capítulo 17

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La psicóloga se ve muy joven, trae el cabello recogido en un molote en la parte baja de la cabeza y uno que otro mechón fuera, me la imaginaba con una bata blanca o algo parecido pero trae ropa casual.
Me pide que vaya entrando y Natalia se queda unos minutos fuera con ella.

—Soy Sara Gutiérrez — se sienta ofreciéndome la mano, le devuelvo el saludo. —¿Como te llamas?

—Irina Flores García — respondo mirando un punto fijo en la pared. Nunca me ha gustado ir al psicólogo

—Bien, cuéntame, ¿Que pasa?

Le cuento que me casé hace unos meses y que mi esposo sufre de bipolaridad y hemos tenido varios conflictos. Me escucha atenta mientras anota algo en un hoja blanca.

—Mira, la bipolaridad es un transtorno en el cual la persona que la padece tiene altibajos emocionales que van desde la depresión hasta episodios maníacos, hoy en día se desconoce la causa de este trastorno pero puede ser gracias a factores genéticos y las estructuras del cerebro, tanto la depresión como los episodios maníacos pueden durar semanas o meses, este transtorno no tiene cura, sin embargo con tratamiento se puede ayudar. Como síntomas se pueden incluir la falta de sueño, enfado, irritabilidad, pérdida de interés, tristeza  deseo sexual excesivo entre otros— gira en su silla y toma un folleto. — Aquí hay información más a fondo, igual puedes buscar en libros o en internet, cualquier cosa puedes consultarmelo, me gustaría que trajeras a tu pareja para analizarlo un poco más, ¿crees que se pueda?

—Si, claro, buscaré la manera para que acepte venir, muchas gracias —digo parandome de la silla

—Lo mejor que puedes hacer es entenderlo, resulta difícil pero es posible, si tienes alguna duda o por cualquier cosa, puedes llamarme, que tengas buen día —repite amablemente, sonriendome.
Asiento y le agredezo. Salgo, Ale y Nat están apoyados en el capo del carro

—¿Listo?. Asiento y subimos al auto.

Llegamos a la casa de Alejandro y vamos al cuarto donde me quedaré, conozco a Alejandro hace nada pero no se que tiene que me trasmite confianza y tranquilidad, probablemente en otro momento pensaría que está mal quedarme en la casa de un desconocido prácticamente, considerando el hecho de que estoy casada pero este no es el caso.

—Debes denunciarlo.

—Nat, nisiquiera logro hacerlo, sólo me tocó y  Sara me dijo que es algo relacionado con la bipolaridad ...

—No trates de justificarlo, tu no querías y a el le valió mierda

Escuchamos un ruido y ambas volteamos hacia la puerta Alejandro esta parado alternando la vista entre ambas, mierda seguro escuchó.

—¿Que dijiste? — habla acercándose lentamente y frunciendo el ceño.

Nat me mira y le hago una seña para que salga.

—¿A que se refería?

Se sienta en la cama y yo me remuevo nerviosa.

Respiro profundo y hablo directoal grano. —Ariel intentó abuscar de mi — se me corta la voz.

—Pero que hijo de puta — cierra los puños haciendo que se le marque las venas en los brazos. — Llegó a...?.

Niego y se me salen las lágrimas, no dice nada más y me atrae hacia el para abrazarme. He notado que no necesita palabras para demostrarle a la gente lo que quiere decir, me siento segura estando con el.

—Denuncialo

—Pero no estaba en sus cinco segundos, él...

—Sigue siendo abuso, te toco sin tu consentimiento, debes hacerlo, si no lo quieres hacer ahora; esta bien, tómate tu tiempo, pero debes hacerlo, te dejo sola para que descanses estoy a una habitación si necesitas algo— me sonríe y sale.

Cierro los ojos comenzando a contar ovejas, recuerdo que cuando estaba chiquita y no podía dormir, mi abuelita me decía que contará 100 ovejas hasta dormirme.

Escucho ruidos en el piso de abajo, aún es noche, lo sé por que no entra ningún tipo de luz por la ventana, sólo la de la luna . Bajo de la cama, camino hasta la puerta y me asomó por el pasillo y entonces entiendo los ruidos y son gritos.
Papi acaba de llegar, seguro está borracho como se la ha pasado últimamente.
Vuelvo a la cama e intento dormir pero me es imposible cuando los gritos se vuelven más fuertes, salgo corriendo de la cama y bajo las escaleras. Me detengo cuando veo lo que hay frente a mí, la mesa está patas arriba y todos los utensilios de cocina desparramados por el piso, mi papá le pegó a mi mami y eso la tumbó al suelo, ella está ahí tirada con una mano en su mejilla. Veo como mi papi levanta la mano para pegarle otra vez y entonces grito.

—Ya no le pegues, ella no hizo nada malo— le digo con las lágrimas recorriendo mi rostro. Pero me ignora y le suelta otra cachetada, mi mami intenta defenderse pero le gana el tamaño y fuerza.
Mi papi parece estar en otro lugar, no parece el, varias venistas se le marcan en la frente y sus ojos se ven raros. Lo golpeó lo más fuerte que puedo en la espalda pero nisiquiera se inmuta.
Quiero ayudar a mamá pero no sé cómo.

—Ya déjala — le grito entre lágrimas entonces voltea.

—Irina, lárgate a tu cuarto —ladra. Mi mamá me mira y me hace una seña para que obedezca. No me gusta verla así, con lagrimas en sus ojos y los moretones que empiezan a marcarle sus brazos y su cara.

—No voy a irme, ya déjala por favor

La suelta y se gira caminando en mi dirección y levanta la mano para pegarme cierro los ojos esperando el golpe, pero mi mamá se atraviesa y es ella quien recibe el golpe y termina en el suelo.
Camino hacia ella y le hablo.

—Mami, ¿estás bien?. Cierra los ojos y asiente.

Escuchó como la puerta se cierra con fuerza, Papá salió. La ayudo a levantarse y a sentarse en la silla

—Por favor vámonos de aquí, ya no quiero estar aquí, puede volver y...

—Tranquila mi amor, nos iremos de aquí, no volverá más.

Abro los ojos de repente analizando todo y caigo en cuenta de que todo fue un sueño, más que un sueño, un recuerdo. Cierro los ojos y un par de lágrimas se deslizan por mis mejillas.
Tenía 7 años desde que sucedió y fue la última vez que vi a mi papá. Esa no fue la única vez que la golpeó pero si la última y la obligaba a tener sexo cuando ella decía mil veces no, en una de esas veces fue cuando concebio a Ingrid, nunca conoció a mi papá, tal vez fue lo mejor para ella, creció sin la mierda que nos daba como pan de cada día en los últimos meses.

Cuando tenía como 3 o 4 años recuerdo ya no muy bien que mi familia era perfecta, éramos una familia feliz pero de unos meses después todo cambio, paso a ser lo contrario. Mi papá siempre llegaba borracho, le gritaba y menospreciaba a mi mamá, luego le pedía disculpas y que nunca lo volvería a hacer pero siempre volvía a pasar.





























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