Capítulo 9

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Después de mandar a la mierda a Pierre, retomo mi camino hacia el restaurante. 

- ¿Nic? - oigo que me llaman. 

Miro a mi izquierda y lo veo a unos metros de mi.

Carajo. Tragame tierra. O Dios llévame. 

Se acerca a mi. Lleva unos lentes de sol oscuros, su cabello revuelto, tiene una muscula negra que deja al descubierto sus brazos, un jean gastado y roto, y tiene en su cintura atada una camisa leñadora. 

- No saldrás corriendo a hurtadillas, ¿verdad? - dice quitándose las gafas. 

- Gael, hola. - digo. - Lo lamento, llegaba tarde al trabajo. Estaba por pasar una de estas noches, tengo que devolverte tu remera. 

- Tengo otra igual, te diría que te la quedes, pero la iba a usar de excusa para volver a verte. - dice. 

- ¿Eso significa que no estás molesto? 

- No voy a negar que me hubiera gustado que dejaras una nota o un mensaje de texto, pero no, no estoy molesto. 

- ¿Tengo tú número? - no puedo evitar preguntar. 

Ríe. - Si, me pediste que te lo agendara. ¿Enserio no lo recuerdas?

- Eh... no. 

- Vaya, no sabia que estabas así de ebrio. 

- ¿Hice o dije muchas estupideces? - pregunto. 

- Parecías bastante normal a mi parecer. 

- Créeme, soy todo menos normal. 

Vuelve a reír. - Sabes, no necesitas ir al club cada vez que quieras que nos veamos. Yo si me considero normal, es decir, vivo en una casa. - dice. - No en el club. - agrega riendo. 

- Lo sé, lo sé... - digo. - Es que... suelo ser bastante imbécil. Así que me disculpo de antemano. 

- Creo que imbécil es una palabra un tanto fuerte para describirte. 

- No me volverás a llamar tierno, ¿o si?

- No no no. - dice. - Ves, yo también soy un tanto imbécil. 

- Creo que imbécil es una palabra un tanto fuerte para describirte.  - digo.

Sonríe. - Por cierto, ya que te veo en un horario normal, a la luz del día... el jueves tengo la noche libre, ¿crees que te gustaría hacer algo?

- Claro, me encantaría. - digo. 

- Genial. Pues te escribo. 

- Si. - digo. - Y me alegra haberte visto... en un horario normal, a la luz del día... Ya comenzaba a creer que tal vez eras vampiro. 

- Muy moreno para ser vampiro. 

- Puede ser. - digo. - Te veo entonces. 

********

Estoy solo en la cocina del restaurante. 

Oigo que tocan la puerta trasera. Me limpio las manos que las tenia con harina y me dirijo a abrir. 

- Hey. - digo con sorpresa. Abro la puerta. - Pasen. 

Fabiano y Lorena entran. - ¿Está Bea? - me pregunta Lore.

- No, no llega hasta el medio día. ¿Por?

- Tenemos un 3312. - dice Fabiano. 

- ¿Un qué cosa? - pregunto confundido. 

- Un código rojo, una emergencia. - dice Fabiano. 

- ¿Y ahora qué? - pregunto con fastidio. - No son ni las 10 de la mañana. 

La Receta del AmorWhere stories live. Discover now