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Xanthe recordaba

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Xanthe recordaba.

Unas horas antes de partir hacia Forks, Aithne le había casi suplicado a su madre para que se quedara junto a Keon mientras ella se preparaba para dormir.

Xanthe estaba completamente encerrada en su idea de hacer sufrir a su hermana y los Cullen, en vengarse contra aquellos que la abandonaron y demostrarles que estaba mejor que nunca, con gente que realmente la había apreciado.

— ¿Estás segura de esto?—la voz del varón se escuchó una vez que la respiración de la híbrida se hizo más lenta.

La pelinegra deshizo el abrazo de su hija y se levantó para acercarse al vampiro frente a ella. Xanthe tomó asiento junto al castaño y negó.

— No, no lo estoy.

— Entonces-

— Pero estoy segura de que quiero verlos sufrir, de que quiero verla a ella sufrir. Durante toda mi vida he estado cuidándome de ella, actuaba como si fuera la cosa más delicada y torpe del mundo, como si se fuera a romper en cualquier momento cuando, en realidad, era ella quien destrozaba. No me parece justo que ella encuentre la felicidad a costa de otros, así como no me parece justo que ese imbécil esté tan tranquilo y contento con su hermosa familia feliz mientras yo tuve que comerme semanas en mitad de la selva mientras moría lentamente.

» Aunque no me malinterpretes, reviviría todo lo que sufrí una y otra vez con tal de tener a Aithne a mi lado todas y cada una de esas veces. A veces me pregunto cómo alguien que casi consigue que muera —Keon rió ante la elección de palabras, llevándose un manotazo por parte de la contraria— puede tener mi amor incondicional.

— ¿Le dirás que irás con nosotros?

— Puede ser, no estoy segura.

— Estaba muy emocionada por poder ayudar a esa niña—confesó el castaño.

Xanthe suspiró. Esa niña...

Renesmee Cullen.

— ¿Si? Que bien... Solo espero que esa criatura no sea igual a la madre o no dudaré ponerla a las brasas.

— Híbrido a las brasas, ¡mi favorito!

— ¡Te he oído!—la voz de Nahuel se escuchó desde fuera provocando la suave risa de la pelinegra.

— Sois como dos niños.

Keon giró su rostro hacia la vampiresa con falsa indignación mientras levantaba una de sus cejas.

— ¿Niño yo? ¿Quieres que te demuestre que no soy un niño?

El tono bajo que utilizó hizo sonreír con burla a Xanthe.

— Adelante, soy tu espectadora.

El vampiro salió corriendo de la estancia en dirección a la hoguera en la que Huilen se situaba.

— Tía Huilen dile a Xanthe que no soy un niño—su tono cambió radicalmente a uno infantil.

Xanthe había salido a observar la gran estrategia de Keon, no esperando aquello y provocando su risa descontrolada mientras caminaba hacia el dúo, Nahuel uniéndose a ella cuando estaba cerca de la hoguera.

— Oh si, totalmente un adulto—contestó Xanthe.

El ambiente que había en el lugar era bueno, era tranquilo y familiar. Estaban los cuatro sentados frente a la hoguera, tía y sobrino hablando sobre el viaje a Forks. Xanthe y Keon sentados en uno de los troncos secos alrededor, el brazo del castaño sobre sus hombros en un abrazo suave, la vampiresa jugando con los dedos de su mano libre.

— Sabes que si algo sale mal no dudaré en dar mi vida por ustedes.

La voz de Keon sonó suave, casi inaudible para el resto de vampiros allí presentes pero totalmente clara para quien debía escucharlo.

— ¿Por qué?

El contrario sonrió, entrelazando sus dedos y dándole un leve apretón.

— Porque sois mi familia, Xanthe.

Una pequeña sonrisa se instaló en el rostro de la pelinegra, bajando la cabeza ante aquel extraño sentimiento que se había apoderado de su cuerpo.

Keon no dijo nada más, teniendo aún en mente las palabras de Xanthe.

Reviviría todo lo que sufrí una y otra vez con tal de tener a Aithne a mi lado.

DESIRES; edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora