👑Capítulo XXIV👑

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Desperté estando en la misma posición en la que me quedé dormida, acostada entre sus brazos y con la cabeza sobre su pecho, escuchando los latidos de su corazón. Cuando me desperecé traté de hacer la menor cantidad posible de movimientos y de ruido debido a que Malek estaba profundamente dormido.

Era la primera vez que lo veía dormir...

Mis comisuras fueron elevándose lentamente a medida que recorría su rostro con la mirada. Malek era un hombre realmente atractivo, pero estando dormido me causaba cierto enternecimiento. Su oscuro cabello estaba alborotado, tenía los labios entreabiertos y sus pestañas rozaban ligeramente la piel de sus mejillas.

Se veía angelical, como si no existiera nada que perturbara su paz.

Acerqué mi dedo índice a su rostro y lo deslicé con suavidad desde el puente hasta la respingada punta de su nariz. Dejé un casto beso en su mandíbula y cuando me dispuse a alejarme por completo, sentí que sus brazos se cernían a mi alrededor, tomándome por sorpresa.

— No se mueva. — Balbuceó mientras llevaba una de sus manos a mi nuca y apoyaba mi cabeza contra su pecho.

— Creí que descansaba. — Él seguía con los ojos cerrados, pero tenía una sonrisa ladeada en los labios.

— Lo hacía, pero usted se movió. — Aseguró. — ¿Se encuentra bien? ¿Ha descansado?

— Sí, me encuentro bien y también descansé, todo gracias a usted. — Asentí levemente con la cabeza. — ¿Y usted?

— ¿Lo jura? — Volví a asentir. — ¿Por qué se oculta? — Su ceño se frunció al ver que apretaba la manta contra mi pecho.

— Le hice una pregunta. — Traté de desviar su atención, pero fue en vano.

— Beth. — Lo vi apretar los labios con fuerza.

— Espere, no es necesa...— Hice el ademán de sentarme en el lecho, pero al intentarlo sentí un dolor punzante que me obligó a guardar silencio y a permanecer acostada a su lado.

— ¿Qué ocurre? — Preguntó con preocupación. — ¿La herí? ¿Desea que traiga al médico?

— No, ¿por qué cree eso? — Murmuré por lo bajo.

— Porque hay sangre. — Fruncí el ceño bruscamente.

¿Sangre?

Bajé la mirada hacia el punto exacto en el que la suya se perdía y cuando vi a lo que se refería, mis ojos se abrieron con exageración.

— ¡No mire! — Chillé, olvidándome del dolor y lanzándome sobre él para cubrir sus ojos. — No mire, por favor.

— ¿Qué ocurre? — Volvió a preguntar. — ¿Qué es lo que...? Oh...

— Por favor. — Susurré.

Malek no sabía lo que sucedía a nuestro alrededor porque mis manos cubrían sus ojos, pero yo sí era capaz de ver su sonrisa y de sentir la forma delicada y respetuosa en la que sus manos acariciaban mi espalda.

— No está herida. — Sus palabras lograron que su sonrisa se ensanchara aún más. — Usted es mía.

— Malek...— Sus hombros temblaron levemente.

— ¿Por qué trata de ocultarlo? — Su cabeza se giró un poco hacia la izquierda. — No debería sentir vergüenza por pertenecerme de la misma forma en la que yo le pertenezco a usted, Beth.

— No mienta, usted debió haber estado con otras mujeres y yo... Yo no... — Con una sola mano sujetó mis muñecas y las alejó de su rostro.

— ¿Quién le ha dicho eso? — Murmuró con una sonrisa ladeada en los labios. — ¿Quién se atrevió a mentirle?

Destino Medieval© EE #1 [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora