capítulo 14

25 3 2
                                    

Comimos en el restaurante tranquilos, en silencio y sin escándalos. Al llegar al departamento nos sentamos y me pidió perdón otra vez.

—Creo que lo mejor es que busquemos un psicólogo

—No estoy loco

—Las personas que van al psicólogo no es por que estén locos, además no irías tu solo, seria un terapia de pareja.

Niega —¿ Por que una persona que no conocemos va a saber sobre nuestras vidas?, no iré.

—¿Ves? Siempre estás a la defensiva, no quieres nada, esto es por tu bien, por nuestro matrimonio— hablo al borde de las lágrimas

¿Cuando podría tener una conversación seria o una discusión sin tartamudear, ni que se me corte la voz?

—Si no hacemos nada esto va terminar yéndose a la mierda, no llevamos ni seis meses casados y fíjate como nos la pasamos todo el tiempo, peleando, griantodonos, ¿así nos imaginabas? Yo sinceramente no, todo matrimonio tiene crisis, si, pero lo nuestro ya es demasiado.

Volteo a mirar sus ojos verdes esos que tantas veces me miraron llenos de amor y ternura y que últimamente solo se ven llenos de ira y tristeza.

—No me dejes— es lo único que contesta arrojándose sobre mi boca. Me besa con desespero y ansia como si el mundo estuviese acabandose, le devuelvo el beso con las mismas ganas aferradome a su cabello.
—Por favor, no me dejes, haré todo lo que se tenga que hacer, ir con psicólogos, lo que sea, por ti— detiene el beso apoyando su frente en la mía.

****
No sé que hora es cuando escucho sollozos en la habitación, despierto desconcertada y miró a mi lado, Ariel esta bañado en sudor, llorando, con las manos en la cabeza

—Ariel, amor, soy yo— tomo sus manos con cuidado alejándoselas de la cabeza y lo siento — tranquilo, solo era una pesadilla.

—No me dejes— dice aferrándose a mí.

—Shh, no voy hacerlo, duerme —acaricio su cabello tratando de calmarlo.

Hace mucho que no tenía pesadillas, la primera vez que tuvo una y yo estuve presente, fue la primera noche que dormidos juntos, desde esa vez cuando tiene las pesadillas y me toca despertarlo a mi, es lo único que dice.

Ya no logro dormir y me quedo pensando, la bipolaridad no es nada fácil, estoy segura que todos lo hemos utilizado alguna vez para llamar a alguien "bipolar" cuando esta feliz y luego triste, pero gracias a estar cerca de Ariel, he aprendido que la bipolaridad es mucho más que eso, no quiero justificarlo pero se que todo esto en parte es por la bipolaridad, estoy segura que si estuviera con el medicamento, otra cosa sería, pero, ¿de que otra manera puedo ayudar a quien no quiere recibir ayuda?

Cuando da la hora para irme a trabajar, me dirijo al baño y el reflejo del espejo no me gusta, tengo ojeras, me veo pálida y más flaca, nunca he sido vanidosa, pero creo que el sentirse bien se refleja con verse bien y creo que mi estado físico define bien el emocional.

Salgo del baño después de una ducha y Ariel sigue dormido, he notado que en la noche no duerme y hay veces que duerme casi todo el día, le doy un beso y salgo del depa.

Llego a mi oficina y le pido a Mary que me traiga un café pero cuando entro todo esta totalmente acomodado y un cafe esta en mi escritorio.

—Me di a la tarea de ordenar todo y traerte tu cafe

—Que eficiencia, señor Maciel, gracias — sonrió

****
Decidí aceptarle el café a Alejandro, al principio me daba miedo, pero no estoy haciendo nada malo, no tengo por qué esconderme. Llegamos a una cafeteria, el pide un expresso y yo un capuchino.

Me cuenta que nació aquí pero desde pequeño se fue a New York y ahora regresó por que queñiere conocer nuevos horizontes. Es divertido, tiene un sentido del humor único, me siento bien.

—Hace mucho no me reía así— comento

—Cuéntame de ti. Lo miro dudosa

—Si voy a trabajar contigo, tengo que saber más de ti

—Bueno, tengo 26, estoy casada y estudié diseño gráfico, no hay mucho que contar— me encojo de hombre dándole un sorbo al capuchino

Nos paramos para despedirnos cuando de repente llega Ariel soltandole un puñetazo en la cara a Alejandro, mierda.

Este último se tambalea y le regresa el golpe. Esto era lo que tanto temía, me quedo quieta, no puedo moverme, quiero detenerlos pero no se que hacer.
Llegan dos policías y los separan

—Te vuelvo a ver con mi esposa y te juro que te mato — le suelta Ariel limpiándose la nariz de donde le sale sangre.
Uno de los policías se lleva a Alejandro y el otro me ayuda a meter a Ariel al carro, le agradezco y arranco. Gracias a Dios no le pusieron una multa ni nada.

—¿Que chingados fue eso? — pregunto estando ya en el depa

—Me dijiste que no tenías nada con ese tipo y da la casualidad que voy a buscarte al trabajo pero la señora no está por que salió a tomarse un cafe.

—No estábamos haciendo nada malo, trabaja conmigo.

—Abira resulta que va a pasar más tiempo contigo que yo

Ruedo los ojos — ¿Qué hablamos ayer? — contesto cansada

Se acerca y percibo el olor a alchol
—Estas borracho otra vez, ¿es enserio?. Llegas de la nada golpeando a un compañero de trabajo y encima borracho

—Por que lo defiendes tanto, ¿te gusta? Ya te metió el...

No lo dejo terminar y le doy una cachetada que le voltea la cara.
—¡Me tienes harta, de verdad! — le suelto y salgo del departamento.

Llamo a Natalie

—Nat, ¿donde estas?

—En mi depa, ¿por?

— Puedo ir allá

—Caile, aquí te espero.

Paro un taxi y le indico a dónde ir, me deja en la entrada y subo por el elevador. Su depa es el número 110, toco y me abre. Esta con un pantalón de pijama de ¿conejitos? Y una blusa de tirantes.

Le cuento todo y esta vez si le cuento hasta el más mínimo detalle. Un tiempo estudió psicología pero no pudo terminarla, estoy segura de que conoce a alguien que puede ayudarnos

—¿Sabes de algún psicólogo?

— Si, déjame buscarla — Entra a uno de los cuartos y regresa con una tarjeta.

—Se llama Sara, estudié con ella y nos hicimos amigas, es muy buena, estoy segura de que puede ayudarte, yo diría que vayas primero tu sola y después convenzas a Ariel de ir.

—¿Quién es el chico al que golpeó?

—Trabaja conmigo, cuando fuimos a NY lo conocí ahí y ya sabrás cómo se supo, me lo he topado otras veces. Quiero disculparme por lo que hizo Ariel.

—El que debe disculparse es él, no tú.

Lo llamo y al tercer timbre contesta

—¿Alejandro?. Nadie contesta en la otra línea

—Quiero disculparme por lo de hace un rato, yo...

—Tranquila, tu no me rompiste el labio, ni me abriste la ceja— ríe— no pasa nada.

—Lo siento, si quieres puedes tomarte el día mañana, recupérate pronto.

—No es nada, mañana estaré ahí, gracias por llamar— dice y cuelga.



No más ✔ [sin editar]Where stories live. Discover now