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Fue tan solo un segundo, un pequeño instante en el que Xanthe cruzó la mirada con Rosalie, dándole a entender todo lo que cruzaba su mente en aquel momento, haciendo que la rubia desapareciera de la escena

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Fue tan solo un segundo, un pequeño instante en el que Xanthe cruzó la mirada con Rosalie, dándole a entender todo lo que cruzaba su mente en aquel momento, haciendo que la rubia desapareciera de la escena.

El aullido lastimero que soltó la recién despertada Leah hizo que la angustia de los presentes aumentara, Edward sabía el porqué de su reacción.

El cobrizo atacó, no pensó en nada salvo en lanzarse sobre Bella, la rabia brotando por cada parte de su gélido cuerpo. Jacob lo imitó, sacando de allí al alfa contrario y librando de su agarre a la pelinegra.

Xanthe estaba estática, de rodillas en el suelo sin poder reaccionar, lo único que consiguió hacer fue gritar, gritar tan amargamente que incluso el retorcido corazón de Isabella se sorprendió.

Ya no estaba, Aithne no estaba.

Esme se acercó a ella, ayudándola a levantarse y acercarse al pequeño cuerpo que descansaba en el suelo. Xanthe estaba temblando de tal forma que sus manos tardaron varios segundos en poder tomar el cuerpo de la híbrida. La Cullen a su lado se colocó detrás de ella, evitando que alguien se acercara o la atacara.

Renesmee dudó varios minutos, pensando en si sería bueno acercarse. Finalmente lo hizo, su pequeño rostro pálido bañado en lagrimas, sus marrones ojos siendo adornados por el brillante tono rojizo que indicaba su tristeza. Xanthe no soltó a su hija, pero sí atrajo a la otra niña hacía su cuerpo con su brazo derecho para abrazarla. Xanthe no podía pensar en nada de lo que sucedía a su alrededor, sus palabras no salían y la pequeña voz en su mente repetía el nombre de su hija una y otra vez.

Era una sensación extraña, algo que nunca pensó llegar a experimentar.

Se sintió vacía, angustiada, rota, perdida. Un desconsuelo que en su vida había experimentado, no sabía cómo reaccionar, no sabía qué hacer.

Xanthe había pasado cerca de un mes perdida en mitad de la selva, sufriendo el daño que la pequeña en su interior le estaba causando, más nunca sintió algo negativo por la criatura en su interior. Cuando la conoció por primera vez, envuelta en su chaqueta favorita y mordisqueando parte de la prenda tampoco se enojó, al contrario, sintió una tremenda ternura por la pequeña niña que descansaba en los brazos de Huilen. A pesar de querer probar mil y un experimentos en la híbrida y bromear acerca de hacerla botar contra el suelo haciendo que Huilen se cuestionara qué tan buena madre sería, Xanthe había puesto desde un principio la seguridad y bienestar de la niña como prioridad.

Xanthe no supo muy bien qué era el sentimiento que se había instalado en su pecho cuando tomó en sus brazos a Aithne por primera vez, más no se asustó, era una sensación cálida, una sensación a la que la pelinegra era completamente ajena pero una sensación que no quería perder.

Con el pasar de los meses, Xanthe lo supo. Era amor.

Pero no era un amor común, no era el mismo amor que Xanthe había sentido alguna vez. Lo que Xanthe sentía por su pequeña esfera era un amor tan incondicional que haría lo que fuera por hacer que aquel sentimiento no desapareciera nunca. Sin embargo allí estaba, en mitad de una pelea con el cuerpo de su hija entre sus brazos y el tan conocido sentimiento siendo brutalmente remplazado por aquel que llamaban desconsuelo.

Xanthe si había experimentado la tristeza desde que era pequeña, lo había hecho cuando dejaron de visitar a su padre durante los veranos, también cuando su hermana hablaba con su madre del error que había cometido la mayor al traer al mundo a alguien como ella. Pero aquello no dolía, aquello apenas eran vagas palabras que se perdían en lo más profundo de su mente y desaparecían de su vida. Ahora, la tristeza, el desconsuelo, el dolor se clavaban como mil dagas en su mente, reviviendo todos y cada uno de los momentos que había pasado con su hija.

Renesmee se aferraba con culpa al torso de la vampiresa, lloraba con tal desolación que, por un instante, Bella sintió remordimiento.

Edward gruñó, golpeando con fuerza el cuerpo de su ex-mujer contra el suelo y apretando con fuerza su cuello, con una de sus manos echando la cabeza de la fémina hacia atrás, causando que pequeñas grietas comenzaran a formarse alrededor.

Xanthe abrazó a ambas niñas, abrazó con fuerza a Renesmee quien lloraba en su pecho mientras acariciaba con sorprendente delicadeza el rostro de su pequeña. Su cobrizo cabello se había manchado con sangre en las puntas, la chaqueta de lana bañada en el mismo fluido y el hueco notablemente visible ante sus ojos.

— Lo siento—dijo al fin—. Todo esto es mi culpa, deberíamos habernos ido, no... ni siquiera deberíamos haber venido, ¡joder!

Renesmee tomó el rostro de la pelinegra entre sus manos y habló a través de ellas.

"Solo una persona tiene la culpa y no fuiste tú, tía Xanthe"

La híbrida no estaba mucho mejor que la vampiresa, sin embargo había hecho todo lo posible para sonar calmada y poder consolar a la mayor. A pesar de ser tan solo una niña, Renesmee se estaba comportando bastante madura en ese momento.

— Sé que es muy raro que te haga daño—susurró—, pero deberías irte de aquí, Nessie.

La niña amplió sus ojos y negó con la cabeza.

— No...

— Lo siento—dijo una vez consiguió ponerse en pie—. Esme, llévate a Renesmee de aquí.

La niña gritó, pataleando y negándose a dejar ir aquel lugar, en donde aquella pelea que no dudaría mucho se prolongaba más y más cada segundo. Xanthe pudo al fin relajar sus hombros cuando la silueta de la niña desapareció junto a la de su abuela. Tomó el cuerpo de Aithne y lo colocó en el centro de un pequeño tronco seco que no había sido destrozado por el pleito. Acarició su pelo una vez más y dejó una delicado beso en la ahora fría frente de su pequeña.

Xanthe se enderezó. Sus ojos habían tomado un tono distinto de rojo, ya no eran brillantes y llamativos, habían pasado de ser atractivos a ser denominados escalofriantes. El rojo de sus ojos se había tornado oscuro y opaco.

Estos mismos ojos recorrieron la escena en busca de una única persona, una persona que se encontraba bajo las manos de Edward Cullen, luchando por deshacerse del agarre. Comenzó a caminar, centrada, con sus pensamientos enfocados solamente en ella.

Un gruñido sonó en su espalda justo cuando estaba a escasos metros de distancia de su hermana mayor, Xanthe bufó y giró su cuerpo con rapidez para encontrarse con la imagen lobuna de Sam Uley dirigirse con velocidad hacia ella. Xanthe observó como las patas traseras del lobo se contraían y ayudaban a las delanteras a impulsarse para saltar. Justo en el momento en el que Uley estaba en el aire, una voz que solo había escuchado en una ocasión resonó en sus oídos a la vez que veía el cuerpo del lobo caer.

— Dolor.

DESIRES; edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora