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Habiendo tenido que recorrer tantos kilómetros para verlo, Xanthe no se iba a negar a aquello, más aún cuando ella lo había buscado

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Habiendo tenido que recorrer tantos kilómetros para verlo, Xanthe no se iba a negar a aquello, más aún cuando ella lo había buscado. Su mayor satisfacción era saber que su supuesta pobre e indefensa hermana aún lloraba por ese chico que maldecía frente a ella. Edward Cullen tenía su cabeza apoyada en su hombro izquierdo mientras sus manos recorrían la espalda de la pelinegra. El frío de sus manos causaba escalofríos en la contraria, Xanthe nunca se preguntó el porqué de su helada temperatura.

Y quizás aquel había sido el error.

La pelinegra pasó sus manos por los hombros del cobrizo y lo atrajo hacia sí, en un instante tenía al vampiro pegando su cuerpo con fuerza al suyo. El contraste de temperaturas hacía que la situación se volviera más excitante, en cierto modo aquello hacía disfrutar a la menor; Xanthe tomó el mentón del chico y lo hizo levantar la cabeza, observó como sus ojos se habían vuelto opacos y el color negro de estos predominaba con cierto brillo en ellos. La adolescente sonrió con gracia hacia la imagen vulnerable que mostraba el vampiro, Edward Cullen estaba completamente a su merced.

Xanthe acercó sus labios a los del contrario y lo volvió a besar, un gemido logró llegar a los oídos de la pelinegra cuando ésta se sentó juntando aún más sus cuerpos. La sonrisa que se logró distinguir en mitad del beso por parte de la joven no tenía precio. Xanthe había ganado esta vez.

De un momento a otro, la joven se detuvo dejando a un confuso vampiro sentado en el sillón mientras ella se ponía en pie.

— ¿Te vas a quedar ahí como una estatua o vas a venir a la cama?

Edward era completamente consciente que se estaba burlando de él, más no objetó. Cual perro faldero, el Cullen se acercó hacia la humana frente a él sin dudarlo. Tal y como aquella vez en la casa de su ex-novia, había perdido cualquier tipo de voluntad en su cuerpo. Xanthe era la única que tenía el completo control en aquella situación, el cobrizo no era consciente del porqué pero estaba completa y rotundamente a los pies de una simple humana.

No le fue muy complicado a la pelinegra deshacerse de su vestido, su zapatos habían desaparecido hacía tiempo y lo único que quedaba en su cuerpo era una simple prenda de ropa interior negra que cubría su intimidad. Edward se quedó embobado durante unos segundos, el vampiro debía admitir que Xanthe superaba con creces el aspecto de Isabella. El vampiro se dejó desnudar por la humana, Xanthe jugueteaba y bajaba con lentitud los extremos de la camisa mientras observa al mayor desesperarse, en poco tiempo ambos estaban completamente desnudos frente al otro.

Xanthe no era tonta y no desperdiciaría una oportunidad así, por lo que se alejó con levedad para admirar al completo el cuerpo de su compañero.

— Nunca decepcionas, Ed—alagó.

El joven gruñó ante la risa que había soltado la pelinegra.

Xanthe se acercó con rapidez, aprovechando la distracción que cruzaba la mente del vampiro y lo empujó levemente hacia la cama. Éste cayó hacia atrás, completamente desnudo y a total merced de la adolescente. La pelinegra se subió al colchón y comenzó a caminar sobre sus rodillas hasta estar cara a cara con el cobrizo. Un ligero beso en los labios fue lo que el varón recibió. Xanthe pasó una de sus piernas por encima de las caderas de Edward, rozando la tela de su ropa interior con el miembro del joven.

Edward se tensó nuevamente ante el contacto, provocando que una ligera risa escapara de los labios de Xanthe. Era la segunda vez que la había visto reír en menos de una hora, y aquello lo estaba volviendo loco; Con lentitud, la menor comenzó a hacer lentos movimientos hacia delante y hacia atrás. El vampiro no tuvo tiempo a seguir admirando su risa, su cuerpo se congeló y su mente se nubló en un instante; Xanthe tenía cierta práctica en aquello, no era el primer hombre con el que se estaba divirtiendo, de cierta forma siempre terminaba siendo ella la que controlaba la situación.

El cobrizo había dejado de apoyarse sobre sus codos y había dejado reposar su espalda contra el colchón, Xanthe tomó sus manos y las dirigió sin vergüenza hacia sus caderas. Notó como el vampiro apretaba sus fríos dedos contra su pálida piel, poco a poco la pelinegra fue subiendo el ritmo de sus movimientos. Edward había comenzado a soltar gemidos cada vez más altos, roncos y extremadamente excitantes. Xanthe mantenía su voz baja, adorando escuchar como aquella voz llenaba la estancia en la que se encontraban.

Poco tiempo después, Xanthe se detuvo. Los ojos de de Edward se abrieron de golpe, tomando el cuerpo de Xanthe para volver a tirar de él hacia abajo y que volviera a su posición anterior.

— ¿Dónde vas?—la voz ronca y casi inaudible.

— No te preocupes, no me escaparé si eso piensas—Edward tras dudar un poco aflojó el agarre en su cintura. Xanthe se puso de pie y de un solo tirón de deshizo de la última prenda de ropa que le quedaba. Volviendo a su posición inicial, fue más consciente del frío bajo ella. Edward tenía sus manos sobre su pecho, parecía bastante cohibido ante la situación, no, parecía bastante cohibido ante la pelinegra—. Es... vuelve a colocar tus manos en mí.

El cobrizo obedeció.

Xanthe tomó una de las manos del vampiro y la llevó hacia sus labios, la pelinegra abrió levemente la boca y pasó su lengua por la mano frente a ella para seguidamente dirigirla hacia su intimidad. La opaca mirada del joven se clavó en ella de nuevo mientras la menor movía la mano de éste, la cual era guiada por la suya propia. Xanthe retiró ambas manos y la dirigió nuevamente hacia su rostro, introduciendo uno de sus dedos en su boca.

Movió sus caderas hacia delante y tomó el miembro del vampiro entre sus manos, Edward la miró con profundidad, él estaba perfectamente consciente de que no podía negarse ante la pelinegra. Algo en ella hacía que no tuviera control en su cuerpo, Xanthe lo controlaba y él no tenía la opción de negarse.

Xanthe tenía el control del deseo.

La joven relajó y bajó su cuerpo, introduciendo con lentitud el miembro en su intimidad, un suave suspiro se escuchó salir de sus labios, Edward cerró los ojos ante la sensación. Xanthe comenzó un lento vaivén mientras tomaba los hombros del cobrizo y lo obligaba a incorporarse. La humana quedó entre las piernas del vampiro, sus pechos chocando entre sí cada vez que Xanthe aumentaba el ritmo de sus movimientos. Edward había comenzado a dejar pequeños besos en los hombros de Xanthe, subiendo poco a poco por su cuello, buscando sus labios como última desesperación.

Xanthe le concedió el placer de besarla, no se lo negaría cuando ella también quería besarlo. Aquella situación le parecía extraña, de cierto modo era el sexo más tranquilo del que había sido participe en años. Xanthe tenía todo el control de la situación, pero Edward tenía el control necesario para no descontrolarse la completo y lastimarla.

Aquella noche en la que la luna se alzaba sobre el cielo de Río, el pensamiento de que quizás habían encontrado a la persona indicada cruzó sus mentes.

Lástima que aquello no duró por mucho tiempo.

DESIRES; edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora