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Xanthe no había perdido el tiempo, en cuanto supo las intenciones de su hermana, se apresuró a enviar una pequeña carta a Jane

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Xanthe no había perdido el tiempo, en cuanto supo las intenciones de su hermana, se apresuró a enviar una pequeña carta a Jane.

Había sido buena idea contactarla, las respuestas que la rubia le proporcionaba apenas tardaban en llegar. Al principio Xanthe solo quería saber cómo era la vida allá en Volterra, más con el pasar de las palabras una especie de amistad se comenzó a formar entre las vampiresas. Jane no tardó en enterarse de lo que planeaba Isabella Swan, así como no tardó en ofrecerle su ayuda a la pelinegra. Bien sabía la Volturi que Aro no desaprovecharía la oportunidad de acabar con la vida de un Cullen, o ex-Cullen, fue por esa razón que informó a éste sobre la situación, pero también sabía que tomaría algo a cambio.

La vampiresa de negro cabello no iba a negar la ayuda, más había dicho que si las cosas no se complicaban, no recurriría a ellos.

No habían acudido muchos vampiros del clan, Alec y Jane obviamente estarían los primeros esperando, los tres líderes se unieron a ellos con la esperanza de causar algo de caos entre los presentes, también los siguieron dos vampiros en caso de necesitar algo de ayuda. Aunque lo dudaban.

Los Volturi esperaban algo más alejados de aquel claro, tan alejados como para no ser notados pero lo suficientemente cerca como para ser encontrados con facilidad en cuanto los llamaran. Jane debía admitir que la situación no le agradaba en lo absoluto, había un extraño ambiente que le indicaba que algo había salido mal, y aquello se confirmó en cuando sus rojizos ojos hicieron contacto con los dorados de Rosalie Hale.

— Bella mató a Aithne.

Jane siquiera dudó, avanzó con rapidez hacia el lugar en donde aquel olor a sangre se hacía más fuerte. Tanto su hermano como los vampiros que la acompañaban la siguieron, con Aro admirando todo detalladamente.

La única mujer entre los Volturi observó la escena que se proyectaba frente a sus ojos, Xanthe colocaba con suma delicadeza el inerte cuerpo de su hija. A Jane no le gustaban los niños, tampoco le hacían mucha gracia la existencia de otros vampiros, sin embargo había podido notar a través de las cartas la determinación y cariño de la pelinegra por la híbrida, y para su sorpresa, se encontró a sí misma sintiendo rabia.

Rabia que proyectó en el lobo que había hecho el intento de atacar a Xanthe.

— Dolor.

Aquella simple palabra causó un dolor indescriptible en el cuerpo del licántropo, dolor que hizo sonreír a la rubia.

Isabella Swan dejó de luchar contra el cobrizo, quedando estática ante las personas que se encontraban frente a ella, comenzando a sentir el miedo y lamentando haber iniciado todo aquello. Jane giró su rostro hacia la joven y torpe vampiresa, sus labios que formaban una línea recta lentamente comenzaron a curvarse hacia arriba.

Aro aplaudió en forma de festejo cuando notó que todos los presentes se detuvieron ante su presencia.

— La última vez que tuve la decencia de venir a Forks, volví a Volterra sin una pelea a mis espaldas, ¡únicamente para que os peleéis entre vosotros y no me invitéis!

DESIRES; edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora