La parca

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Baekhyun cayó al suelo sosteniendo su cabeza con fuerza y jadeando de dolor, las imágenes se reproducían una y otra vez sin descanso como una película y él solo podía retorcerse y contener las ganas de vomitar, en su cabeza las fichas se recolocaban en su lugar y los espacios vacíos se llenaban con imágenes, sonidos, olores y tacto... Ahora entendía todo, ahora comprendía aquel dolor y era tan físico que casi podía palparlo... Podía sentir todo, incluso escuchar su voz, su dolor era tan intenso que cada recuerdo dolía como una puñalada, cada momento perdido, cada sonrisa olvidada lo golpeó con tanta fuerza que su dolor mutó y se convirtió en rabia.

—¡Mentiroso! ¡Lo supiste todo el tiempo y no dijiste nada!—gritó con voz rota incorporándose lentamente con ambas manos presionándole el pecho, mirando con resentimiento a las dos personas que frente a él intentaban en vano acercarse
—¡Lo supieron todo el tiempo!... ¡Lo sabían y aún así lo dejaron sólo por Dios!

—No estaba sólo, y lo hicimos por ti... Estabas mal... ¡Baekhyun! ¡¿A dónde vas?!... ¡Baek!

Baekhyun corrió con fuerzas renovadas desde su interior, las lágrimas caían constantemente pero el aire frío las secaba y ahora ya no sabía si lloraba por el tiempo perdido o por miedo a que éste se hubiera agotado, atravesó la avenida ignorando las quejas de los conductores que molestos frenaban abruptamente y hacían gritar al claxon, nada importaba más que encontrarlo, lo único que sabía era que tenía una última oportunidad y no podía desperdiciarla, porque lo había dejado en la sombra y aunque él mismo no sabía que estaba allí seguía sintiéndose culpable y ahora era su deber recuperarlo, pero al llegar a aquella la sala de hospital donde debía estar él no había nadie... estaba vacía, sin rastro de vida.

Su corazón se apretó y dolió tanto que no pudo evitar jadear, pero recordando las palabras del anciano gritó con todas sus fuerzas importándole poco el lugar en el que estaba y las personas que allí descansaban, gritó ese nombre con todas sus fuerzas y la voz quebrada apostándolo todo en su última carta.

—... Te elijo a tí mi amor... Por favor vuelve... No me dejes o seré yo quien muera esta vez...





~•••~


Treinta días atrás...


Baekhyun empujó la puerta de cristal y se adentró en la clínica frunciendo el ceño al ver la mesa de recepción vacía, negó quedamente mientras se dirigía a su oficina para dejar sus cosas y colocarse la bata como cada mañana en que se preparaba a comenzar su jornada, no solía molestarse con mucha facilidad porque su carácter era tranquilo y afable, siempre correcto y amable, excepto cuando las cosas no salían como el sabía debían ser, Baekhyun era muy ordenado y responsable y aún estando solo en casa procuraba mantener un orden específico de prioridades, por lo tanto odiaba la indisciplina y la negligencia, esas eran dos de las pocas cosas que podían vetar su siempre tranquilo carácter, pensó abriendo la puerta de su oficina con la molestia de tener que resolver un problema más, pero al entrar no pudo evitar sonreír ampliamente al ver la foto que descansaba en el escritorio, se inclinó a tomarla con delicadeza, limpió el cristal con una servilleta y después de dejar un beso justo en medio del hermoso rostro que le sonreía en la imagen y devolverla a su lugar, tomó su bata y salió de allí en dirección a la sala de casillas, Baek era un joven hermoso de pelo castaño y ojos del mismo tono que se hacían medias lunas cuando sonreía, todo el que lo conocía admiraba su belleza y la blancura de su piel, pero la verdad era que sus rasgos más preciosos eran la nobleza y la calma que lo caracterizaban, siempre paciente, amoroso y emprendedor, porque con sólo veintiún años había logrado cumplir su sueño de abrir su propia clínica veterinaria, misma que ahora tres años después, era una de las más populares entre los amantes de los animales.

ElígemeWhere stories live. Discover now