XIV

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Con el paso de los días ___ comenzó a dar indicios de encontrarse más cómoda con las investigaciones que había sentido con en su pequeño experimento. Dado que en ocasiones acariciaba el pelo de su supuesto amigo y que en ocasiones, en las que ambos se encontraban a solas, se podía notar el deseo que los dos emanaban rezando para que sus labios volvieran a unirse.

Uno de esos días ___ ya no pudo más y aunque no supiera la reacción que tendría el ojiescarlata, decidió seguir su instinto y apoyarse en las palabras que el mismo Senku había usado la última vez que se besaron.

Cuando ambos se encontraban solos en el club de ciencias ___ decidió que era el momento perfecto para que sus labios volvieran a unirse.

- Senku... -este se giró a mirarla, esperando que ella volviese a hablar - ¿Estás muy ocupado? e-es decir... ¿puedes parar un...momento?

Estaba nerviosa, muy nerviosa y no sabía cómo hacerlo, no tenía ni la más mínima idea de cómo acercarse a él.

- Mmm...Si claro ¿Qué quieres?

___ empezó a darse ánimos a sí misma, solo tenía que acercarse y besarle, algo bastante sencillo teniendo en cuenta que ya habían intercambiado algún, mejor dicho varios, besos ¿Cuál era el problema entonces?

Senku, Senku Ishigami era el problema. Si se tratase de otro chico todo sería mucho más fácil, igual de vergonzosos, pero fácil.

Estaba tan nerviosa y llevaba tanto tiempo mirándole que hasta empezó a desvariar, comparándose a sí misma con un tigre, como si ese beso que tantas ganas tenía de dar, se tratase de la presa que el gran felino rallado acechaba desde las sombras.

Mientras ___ tenía ese lío en la cabeza, Senku la miraba intentando averiguar en qué estaba pensando y por qué tardaba tanto en contestar.

- ___, ¿vas a hablar o me vas a tener aquí esperando?

- ¿Eh? A sí, si...esto... ¿Qué estás haciendo? –preguntó lo primero que se le pasó por la cabeza–

- Ya lo sabes, estoy creando una máquina para hacer gasolina con tapas de botellas, te lo dije ayer.

- A sí - sonrió nerviosa -qué tonta soy - sonrió nerviosa - 

Y otra vez volvió a su cabeza ¿Cómo podía ser tan tonta? ¿Por qué no había dicho otra cosa? Ahora el chico sabía que no le estaba prestando atención.

- ___ sigo esperando – ella le miro–sé que no querías preguntarme eso, es muy estúpido, incluso para ti.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Que eres tonta obviamente. –sonrió con malicia –

- ¡Yo no soy tonta! Qué tu seas así, no me convierte en tonta

- Kukuku, si tú lo dices...

- Pues claro que lo digo, además ¡tú eres un debilucho!

- Puede ser...pero te gusta el cuerpo de este debilucho.

___ se puso roja, muerta de vergüenza, no sabía cómo responder, pero decidió seguir por su orgullo.

- ¿Y qué pasa si es así? A ti te gusta que te acaricie el pelo.

- No sólo me gusta eso. – mencionó seguro –

___ cogió una bocanada de aire y volvió a hablar.

- ¿Q-que más te gusta? – dijo con algo de vergüenza e incluso asustada por la posible respuesta–

- Esto seguro al 10.000 millones por ciento de que sabes de qué se trata.

Mi única Excepción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora