capítulo 12

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Subimos y cierro la puerta, los vecinos deben de estar cansados de escuchar tantas peleas y gritos últimamente. Es algo que no me gusta del departamento las paredes son delgadas y puede escucharse todo del otro lado.

Camina hacia la cocina y saca una cerveza del refrigerador.

Me acerco y le arrebato la botella— no vas a tomar, si vamos a hablar tienes que estar sobrio.

Respira profundo y se sienta en el sillón

—Perdón, ¿si?— se pasa las manos por la cara desesperado, siempre está así, pocas veces lo he visto estar tranquilo.

—Es que siempre es lo mismo, peleamos, me insultas, luego pides perdón como si nada hubiese pasado— me dejo caer en el sillón.

Se queda callado unos segundos, por que sabe perfectamente que es así.

—Es que... Dios, no se que me pasa, y tu, nunca tienes tiempo para mi.

—Ah, osea que haces todo esto para llamar la atención, por Dios, Ariel, no eres un niño— me acerco y lo tomo de la cara— escucha, hagamos lo posible por estar bien, si no esto no va a funcionar y tendremos que...

—No, no lo digas, nisiquiera lo pienses, no se que haría si me dejas— sus ojos verdes me miran desesperados, junta su frente con la mía.

—Entonces pon de tu parte, no sirve de nada que yo lo de todo si tu, no das nada.

—Esta bien, perdóname porfavor— le planto un beso que trata de profundizar pero yo le alejo.

—Vamos a comer, ¿si?

—Bien, ¿preparamos algo o pedimos a domicilio?

—Preparemos algo juntos

Cocinar es uno de sus pasatiempos favoritos, así nos conocimos, en un concurso de cocina, mi mamá había hablado tanto de ese concurso, tenía tantas ganas de participar que la acompañamos, mi mamá fue la ganadora y el se acercó a felicitarla, ahí empezó todo, después comenzamos a coincidir en varios lugares y empezamos a salir juntos. Cuando me pidió matrimonio fue totalmente como siempre lo había imaginado, romántico. Siempre he sido una romántica empedernida, aveces odio ser así. Viajamos a Acapulco, cenamos y después paseamos por la playa, en el camino encontré una botella y dentro venía una carta y el anillo estaba colgado de un listón rojo, no dudé ni un segundo en decirle que sí.

De verdad lo amo y no quiero que después de tanto, lo nuestro termine mal.

—En que tanto piensas, ¿eh?— habla Ariel sacándole del trance, esta apoyado en el perfil de la cocina.

—¿Ah? Me estaba acordando de cuando cuando me pediste matrimonio— sonrio, ¿cómo se te ocurrió?

—No tenía ni idea de cómo pedírtelo, días antes me la pasé pensando día y noche en como lo haría y no se me ocurría nada, Mario fue el que me ayudó.

Mario ha sido su mejor amigo de toda la vida

—Entonces todo el mérito es para Mario

—Así es, si no le hubiese pedido ayuda, hubiera sido un fracaso total.

—Igual te habría dicho que sí — digo pasandole las manos por detrás de la nuca acercandolo a mí

—Me alegra saber eso — se inclina hacia mi y me besa con suavidad, sus manos se deslizan hasta mi cintura y me presiona contra el, siento como sonríe ente los besos.

Desearía tanto que estuviéramos así siempre, no hemos estado nada bien, pero tener momentos así, hacen la diferencia.

No más ✔ [sin editar]Where stories live. Discover now