo mencionar que me habia puesto la campera, la cual era un poco larga y me cubria lo suficiente. Me volvi a vestir lo mas rapido que pude, y sin siquiera saludarlo me dirigi a la salida con Adonis siguiendome. Pero entonces un pensamiento me freno. ¿Y si ese hombre conocia a Robert? 

Lo que mi madre y yo sabiamos de Castiel se lo debiamos a las historias que otros cazadores relataban en los bares. Y aunque todos concordaban en que era un ser peligroso, alli se veia tan indefenso como una lombriz. 

Y sin pensarlo dos veces volvi sobre mis pasos y lo encare. Lo mejor en estas situaciones era utilizar la sinceridad y rogar que el supuesto "villano" fuese comprensivo.

-Se lo que eres Castiel- me enfrento tan repentinamente que retroci un poco- pero antes que digas nada solo... escuchame. Podemos llegar a un acuerdo.

Le contre de forma breve y apresurada quien era y lo que me habia pasado. El escuchaba atentamente sin interrumpir.

-En fin, lo unico que tengo ahora es esa mochila, mi perro y un nombre que estoy segura que conoces. 

-¿De quien se trata?

-Robert Singer.

La sorpresa lo invadio.

-¿Bob..Bobby? ¿Y que tienes tu que ver con el?

-Soy su hija, al parecer.

Castiel retrocedio, mirando hacia todos lados pero a ninguno en especial.

-No, no puede ser. Los chicos tienen que saberlo.

-Espera, espera.. ¿que chicos?- me alarmo un poco su postura y tono de voz.

-Escuchame, Rebecca. Bobby murio hace ya un año. Pero estos chicos, que fueron lo mas cerca que tuvo a una familia, hacen lo mismo que tu y estoy seguro que seran mas utiles que yo. 

La noticia me choco un poco. Robert podria ser un completo extraño, pero era la unica esperanza que tenia. Ademas, muy en el fondo deseaba conocerlo. 

Pense en los pro y los contra de lo que me habia dicho. Tal vez no me estuviera diciendo la verdad, pero ya que le costaba horrores manejar muchas de las actividades basicas, dude que pudiese mentir sin que se le notara.

Y como estaba realmente exausta de pensar y caminar sobre la nada sin saber que hacer, suspire y le dije:

-¿Tienes sus numeros?  


Lo que está prohibido me hace feliz (Supernatural- Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora