👑Capítulo XXXII👑

4.8K 422 9
                                    

Confieso que el miércoles pasado iba a actualizar, pero se me olvidó. Espero que acepten este capítulo como una humilde disculpa porque lastimosamente no tengo nada más para ofrecerles. 

Disfrútenlo mucho o súfranlo, quién sabe...🫣

No existía nada mejor que despertar al lado de mi esposo y poder observarlo descansar. Podía estar horas admirándolo y sabía que no me cansaría de hacerlo. Adoraba ver la lentitud con la que su pecho subía y bajaba, cómo su ceño se fruncía levemente cuando algo en sus sueños parecía confundirlo o causarle malestar y la forma en la que sus labios entreabiertos se movían cada vez que hablaba dormido.

Aquel era un espectáculo privado, uno que solo yo podía ver y disfrutar.

— Malek, despierte. — Le susurré al hombre que tenía uno de sus brazos rodeando mi cintura mientras que el otro me servía de almohada.

Cuando Malek me abrazaba así me encantaba besar con suavidad cada uno de los lunares que tenía en su quijada, cuello y hombros y no lo hacía solo por ser afectuosa, sino para poder apreciar la pequeña sonrisa que aparecía en sus labios.

Amaba con locura esa faceta de hombre relajado y cabello alborotado que buscaba su comodidad y el calor de mi cuerpo.

— Debemos continuar con los pergaminos...— Continué susurrando antes de besar castamente sus labios. — Malek, tiene que levantarse. — Supe que había despertado cuando su mano sujetó mi cabeza y me acercó a su rostro para que volviera a besarlo. — Tampoco se aproveche.

— Si me despertara así cada alba...— Dijo con voz ronca.

Si no se hubiera movido o hablado, habría creído que continuaba dormido porque seguía teniendo los ojos cerrados y su rostro reflejaba la misma tranquilidad que cuando descansaba.

— Podría hacerlo si usted descansara conmigo más seguido. — Sus comisuras se elevaron un poco, como si comprendiera mis palabras.

— Sabe que está mal visto. — Malek abrió los ojos y me observó fijamente. — Y también sabe que en ocasiones he ido en contra de mis creencias por usted. Que usted esté en mi aposento en estos momentos es muestra de ello.

— Es todo un destruye normas. — Su pecho tembló levemente. — Agradezco que no me saque de su aposento. — Murmuré por lo bajo.

— ¿Agradece que no la eche después de haber tomado su cuerpo? — Asentí lentamente. — No la echaré ni le prohibiré ingresar a mi aposento porque no la tomé como mi mujer para que me sirviera, no era una noble. La tomé porque...— Cubrí su boca con mis manos para que no terminara de decir lo que estaba pasando por su cabeza.

— Lo sé... — A pesar de que su ceño se frunció un poco y de que me observaba como si me hubiera salido un tercer ojo en medio de la frente, no trató de alejar mis manos. — Lo sé, pero aprecio que vaya en contra de lo que está bien visto en sus tiempos solo para no hacerme sentir mal. Agradezco que no me trate como a una mujerz...

— Porque no lo es. — Mis manos no fueron capaces de impedir que su voz cortara mis palabras con cierta brusquedad.

— No me mire así, solo es una forma de decirlo. — Los ojos de Malek me estaban acuchillando. — Ya...— Casi podía sentir que me desangraba por culpa de las miradas cargadas de malestar que me lanzaba mi esposo.

— Debería cortarle la lengua. — Masculló entre dientes. — Es una reina, Elizabeth.

— Lo sé, no volveré a decir algo así. — Le mostré una sonrisa de boca cerrada mientras daba un corto asentimiento. — No se moleste. — Besé su mejilla repetidas veces.

Destino Medieval© EE #1 [En Edición]Where stories live. Discover now