👑Capítulo XIV👑

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El resto de la velada fue algo más seria, pero igual de interesante y entretenida. Malek me presentó como su prometida a todo aquel que se cruzaba en nuestro camino e intercambiaba un par de palabras, por lo que al final de la noche la mayoría de los invitados sabían quién era. Él en ningún momento se separó de mi lado, ni siquiera cuando el anfitrión lo invitó a acompañarlo para hablar de posibles alianzas junto a otros hombres.

El rey de Britmongh podía ser un hombre joven, pero por sorprendente que pudiera parecer, todos parecían respetarlo y de cierta forma buscaban su aprobación o al menos tener una relación cordial.

— Debería dejarlos solos. — Susurré con timidez, pero mi acompañante negó con la cabeza.

Había estado tratando de convencerlo de que era mejor que yo no estuviera presente mientras ellos hablaban de alianzas y posibles ataques, pero Malek se negó en todo momento a dejarme sola en un rincón. Incluso el anfitrión, un hombre bastante mayor llamado Trubaldus Digardi, le dijo que estaría a salvo y bien vigilada por sus soldados, algo que tampoco logró alejarlo de mí.

Allí me encontraba, rodeada de hombres y escuchando todo tipo de ideas. Si hubiera sido una espía me habría afilado los dientes, lista para soltarle a mi jefe toda la información recaudada, pero como no era así trataba de mostrarme indiferente. Prefería pretender que aquello no me interesaba y escuchar tranquilamente, a meterme nuevamente en problemas porque alguien le resultara extraño que una mujer se interesara por esos temas.

Poco después de escucharlos hablar de estrategias pude conocer mejor a cada uno de los aliados, pero principalmente al señor Digardi, quien resultó ser alguien bastante agradable a pesar de aparentar ser poco amable. Si bien él halagó mi supuesta belleza, fue algo rápido y no hizo comentarios fuera de lugar que pudieran incomodarnos.

Ese hombre me agradaba y no solo por lo caballeroso que había sido conmigo, sino porque Malek se veía relajado cuando estaba a su alrededor.

Después de decidir que era momento de regresar a Britmongh y de despedirnos con una leve reverencia, el conde Fracci besó castamente mis nudillos antes de que Malek pudiera reaccionar. A mi acompañante no le causó gracia el atrevido acercamiento del conde, pero prefirió no hacer un escándalo frente a tantas personas.

— ¿Qué le pareció el baile? — Preguntó cuando nos encontrábamos sentados en el carruaje.

— Me he divertido mucho, gracias por haberme invitado. — Mi naciente sonrisa flaqueó cuando lo vi fruncir el ceño. — ¿Qué sucede?

— ¿Se divirtió a pesar de estar siendo observada y de escuchar las habladurías de algunos temerarios? — Volvió a preguntar.

Sabía que se refería al duque de Vielnatt, su hija y un par de personas que no habían dejado de murmurar en ningún momento.

— Veamos... Admito que en un principio fue incómodo y algo molesto, pero luego me pareció normal y casi no lo noté. Supongo que me acostumbré. — Asintió con lentitud.

— Me encargaré de que no vuelva a suceder. — Aunque trataba de escucharse calmado, la realidad era que se encontraba molesto y no podía ocultarlo por más que lo intentaba.

— No debería preocuparse por algo como eso, le he dicho en más de una ocasión que estoy acostumbrada. — Malek abrió la boca para decir algo, pero no lo hizo, volvió a cerrarla y se mantuvo con los ojos fijos en mí. — ¿Qué ocurre? — Negó con la cabeza y se giró hacia el lado contrario.

El resto del viaje transcurrió en silencio y para tratar de ignorar la tensión que había en el interior del carruaje me dediqué a observar el cielo repleto de estrellas. Eres un paisaje precioso, no había contaminación y sobre nosotros había miles de puntos pequeños que brillaban como nunca antes lo había visto.

Destino Medieval© EE #1 [En Edición]Where stories live. Discover now