👑Capítulo XXV👑

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Desde muy temprano en la mañana salimos del palacio para conocer Suram. Primero observamos las estructuras cercanas al lugar en donde nos quedábamos y poco a poco fuimos alejándonos de la zona elegante para sumergirnos a la matriz de todo, la plaza.

Alrededor de aquel lugar había cientos o tal vez miles de puestos de todo tipo. Desde panes, frutas y ropajes, hasta puestos de joyería y armas.

— ¿Qué es eso? — Pregunté, señalando una estructura extraña que se encontraba en medio de la plaza.

— Para hacer peticiones. — Respondió mientras miraba detenidamente lo que le estaba señalando. — En Suram creen que está bendecida. Los hombres y mujeres que aquí viven aseguran que allí las peticiones son escuchadas por nuestro Señor.

Entonces era como una especie de iglesia...

— ¿Cree en eso? — Lo observé con curiosidad.

— Creo que toda petición es escuchada, pero he de admitir que Suram ha sido bendecida grandemente. Tal vez sea por sus creencias. — Respondió con el ceño levemente fruncido.

— Quiero entrar. — Murmuré.

— ¿Quiere entrar? — Los ojos de Malek se abrieron con exageración.

— Sí, vamos. — Tomé su mano y entrelacé nuestros dedos antes de tirar de él. — Tengo mucha curiosidad por ver lo que hay en su interior.

Me encantaba que sin importar cuán extraña podía llegar a escucharse alguna de mis ideas o peticiones, Malek siempre me acompañara. Mi esposo nunca tenía una respuesta negativa para mis pedidos, al contrario, él era del tipo de persona que me tomaba de la mano y me llevaba hacia donde yo quisiera sin rechistar o pensarlo demasiado.

Caminamos hacia el centro de la plaza a pasos rápidos e ingresamos a la extraña estructura como si no fuera nuestra primera vez visitándola. No era muy grande y su interior no estaba bien iluminado, pero se notaba que para los miembros de la ciudad era un lugar sagrado.

Cada rincón del centro de peticiones estaba limpio y las estatuas y asientos se encontraban estratégicamente ubicados.

— ¿Qué va a pedirle? — Preguntó una vez que nos sentamos a esperar nuestro turno.

— Es un secreto. — Murmuré y él bufó. — Solo él lo sabrá. — Señalé el techo de la capilla.

Cuando llegó nuestro turno pasamos a una sala aún más pequeña, pero ese espacio sí estaba bien iluminada. Malek me ayudó a arrodillarme y se posicionó a mi lado antes de cerrar los ojos y comenzar a murmurar sus peticiones.

— Sé que no soy la persona más creyente que existe, pero te pido con todo mi ser que cuides a cada una de estas personas, en especial a los habitantes de Britmongh y a Malek. Te ruego que lo protejas en todo momento, que lo ilumines cada vez que deba tomar decisiones y sobre todo, permíteme permanecer a su lado. No sé realmente cómo llegué aquí, pero gracias por ponerlo en mi camino. — Formulé en mi mente.

Una vez que abrí los ojos me topé con los de mi esposo, quien me miraba con el ceño fruncido y una sonrisa ladeada en los labios.

— Debe tener mucho que pedir. — Asentí rápidamente.

— Mucho que pedir y que agradecer. — Murmuré, alzando una de mis manos hacia su rostro y acariciando suavemente una de sus mejillas. — ¿Alguna vez le he dicho que tiene los ojos azules más bonitos que he visto en mi vida?

— Jamás. — Murmuró por lo bajo.

— Bueno, pues los tiene. — No sabía qué golpe de valentía me había dado, pero ahí me encontraba, piropeando a mi hombre en el centro de peticiones. — Podría mirarlo a los ojos todo el tiempo y perderme en ellos, en ti.

Destino Medieval© EE #1 [En Edición]Where stories live. Discover now