Capítulo 4

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Después de ducharme me visto, me sirvo café en mi taza grande, lo tomo y salgo de mi casa. Me subo a mi bicicleta y comienzo a andar por el pueblo. No hay muchos lugares por donde buscar. 

Luego de dar vueltas por un rato, comienzo la vuelta hacia el restaurante, cuando lo veo sentado en una banca de la plaza. Lleva puesto sus lentes de sol, pero aún así es imposible no reconocerlo. Me bajo de mi bicicleta, la tomo del manubrio y camino acercando a él. Esta escribiendo en un pequeño cuaderno bajo el sol. Me detengo al llegar a su lado. Él sigue con su vista en su cuaderno, escribiendo. 

- Buon giorno. - digo. 

Él me mira. - Bonjour. - me responde. 

- Eh... te estuve buscando. 

- Pues aquí estoy. 

Queda mirándome en silencio. Esto es incomodo. No puedo creer que voy a pensar esto, pero es mejor cuando irritable, a cuando es seco. 

Termina con esto de una vez. 

- Me di cuenta que ayer actúe como un idiota, es verdad, no te conozco, aún así me tome el atrevimiento de juzgarte y... y la verdad es que no soy así, no sé por qué actúe de esa forma. Culparía a la resaca, pero no fue eso, es decir, hoy también estoy con resaca, pero me estoy disculpando... o al menos eso estoy intentando. Perdona, es que no soy bueno con las palabras. - digo. - Ahora que lo pienso, tendría que haberlo pensado mejor. Aguarda, eh...

Comienza a reír. Lo miro con sorpresa. 

¿¡De qué carajos se ríe!? ¡Me estoy disculpando! 

- Ya, ya, no sigas. - dice riendo. - Entendí tú punto, esta bien. 

- No había terminado. - digo serio. 

- Oh, perdona, ¿querías seguir?, sigue. - dice divertido. 

- No, ahora ya no. - digo. 

- Eso creí. - dice. - No eres el mejor dando monólogos, te puedo dar unas clases si quieres. Aunque no lo creas me encanta darlos. 

¿Por qué no me sorprende?

- Cuando tenga que dar una charla en un congreso te llamare. - digo. - Mientras tanto, me voy. - me doy la media vuelta y me voy alejando.

- ¡Oye! - me dice. - Si me quieres invitar una copa de vino como parte de tu disculpa, queda más significativo. 

Giro mi cabeza para mirarlo. - ¡Son las nueve de la mañana!

- ¿Qué? ¿Acá no se toma vino a esa hora? - pregunta extrañado. Revoleo los ojos y sigo caminando. - ¡Pasaré a la noche entonces!

Después me quejo, pero yo mismo me busco los problemas.

******

El día pasó y llegó la noche.

A pesar de que el restaurante es pequeño se encuentran todas las mesas llenas. Hoy es una noche bastante movidita.

- Nic. - dice Gianni entrando a la cocina. - Me reclaman en la mesa 3 un Panini.

- ¿Acaso no eran cinco? - digo tomando el papel donde esta anotada la orden.

- Eso es un seis. - dice mi hermano.

- ¿¡Es que te has quedado sin tinta!? ¡Parece un cinco!

- ¿¡Y yo que culpa tengo que te hayas olvidado tus anteojos!?

- ¡Has mejor los números! - digo.

- ¡Y tú has el panini! - me dice.

Bea entra. - ¿Ya está listo el pollo a la parmigiana y el Tortellini?

La Receta del AmorWhere stories live. Discover now